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Un hallazgo romano en Israel desconcierta a los arqueólogos con sus enigmáticas cabezas de león de bronce

Aunque parezca un simple adorno, la imagen del león mordiendo una anilla metálica lleva siglos funcionando como símbolo de vigilancia y poder

Héctor Farrés

7 de mayo de 2025 12:12 h

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Lo normal es verlos sujetando anillas con los dientes. En muebles, puertas o fuentes, los leones llevan siglos apareciendo con la boca abierta. Da igual el lugar o el tamaño del objeto: esa es la postura clásica, repetida hasta la saciedad en pomos, tiradores y decoraciones de todo tipo. La imagen funciona como advertencia y adorno al mismo tiempo. Y cuando algo cambia en ese patrón, no pasa inadvertido.

En una tumba excavada en el yacimiento de Khirbat Ibreika, en el sur de Israel, salieron a la luz cuatro discos de bronce con cabezas de león en relieve. Pero no estaban mordiéndolos. Las anillas estaban fijadas en lo alto del cráneo, justo en el vértice. Esa alteración, aparentemente menor, ha convertido este hallazgo en una rareza dentro del repertorio artístico del mundo romano. La excavación, realizada antes de la ampliación del ferrocarril del Este, también documentó ocho tumbas de tipo cista, aunque solo una contenía este tipo de piezas.

Los investigadores responsables del hallazgo, en una publicación de la Autoridad de Antigüedades de Israel, explican que los discos estaban perforados y presentaban restos de clavos, lo que sugiere que se fijaron a un ataúd de madera. También se conserva parte del mecanismo de unión entre la cabeza del león y la anilla en uno de los ejemplares, lo que ha permitido reconstruir su posible función original como asas. La disposición de dos discos en cada lateral largo del féretro habría permitido pasar varas de madera para transportarlo.

La colocación de los anillos en lo alto del relieve no es solo un detalle técnico. Cambia por completo la forma en que se relaciona el símbolo con su soporte. El uso del león como imagen protectora está bien documentado en el mundo grecorromano, donde aparece asociado a la fuerza, la nobleza y la vigilancia. Pero su uso en un ataúd introduce matices adicionales. Las anillas podrían haber servido también para bajar el féretro a la tumba, de ahí la robustez de los discos.

No es un caso aislado y parece haber una producción local en la región

Más allá de este caso, hay una distribución más amplia de piezas similares dentro de la región. Según el mismo artículo, se conocen unas 40 piezas con cabezas de león y anillas en la parte superior, localizadas en diferentes puntos de Israel. En lugares como Tel Dor, Ben ‘Ami o Ramat Efrayim se han documentado discos con el mismo diseño, lo que sugiere una producción local en la antigua Siria-Palestina. Aunque no se ha identificado el taller, la repetición del modelo indica cierta homogeneidad.

El lugar en el que aparecieron los discos también aporta pistas. Los cuatro se encontraron en un extremo de la tumba, apilados de forma ordenada. Esa colocación hace pensar que quizá no estuvieron fijos al ataúd en el momento del entierro, sino que fueron depositados como parte del ritual. Esa hipótesis, según los responsables del análisis, apunta a un componente simbólico que va más allá de la función práctica. En palabras del equipo arqueológico, se sugiere que “podrían haber sido retirados del ataúd y colocados juntos como parte del acto funerario”.

El valor simbólico del león también se ha explorado desde el punto de vista religioso, aunque sin resultados concluyentes. Algunos investigadores han considerado una posible relación con los samaritanos, ya que ciertas monedas de la época persa muestran leones, y existen referencias en textos rabínicos. Aun así, según se explica en el artículo, “la representación animal no encaja con las restricciones iconográficas propias de muchas corrientes del judaísmo”.

También se ha planteado una posible vinculación con el culto de Mitra, en el que el león tiene un papel relevante dentro del simbolismo asociado a la muerte y la regeneración. No obstante, los autores del estudio puntualizan que “no se ha encontrado ninguna prueba directa que permita establecer una conexión firme entre estos discos y el culto mitraico”.

Aunque el contexto funerario y la calidad del trabajo sugieren que la persona enterrada gozaba de cierta posición, nada en la tumba permite confirmar su identidad ni su afiliación religiosa. Lo que sí queda claro es que alguien decidió alterar un patrón visual muy establecido, desplazando el anillo de la boca al cráneo. Y eso, en un mundo tan simbólico como el romano, siempre significa algo.

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