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El 74% de los conductores dice estar familiarizado con los ADAS, pero el 34% no sabe cuáles son obligatorios

Las ayudas a la conducción demasiado complejas pueden generar frustración y mal uso.

Paula Ulloa

25 de mayo de 2025 23:59 h

Los sistemas de ayuda a la conducción (ADAS, por sus siglas en inglés) son uno de los aspectos que más desconcierto suscitan en la actualidad entre los y usuarios de coche españoles. Una encuesta que acaba de dar a conocer el Observatorio RACE de Conductores revela que el 34% de ellos reconoce no saber cuáles de dichos asistentes son obligatorios por ley para los vehículos nuevos.

Del informe también se desprende una penetración relativamente baja de estos sistemas en el parque móvil, lo que se explica en gran medida por la propia antigüedad de los vehículos, superior hoy en nuestro país a los 14 años de media. En este sentido, menos de la mitad de los coches de los encuestados (apenas un 40%) dispone de ayudas a la conducción de nivel 2 o superior.

Sin embargo, el estudio indica que el 74% de los entrevistados dice estar familiarizado con estos dispositivos, y un 50% estaría dispuesto a pagar más por incorporar este tipo de asistencias, incluso más allá de lo que establece la normativa.

En cualquier caso, los usuarios que así se manifiestan coinciden casi unánimemente (un 84%) en que la prioridad absoluta a la hora de incorporar esos sistemas debe ser la seguridad de los pasajeros y del resto de usuarios de la vía. La siguiente prioridad, con apenas un 5% de respuestas, sería la optimización del tráfico, seguida de una mayor comodidad y confort (4%), una mayor eficiencia en los consumos (4%) y la reducción de la contaminación (2%).

Solo como recordatorio, señalemos que desde el mes de julio de 2024 son obligatorios por ley en la Unión Europeo los siguientes ADAS: el detector de fatiga y somnolencia, el asistente de velocidad inteligente, la alerta de tráfico cruzado posterior, la alerta de cambio involuntario de carril, el sistema de frenado de emergencia, la alerta de uso del cinturón de seguridad en todas las plazas y la caja negra para rastrear las causas de un eventual accidente.

Por último, y en relación con las tecnologías más avanzadas de conducción autónoma, parece que la percepción y la confianza que genera esta tecnología entre los usuarios está dividida a partes iguales. El trabajo refleja que casi el mismo porcentaje de encuestados estaría totalmente dispuesto o muy dispuesto a conducir un coche autónomo (47%), frente a un 52% que afirma que nunca lo haría o muy probablemente nunca lo haría.

Por lo que atañe a las soluciones de conectividad que ofrecen actualmente los vehículos, el 78% de la muestra, compuesta por 1.000 personas, considera que mejoran la seguridad vial en las carreteras y valora positivamente el acceso a información en tiempo real que aportan estos equipos acerca de la situación del tráfico, los incidentes y el estado de las carreteras, rutas alternativas, asistencia en carretera y proximidad de estaciones de servicio.

Además, el 76% estima que el principal beneficio que aportan estas soluciones de conectividad tiene que ver con la optimización del tráfico y la mejora de la gestión de la movilidad urbana. Solo un 8% de los encuestados identifica como gran ventaja cuestiones relativas a una mayor eficiencia energética, es decir, las que guardan relación con el ahorro de combustible y la disminución de la contaminación.

Por último, el 65% de las personas entrevistadas desconfía de que la legislación actual proteja suficientemente los derechos de los usuarios con respecto a la utilización y protección de sus datos. De hecho, el mayor desafío al que creen que se enfrenta la tecnología de conducción autónoma es, según el 40%, su adaptación a las infraestructuras, que requieren de importantes inversiones, por un 21% que sitúa el reto principalmente en la legislación, razón por la que reclaman un marco regulatorio claro y uniforme.

Complejidad y reticencias

Al mismo tiempo que el RACE, Carglass ha reportado un interesante informe que explica cómo el desconocimiento de los conductores en torno a los sistemas ADAS está provocando una desconexión que dificulta el uso de sus funciones, genera frustración y conduce a un uso incorrecto de estos sistemas de seguridad, lo que redunda en una merma sus beneficios potenciales.

La conocida firma de reparación y sustitución de lunas de vehículos cita en su estudio a Kathleen Rizk, directora senior en J.D. Power especializada en tecnología del automóvil, quien resume los factores que generan dicha confusión en estos: la complejidad tecnológica de algunos de los sistemas, la ausencia de una nomenclatura estandarizada, el hecho de que no se expliquen adecuadamente, la falta de interés por parte de muchos conductores y la resistencia general del ser humano a los cambios.

Un gran paso para conseguir que los conductores sepan qué ADAS equipa un coche y puedan comparar entre diferentes modelos, sería -para la compañía- establecer una nomenclatura neutra, más allá de las denominaciones comerciales de cada fabricante. Conscientes de esta carencia, su filial española ha creado recientemente el Diccionario ADAS de Carglass, que recoge todos los sistemas de ayuda a la conducción existentes bajo una nomenclatura común y entendible por cualquier usuario.

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