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Altri promete que no usará combustibles fósiles mientras la documentación del proyecto incluye una planta de gas

Camión cargado de troncos de eucalipto

Luís Pardo

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La página web del Proyecto GAMA —la macrocelulosa impulsada por la Altri en Palas de Rei (Lugo) a través de la sociedad Greenfiber— presenta a la planta como una iniciativa “de última generación” que se encuentra “a la vanguardia de una nueva industria basada en la sostenibilidad”. Entre las seis características con las que se define están la “autosuficiencia energética” y el funcionar “sin combustibles fósiles”. Sin embargo, la propia documentación aportada por la compañía a la Xunta contradice esas afirmaciones. Por un lado, al reclamar al Gobierno la construcción de una subestación eléctrica para abastecer a la factoría; por otro, al admitir que tendrá una “planta satélite” para almacenar y regasificar un combustible fósil como el gas, que se transportará hasta allí en camiones.

En la Memoria del Estudio de Impacto Ambiental, Altri relata: “El gas natural, almacenado en planta como GNL (Gas Natural Licuado) y regasificado internamente para su uso, será el combustible del horno de cal para el proceso de calcinación y en la caldera de emergencia para la generación de vapor como resguardo a la biomasa” antes de añadir que la celulosa “tendrá una planta satélite de almacenamiento y regasificación del gas natural licuado de 21.000 Nm3/h dentro de las propias instalaciones con una superficie de 3.000 m², siendo el consumo máximo en operación normal de 5.000 Nm3/h”.

Para la organización ecologista Greenpeace, la web de Greenfiber “miente descaradamente” en un claro ejemplo de greenwashing, ya que “no tiene autosuficiencia energética, cuando necesita una subestación eléctrica” y sí usa combustibles fósiles, algo que —según recuerdan— fue “una de las razones” para negarle al proyecto los 30 millones de euros solicitados en el PERTE de Descarbonización. De hecho, “la no utilización de combustibles fósiles en el proceso de producción” y “la reducción de emisiones de CO₂ (dióxido de carbono) en el proceso de producción industrial respecto a las técnicas actuales en el sector” eran dos de los criterios de evaluación recogidos en las bases de la convocatoria de estas ayudas europeas. Según el Ministerio de Industria, GAMA no cumplía los “requisitos mínimos”.

El coordinador de Greenpeace en Galicia, Manoel Santos, encuentra “sorprendente e indignante” que la empresa niegue ese uso cuando “todas sus materias primas y productos finales se transportarán por carretera” y en su propia documentación prevé la construcción de la planta regasificadora y la utilización de gas natural como combustible. Subraya que Altri “llega a identificar el gas natural como fuente de generación de energía verde, cuando estamos hablando de un combustible fósil de elevado impacto en el cambio climático”.

Santos asegura que han trasladado todas estas contradicciones a la compañía, que les ha respondido insistiendo en que la macrocelulosa “no usará combustibles fósiles”. La organización señala además algo “insólito a estas alturas”: que el proyecto GAMA no incluya una cuantificación pormenorizada de las emisiones totales de todos los gases con efecto invernadero.

La empresa prevé emitir a la atmósfera 0,1 toneladas de dióxido de carbono por cada tonelada de producto que saque al mercado, lo que supondrá una huella de carbono anual de 60.000 toneladas de CO₂. En el comunicado en el que anunciaba alegaciones a la decisión del ministerio de dejarla fuera del PERTE, Altri afirmaba que la “contribución” de GAMA a la descarbonización radica “en el proceso de fabricación, que reducirá las emisiones de CO₂ en un 91% en comparación con la producción convencional de pulpa y lyocell” y en el hecho de que la materia prima sea “madera producida en proximidad”.

Como esa madera, según la compañía, “hasta ahora se exportaba fuera de Galicia”, los trayectos de los camiones que la transportan “se verán considerablemente reducidos, emitiendo, por consiguiente, una cantidad inferior de CO₂ a la atmósfera”. Inferior, pero no inexistente, que es lo que todavía hoy afirma Greenfiber en su página web.

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