Elegir

Pocas cosas hay mejores que una campaña electoral. Pero estamos de suerte, porque, si hay una, esa es el proceso de elección de un nuevo Papa. A veces da pereza elegir. Tomar decisiones. Por eso, los cónclaves nos aportan tranquilidad. Ya se arreglarán entre ellos. 

Pero también hay veces en las que queremos tomar las riendas. Y hacerlo cuanto antes. Ahí tenemos la idea del Gobierno de rebajar la edad de voto a los dieciséis años. Un asunto de debate ya antiguo y que reaparece de tanto en tanto. 

Sin embargo, si has cumplido los ochenta, te dan en los morros con las puertas de la Capilla Sixtina. No me parece bonito...

Elegimos cómo vivir, con quién hacerlo o qué marca de leche comprar en el supermercado. Elegimos a qué supermercado ir a comprar la marca de leche.

La vida consiste en elegir. En tomar decisiones. A veces apetece. En otras ocasiones, preferirías hacer cualquier otra cosa. Luego hay gente que tira por la calle de en medio y se compra leche de avena.

También la vida es sentir que muchas veces son otros quienes deciden por ti aquellas cuestiones que solo uno mismo debiera decidir. Hay que tratar de salir de esa cárcel. Se tengan quince u ochenta y un años. Hay que elegir. Y darse prisa. Como cuando éramos niños y te pellizcaban para que dijeras tres marcas de leche. Piénsalas rápido. También valen las de avena.