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Opinión - El nuevo imperio antiguo. Por Enric González
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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Emprender en Aragón siendo mujer: el desafío silencioso

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Emprender fue, para mí, una elección consciente. Una forma de construir el futuro que deseaba y de apostar por mis propias ideas. Desde Aragón, mi tierra, decidí poner en marcha un proyecto que empieza a caminar con paso firme. Sin embargo, a lo largo de este tiempo, he aprendido que ser mujer y emprendedora implica recorrer una ruta más larga, más solitaria y, muchas veces, más cuesta arriba.

Hoy, las mujeres representamos más del 35% del emprendimiento en Aragón, según el informe GEM Aragón 2021-2022. Cada vez somos más quienes nos lanzamos a crear, innovar y liderar. Pero los datos también cuentan otra parte de la historia: la brecha de género sigue siendo una realidad terca que condiciona nuestras trayectorias. No es una sensación. Es una evidencia.

En Aragón, las mujeres ganan de media un 24% menos que los hombres, lo que se traduce en 5.651 euros menos al año. Esta desigualdad económica no sólo afecta a los bolsillos de las mujeres, sino también a sus posibilidades de emprender en igualdad de condiciones. Con menos ahorro, con menos acceso a financiación y con menos respaldo económico, el riesgo de emprender se multiplica.

Conseguir financiación sigue siendo uno de los mayores retos: no por falta de proyecto o de viabilidad, sino por las inercias invisibles que siguen viendo a las mujeres como una apuesta más incierta. Cada proyecto presentado, cada ronda de reuniones, cada solicitud, me recuerda diariamente que, en el mundo empresarial, ser mujer todavía pesa.

No es solo cuestión de recursos. También es cuestión de percepción. Según el mismo informe GEM, sólo el 31,3% de las mujeres en Aragón cree que existen buenas oportunidades para emprender en los próximos meses, frente al 37,1% de los hombres. Emprendemos en un entorno que no siempre nos reconoce ni nos impulsa. Faltan referentes visibles, falta confianza institucional y faltan redes de apoyo que tengan perspectiva de género.

En el caso de las emprendedoras del medio rural, la situación presenta nuevas especificidades, que, en muchos casos, todavía hacen más compleja la situación. El acceso a infraestructuras, a formación especializada, a redes profesionales potentes, es mucho más limitado. Existen programas y proyectos institucionales y empresariales que han supuesto un avance importante. El acompañamiento, las mentorías y los talleres han sido espacios donde compartir dudas, éxitos y también miedos. Pero en demasiadas ocasiones, estos esfuerzos se perciben como parches, más que como parte de una estrategia real de impulso.

Porque emprender, para nosotras, no es sólo poner en marcha un proyecto. Es abrir una brecha en un sistema que no siempre nos esperaba. Es ser, muchas veces, la primera. Es cargar con la presión de demostrar que podemos, que sabemos, que merecemos estar aquí. 

Emprender me ha dado mucho: autonomía, orgullo o aprendizaje constante. Pero sería injusto no reconocer que también exige un peaje emocional importante. La conciliación, que en teoría debería ser un derecho garantizado, en la práctica sigue recayendo mayoritariamente sobre nosotras. La doble jornada —en el trabajo y en casa— es una realidad para muchas emprendedoras aragonesas. Sin una corresponsabilidad real, sin servicios públicos que de verdad respalden, la sostenibilidad de nuestros proyectos se pone en riesgo.

Por suerte, no estamos solas. Cada vez somos más las que tejemos redes de sororidad, las que nos apoyamos, las que levantamos la voz para pedir lo que es justo: acceso igualitario a financiación, a formación, a asesoramiento especializado. Queremos dejar de ser excepciones para convertirnos en norma.

En Aragón tenemos talento, creatividad y resiliencia. Sólo necesitamos que se nos escuche, que se nos vea y que se nos apoye con políticas valientes y estructurales. Apoyar el emprendimiento femenino es apostar por una economía más diversa, más justa y más sostenible. Las mujeres estamos listas. Llevamos años demostrándolo. Ahora toca que las instituciones, las empresas y la sociedad en su conjunto estén también a la altura de este momento.

Porque emprender siendo mujer en Aragón no debería ser un acto de resistencia. Debería ser, simplemente, una opción tan legítima y viable como cualquier otra.

Y llegará el día —quiero creerlo, trabajamos para ello— en que cada niña aragonesa que sueñe con crear su propio camino no encuentre barreras extra. Solo horizontes abiertos.

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