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Muñoz Rengel, autor de literatura fantástica: “El apagón masivo nos insiste en la idea de que todo está en el aire”

Asistentes al Mutua Madrid Open abandonan las instalaciones de la Caja Mágica debido al apagón registrado a nivel peninsular el pasado lunes.

Alejandro Luque

5 de mayo de 2025 06:00 h

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Entre líderes inverosímiles, pandemias y apagones absolutos, la realidad se lo está poniendo últimamente difícil a los autores de literatura fantástica. Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974), uno de los máximos exponentes del género en España, se sonríe ante ese listón cada vez más elevado, pero le resta importancia. Recién publicada su última novela, 'La transmigración' (AdN), admite que cada vez tiene más la sensación de que, cuando hace ficción y fantástico, “en el fondo” hace realismo… Sin haberse movido del sitio. “Pero siempre he usado el recurso fantástico para hablar de la realidad. Yo no hago evasión. Uso la distorsión de los hechos, los tratamientos insólitos, para hablar de lo que somos desde otra perspectiva. Pero sí, hay una continuidad entre lo anómalo y lo que está sucediendo, y eso lo hace todo más interesante”, señala.

En esta nueva obra coral, una serie de personajes aparecen de improviso en un cuerpo ajeno. “La idea la tuve hace tiempo, un intercambio de mentes o de cuerpos como fenómeno instantáneo e inexplicable”, recuerda. “Sin embargo, estaba esperando el momento adecuado para escribirla, porque quería dejarme la piel en ella, darle un tratamiento técnico hiperrealista que nos acercara a esas personas y nos hiciera empatizar con ellas”. 

“Quería hacerlo con todos los recursos necesarios, y que lo único extraño fuera eso, ese intercambio inopinado de los cuerpos”, prosigue Muñoz Rengel. “Que cualquier lector llegara a convencerse de que eso podría suceder, es decir, llevar la necesaria suspensión de la incredulidad un poco más lejos. Y que se preguntaran: ‘Si esto me sucediera a mí, ¿qué pasaría?’ Porque al principio de la novela, el personaje no sabe dónde están, en qué parte de la ciudad o en qué ciudad, y decide ir a la casa cuyas llaves tiene en el bolsillo del abrigo, al lugar donde lo pueden reconocer. Se trataba de tomárselo en serio desde el principio”. 

Identidades fragmentadas

En este punto, el escritor cree conveniente hacer una distinción entre géneros: el fantástico no es la ciencia-ficción o la literatura de anticipación, que se inspira en avances tecnológicos para desarrollar sus ficciones, ya sea la computación cuántica, la medicina regenerativa o genética, la Inteligencia Artificial… “Esto es otra cosa. Aquí no se le da ninguna explicación al lector, como en la serie 'The leftovers,' en la que un 10 por ciento de la población mundial se esfuma de la noche a la mañana, o en el 'Ensayo sobre la ceguera' de Saramago. No nos apoyamos en lo tecnológico, nos movemos en otro terreno”.     

El espacio en el que el novelista propone moverse pertenece a una realidad más cercana de lo que parece a primera vista. “Toda la novela va dirigida a la confusión que nos embarga, la perplejidad mundial de los cambios geopolíticos, el auge de los poderes económicos transnacionales, cómo a través de la sobreinformación estamos siendo presas de la desinformación, de los deepfake… Y la propia IA se va a poner también al servicio de esa manipulación. Esa permanente sensación de inestabilidad la agravó la pandemia, pero estos días el apagón masivo nos ha venido a insistir en la idea de que todo está en el aire. Que, de un día para otro, podríamos perder todo lo que tenemos, a las personas que queremos. Mis personajes, de hecho, son seres que ven desaparecer su entorno, lo que los mantenía vivos y con un sentido de la vida, su trabajo, su casa… Y lo primero que se plantean es lo que estamos viviendo ahora: quiénes somos, y si nuestro cuerpo es parte de nosotros”.

El tan traído y llevado concepto de identidad cobra en La transmigración un sentido nuevo. “Se puede hablar también de la fragmentación de nuestras identidades”, apunta el escritor. “Intentamos saber quiénes somos, poner unas frases, hacer de tu identidad algo más cómico, más gracioso… Es algo que se ve muy bien en las redes, donde tenemos nuestro avatar y, de una forma u otra, estamos probando cosas y a la sensación de ser vigilados, de que nos roban los datos. Al mismo tiempo, convivimos con un montón de espejismos, perfiles falsos, boots, imágenes fake. No solo estamos rodeados de las ilusiones que siempre hemos tenido en el mundo real, también en el virtual. Todo esto lo representa ese cruce de cuerpos de la novela, en el que ya no sabes quién eres ni quién es el otro. Pero todo se cuenta sin que la tecnología tenga nada que ver”. 

Resistencia de la crítica

Autor del ensayo 'Una historia de la mentira' y de las novelas 'La capacidad de amar del señor Königsberg', 'El gran imaginador' (Premio del Festival Celsius a la Mejor Novela del año), 'El sueño del otro' y 'El asesino hipocondríaco', así como de los libros de narrativa breve 'El libro de los pequeños milagros', 'De mecánica y alquimia', '88 Mill Lane', Muñoz Rengel ha tenido que acertar mucho para hacerse un hueco en un mercado como el español, siempre reticente hacia la fantasía. 

“Ha habido mucha resistencia, más por parte de la crítica que por los lectores, pero poco ha ido cambiando”, dice este andaluz cuya obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, finés, griego, rumano, ruso, árabe y turco. “El fantástico cotidiano que preconizaba Cortázar tiene ahora más aceptación, y un libro de este género, siendo literario, puede caber en cualquier catálogo. Creo que en eso ha ayudado mucho la irrupción de las series, que han venido a demostrar que se pueden construir historias desde un punto de vista muy serio sin dejar de moverse por todas las fronteras. Y también se ha visto que hay ficciones realistas que no van a ninguna parte”. 

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