Rumanía reactiva la alarma ante el éxito de los euroescépticos en el este de Europa

Elección tras elección las fuerzas europeístas contienen la respiración ante el prácticamente imparable ascenso de la ultraderecha, generalmente prorrusa y ahora también trumpista. Aunque se desmarca de Vladímir Putin, a quien ha definido como un criminal de guerra, ese es el perfil de George Simion, que ha arrasado en las elecciones presidenciales de Rumanía con un 41% de los votos en la primera vuelta, reactivando las alarmas en Bruselas y el resto de capitales europeas, que ven alejarse a los socios del este, antiguas repúblicas soviéticas, donde el sueño europeo parece desvanecerse.
Con cada vez menor cordón sanitario por parte de la derecha tradicional, el aumento del poder de la extrema derecha lleva aparejados retrocesos sociales y políticas xenófobas, pero la mayor inquietud en el corazón de la UE ante el auge de las fuerzas ultranacionalistas está relacionada con su posición respecto a Ucrania. Y es que el bloque comunitario ha vinculado casi de forma existencial su futuro al devenir de la guerra.
Simion es una persona non grata en Ucrania, un país que considera inventado, y ha asegurado que cortará la ayuda a ese país cuando esté en el poder. Rumanía tiene un sistema semi-presidencialista en el que el presidente tiene las competencias en materia de política exterior y es, por ejemplo, quien asiste a las reuniones del Consejo Europeo.
En esa mesa no van a olvidar que se ha impuesto en un polémico proceso como sucesor de Calin Georgescu, un líder prorruso que venció en el mes de noviembre pasando del 5% de apoyo en las encuestas al 22,9% en las urnas. El Tribunal Constitucional anuló los comicios al considerar que se habían producido injerencias por parte de Rusia y la Comisión Europea tiene abierta una investigación a la red social china TikTok por ese motivo. Y en la campaña se ha explotado esa situación al máximo y se ha señalado a la UE como responsable.
Castigo de una sociedad europeísta
A pesar de las posiciones abiertamente anti-UE de Simion, la sociedad rumana que le ha votado masivamente va en otra dirección. Según la última encuesta del Eurobarómetro, el 70% de los ciudadanos considera que ese país se ha beneficiado de su pertenencia al club comunitario. La media europea se sitúa en el 74%.
“Es un voto en clave nacional”, analiza Raquel García, investigadora para Asuntos Europeos del Real Instituto Elcano: “Hay mucho de hartazgo de la ciudadanía rumana con los partidos tradicionales y la élite tradicional rumana, porque esto sobre todo ha sido un fracaso para los dos partidos tradicionales, los socialdemócratas y el PNL”. Son los partidos que hasta ahora formaban la coalición de gobierno, cuyo primer ministro ha dimitido tras el varapalo de las urnas, ahondando en la inestabilidad política del país.
“Aunque los datos macroeconómicos sean positivos, hay mucha sensación de desigualdad interna, de pobreza o poco crecimiento a nivel individual”, agrega García, que incluye la anulación de las elecciones en los motivos que han multiplicado el apoyo a Simion.
“También está la cuestión de Ucrania y el apoyo por parte de Rumanía, que supone un coste, y ha generado más hartazgo en la ciudadanía”, señala la experta en Asuntos Europeos. Y ahí está el quid de la preocupación en la Unión Europea: que se ponga aún más cuesta arriba el apoyo a Kiev por parte de un país que, además, es clave en el despliegue de las defensas antimisiles en el flanco este por parte de la OTAN.
Hasta ahora el quebradero de cabeza era Viktor Orbán: el líder ultraderechista de Hungría, que es el más próximo a Putin, con quien se ha reunido varias veces. Durante dos años el primer ministro húngaro ha puesto cuesta arriba todas las decisiones sobre Ucrania, que requieren de la unanimidad de los 27. En una de las citas clave, le convencieron para que se fuera al baño mientras el resto de líderes aprobaba la apertura de las negociaciones de adhesión. En las últimas, se ha optado por aprobar conclusiones a 26.
“Desde luego que habrá un nuevo actor en el Consejo Europeo que actúe de esa manera”, admite la investigadora de Elcano, que recuerda que también Polonia estuvo en esas posiciones sin que se resquebrajara el club comunitario. También en Eslovaquia se impuso el populista Robert Fico, crítico con la ayuda a Ucrania y próximo a Putin, a quien visitó en Moscú hace unos meses, sin que su presencia en el Consejo Europeo haya supuesto por ahora una quiebra mayor de la unidad.
“En el caso concreto de Ucrania, hay otros factores a tener en cuenta, como es que al final el actor determinante es Estados Unidos y que hay muchas cosas que se están moviendo en los márgenes de la arquitectura institucional europea clásica”, señala en referencia a agrupaciones como la ‘coalición de voluntarios’ impulsada por Francia y Reino Unido.
Cercanía a Putin
Lo cierto es que las fuerzas populistas y euroescépticas se van imponiendo en todas las elecciones y, en el caso del este de Europa, la mayor preocupación de Bruselas es su cercanía a Putin. De hecho, la Comisión Europea ha advertido de que las aspiraciones de Serbia de ingresar en el club comunitario se verán afectadas por el anunciado viaje del presidente, Aleksandar Vucic, a Moscú con motivo del denominado ‘Día de la Victoria’ el 9 de mayo, que es la gran demostración de grandeza de Putin.
Y es que la ampliación de la UE hacia el este, que incluyó primero a países como Polonia, Hungría, Eslovaquia o las repúblicas bálticas en 2004 y después a Rumanía y Bulgaria en 2007 y ahora aspira a incorporar a Ucrania, Moldavia y los Balcanes Occidentales en 2030, pretende sacar a esos países de la órbita de poder del Kremlin, más allá de ampliar el mercado único.
Alineados con Trump
No obstante, el euroescepticismo no es una cuestión exclusiva del este de Europa. “El riesgo de desafección con la Unión Europea no es solo de esos países, sino general. De hecho, en las últimas elecciones europeas, menos en España, en todos los grandes Estados miembros las primeras posiciones estuvieron ocupadas por partidos euroescépticos”, afirma García, que también menciona el éxito de esas fuerzas en comicios nacionales como la segunda posición de Alternativa por Alemania y de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen en Francia o el Gobierno de Giorgia Meloni en Italia. “Lo que pasa ahí es que como tiene una posición pro-Ucrania y pro-OTAN, el resto de cuestiones totalmente euroescépticas o las líneas ultranacionalistas o muy conservadoras, como de contra las personas LGTBI, pasan un poco de largo”, argumenta la investigadora del Instituto Elcano.
Simion se ha declarado, de hecho, fan de Meloni, de quien es aliado en el partido de los Conservadores y Reformistas del que es vicepresidente como fundador de la Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), y trumpista. Y es que con Italia, Hungría, Rumanía, y el Parlamento Europeo más derechizado de la historia, con tres fuerzas ultras que suman un tercio de los escaños, la internacional ultraderechista que lidera Trump en Washington coge cada vez más fuerza en Europa, donde los aliados de Simion han sido los únicos en celebrar su victoria mientras la dirigencia europea contiene el aliento.
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