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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Dejen de concienciar

La alcaldesa de Santander presenta la campaña 'Santander suena a naturaleza'.

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Concienciamos sobre todo. Que si la semana del pájaro solitario, que si el mes de la conciencia amarilla, que si la necesidad de concienciar sobre la pasta en espiral, que si la urgencia de concienciar a la sociedad sobre la situación del armadillo ante el embate del narcotráfico en México, que si campaña para concienciar sobre la necesidad de tener conciencia…

La definición oficial de conciencia es “tener conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios”, pero cuando el bien y el mal han entrado en la batidora de la relatividad y el juicio moral es lo más parecido a una ejecución extrajudicial cocinada en la barra de un bar, concienciar se convierte en sinónimo de edulcorar, de maquillar, de llenar nuestras ciudades de pósteres bonitos, de un unicornio amenazándonos de muerte desde una taza de Mr. Wonderful, de un lavado y centrifugado de conciencias para que ninguna de las estructuras que provocan y sostienen el mal se transformen.

Podemos ver una buena campaña de concienciación en la calle para ser empáticos con las mujeres madres migrantes impulsada por un Ayuntamiento gobernado por el mismo partido que considera que “el bien superior” de un niño o una niña migrante que se ha jugado la vida sin compañía de adultos para llegar a este Norte fortificado se traduce en deportarlo. Podemos asistir a campañas contra la soledad no deseada que agitan el nombre del nativo sirviente que sacaba del aburrimiento a Robinson Crusoe —que no estaba solo sino que no gustaban de las compañías insulares de pieles poco blanquecinas—. Podemos hacer campaña contra el edadismo que excluye a las personas mayores mientras comentamos lo cenutrios que son todos los adolescentes. Podemos gastarnos cientos de millones en campañas para concienciar sobre lo mala que es la violencia de género que muchas veces son diseñadas o pagadas por señoros que la practican en la intimidad. O podemos concienciar sobre la importancia de pagar impuestos y luego gastar unos cuantos euros en aplaudir a estrellas defraudadoras de impuestos que son el modelo ejemplar para las personas más jóvenes.

Las calles están llenas de ejemplos. Algunos rozando el absurdo. De hecho, estos días pensé que había una cámara indiscreta grabando las reacciones de los viandantes que cruzaban la Plaza del Ayuntamiento de Santander a ritmo de rebuznos, mugidos y del trinar de algunas especies aladas. No era una broma. El mismo Ayuntamiento que no regula las terrazas de los bares, o que permite que el Ensanche se haya vuelto un espacio de tortura para sus vecinos y vecinas en pro del turismo, los juerguistas o los nazarenos, nos ofrece 'Santander Suena a Naturaleza', así con mayúsculas. La campaña se enmarca en el Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido y dice “ofrecer a los ciudadanos [que las ciudadanas no necesitan conciencia] la oportunidad de disfrutar de la naturaleza sin salir de la ciudad”.

Una vaca me mira mientras leo que las aves “ululan” —solo lo hacen los búhos y los mochuelos— y que el sonido de la naturaleza es “una medicina para el cuerpo y la mente”. La vaca me sigue mirando y no caben más tópicos en un texto tan corto, ni tantas incoherencias ni tanto mundo vacuo —que no vacuno—.

Algunas informaciones a los concienciadores: no se puede disfrutar de la naturaleza sin salir de la ciudad —si por naturaleza se refieren a un bosque primario—; en Santander hay bastante más naturaleza que en otras ciudades —donde también hay—, aunque quizá no en el polígono que forman la Plaza Porticada, la Plaza del Ayuntamiento y la Catedral; en el Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido hay que anunciar medidas efectivas contra el ruido, no poner más sonidos en un ambiente saturado de los mismos; el sonido de la naturaleza puede ser medicina o tormento, depende del contexto, del sonido —un incendio en un bosque suena— y de quien escucha.

Yo imagino que hay un creativo feliz, orgulloso de su instalación sonora concienciadora, pero siento informarle que un rebuzno no conciencia a nadie y que lo que se escucha es trinar y no ulular. En fin, vivimos el tiempo del simulacro y de los mensajes publicitarios barnizados de moralidad. Para el próximo Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido les receto una ordenanza de terrazas limitadora y anti estrépitos. Y un poco de silencio publicitario, por favor.

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