Esta ruta de senderismo en Cantabria apta para principiantes atraviesa cuevas, pasarelas y termina en una cascada

La Senda Fluvial del Nansa es una ruta de senderismo de aproximadamente 14 kilómetros que transcurre entre las localidades de Muñorrodero y Camijanes. El recorrido sigue el curso del río Nansa a través de un entorno natural bien conservado, caracterizado por bosques de ribera y formaciones geológicas de interés. La senda está señalizada y es accesible para senderistas de distintos niveles, incluyendo familias y personas que buscan rutas de baja dificultad.
El itinerario forma parte del trazado del Camino Lebaniego y discurre íntegramente por la Zona Especial de Conservación (ZEC) Río Nansa en su tramo bajo, muy próximo a la zona de desembocadura donde conecta con la ZEC Rías Occidentales y Duna de Oyambre.
Este itinerario ha sido acondicionado respetando el entorno natural, con infraestructuras integradas en el paisaje y señalización adecuada. La ruta se ha consolidado como una opción recomendada para quienes buscan conocer zonas rurales menos masificadas, con recorridos bien conservados y con interés ambiental y cultural.
Un recorrido preparado para todos los públicos
La ruta comienza en Muñorrodero, desde donde el sendero sigue el curso del río Nansa a través de un paisaje fluvial bien conservado. La primera parte del camino es ancha, con suelo compacto y sin pendientes pronunciadas, lo que facilita el acceso a caminantes de todas las edades. Este tramo inicial discurre bajo una cubierta vegetal abundante que acompañan el cauce del río.
A medida que se avanza, el terreno presenta algunas irregularidades y aparecen pasarelas de madera que permiten cruzar zonas de difícil acceso. Estas estructuras facilitan el paso por áreas donde el terreno se estrecha o se complica por la cercanía del agua.
Uno de los elementos destacados del itinerario es la proximidad a la Cueva del Rejo, una cavidad de acceso restringido y declarada Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) debido a la gran presencia de diferentes especies de murciélagos.
Además del entorno natural, a lo largo del recorrido pueden observarse restos de la actividad humana vinculada al río. El itinerario incluye paneles informativos que explican tanto aspectos ecológicos como culturales del lugar. Aunque la senda no presenta grandes desniveles, algunos tramos requieren precaución, especialmente en días de lluvia, ya que puede haber zonas resbaladizas o encharcadas.
La ruta finaliza junto a la Central Hidroeléctrica de Camijanes, donde se encuentra una cascada que marca el punto final del camino. El entorno ha sido acondicionado con una plataforma para la observación del salto de agua y zonas para el descanso, respetando la vegetación y sin alterar el cauce.
Conservación y biodiversidad en la senda
La Senda Fluvial del Nansa transita por una de las zonas naturales más importantes de Cantabria, ya que se encuentra dentro de un espacio declarado Zona de Especial Conservación (ZEC) y Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), lo que refleja la riqueza ecológica de la zona.
Este entorno, marcado por el curso del río y su vegetación de ribera, alberga una gran diversidad de especies animales y vegetales. La conservación de esta zona ha sido clave para mantener un equilibrio entre el uso recreativo y la preservación de sus recursos naturales, permitiendo que los visitantes disfruten de un entorno virgen sin poner en riesgo su integridad.
El proyecto de la senda también ha considerado el impacto ecológico del senderismo, y se han implementado medidas para reducir al mínimo la alteración del ecosistema local. Las infraestructuras, como las pasarelas y los puntos de descanso, se han instalado utilizando materiales naturales y respetuosos con el medio ambiente, lo que ha permitido preservar la flora y fauna autóctona sin alteraciones significativas.
Además, el recorrido está diseñado para que los senderistas puedan disfrutar del entorno sin interferir en los hábitats más sensibles, como ocurre en las inmediaciones de la ya mencionada Cueva del Rejo. Con este enfoque, la ruta no solo permite una conexión directa con la naturaleza, sino que también se consolida como un modelo de turismo responsable que favorece la sostenibilidad y la conservación a largo plazo.
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