El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.
El carnalicio se reprime enseguida, la floración incita a la poda y las lluvias han diluido la benzedrina y la coca disueltas en las capas freáticas.
Volvía el sexo que nunca se fue, sólo estaba prohibido o invisibilizado, clausurado y cancelado en el puritanismo del simulacro.
El turismo de grueso calibre, los quince millones de balas mal vistas por su origen, la dispersión matinal de los sintecho por ciudades, este no saber.
El día del libro y un poco de buen tiempo suponen la vuelta del sexo (libro=sexo), Manuel Vilas ha declarado su amor por Kafka en un ensayo breve y medular.
La guerra cultural quiere decir la pelea por quién maneja el Estado, qué ideas se imponen y te llevan al poder. El poder es ahora, como en el ciclo fatídico 1870-1914-1945, cosa de armas y guerra, el fin del mundo incita a apurar. Los felices veinte, con su pandemia hogareña, conducen al chip de acero.
La peli que mejor refleja el desquiciamiento frívolo que nos lleva es Mickey 17, de Jung Jae-il: todos somos imprimibles / prescindibles. Junto a No mires arriba (Adam McKay, 2021) explican el trumpismo de billonarios, etc.
El sexo pospandémico es de aparatos, artilugios y digitaciones, como casi todo: la misma cultura del simulacro y el fingimiento que enmascara la civilización casi ideal de los misiles casi limpios y los drones casi inteligentes bloquea los cuerpos. La playa ha doblado su precio, debajo de la playa había adoquines.
Los felices veinte actuales van con retraso, las orgías son de terraza y el exceso es la verbena. La comercialización del gesto y el sentimiento cuantificado y revendido como si fuera adn de saldo, etc.
El sexo vuelve en efigie, ¿hay sexo en El Quijote?
La foto es del acueducto del Canal del Cinca sobre el río Vero en Pozán de Vero, Huesca.
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