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Este blog pretende transmitir reflexiones sobre música, literatura, arte, pensamiento y cultura en general, sin eludir la dimensión política. Trata de analizar la realidad, especialmente cuando, como ocurre con frecuencia, supera la ficción.

El peronismo, paradoja y vitalidad

Juan Domingo Perón.

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“Los peronistas no son ni buenos ni malos, son incorregibles”. La cita es de Jorge Luis Borges y responde, de una parte, a la agudeza habitual en el gran escritor. De otra, está marcada por su conocido antiperonismo. Es algo normal en un argentino, ya que desde que apareció el movimiento político conocido como peronismo en los años cuarenta del pasado siglo, la vida de Argentina se ha debatido entre dos orientaciones políticas, que perviven en la actualidad: peronismo y antiperonismo.

La cita sobre los peronistas está recogida en el libro del historiador Javier Paniagua El peronismo explicado a los europeos. De Perón a Milei (Cátedra). El antiperonismo de Borges parece esperable en un escritor de enorme cultura, como él, ya que, en general, la intelectualidad argentina ha sido refractaria al movimiento populista y de difusos contornos ideológicos encabezado por el general Juan Domingo Perón. Además, como recuerda Paniagua, Borges fue destituido por la Administración peronista como director de la biblioteca Municipal de Buenos Aires y nombrado inspector de aves y corrales, afrenta que nunca perdonó. Pero si seguimos con Borges, quizá nos perdamos en el jardín de los senderos que se bifurcan.

Su caso es uno más entre los argentinos que han acabado alineándose firmemente en una de las dos mitades de la población: a favor o en contra del peronismo. Porque esta toma de partido se asemeja a la de los partidarios de uno u otro equipo de fútbol rivales, como el Madrid o el Barcelona. La postura parece configurarse en torno a una persona, al margen de las características ideológicas, que en el peronismo siempre han sido inconcretas, e incluso variables. No hay más que recordar las enormes diferencias entre las políticas marcadamente sociales de los Gobiernos presididos por Perón entre 1946 y 1955 y el liberalismo económico de Carlos Menem, de 1989 a 1999.

“Si lo analizamos en sus facetas sociales y económicas, sus políticas estarían en el centro izquierda, pero su opción cultural es la derecha”, dice Paniagua sobre el peronismo. Precisa que los argentinos, “cuando a veces se les pide que expliquen el peronismo, contestan que no existe una concreción ideológica, sino que es un sentimiento que sobrepasa cualquier razonamiento teórico”.

El libro hace un recorrido por la historia de Argentina, desde Hipólito Yrigoyen, que accedió a la presidencia en 1928, hasta la actualidad, con la presidencia del desmesurado anarcocapitalista Javier Milei, que, por supuesto, se enmarca en el bando antiperonista. Durante ese siglo ha habido varios Gobiernos peronistas, como los dos primeros mandatos de Perón, y el último con su vuelta en 1973, antes de morir al año siguiente. Pero también los presididos por su viuda María Estela, Carlos Menem, Néstor Kirchner, Cristina Fernández y Alberto Fernández.

Es apasionante el recorrido histórico, y sorprende que un país con enormes potencialidades y ricos recursos naturales haya caído tantas veces en graves crisis económicas con la inflación desbocada. También que en el periodo que refiere el libro haya habido hasta cinco golpes de Estado que dieron paso a dictaduras. El primero fue el de 1930, que abrió la llamada Década Infame. El último, el de Jorge Rafael Videla contra la presidencia de María Estela Martínez de Perón, con una dictadura que duró hasta 1983, cuando se celebraron unas elecciones democráticas ganadas por el antiperonista de la Unión Cívica Radical Raúl Alfonsín. Esa dictadura perpetró terribles atrocidades contra muchos de sus opositores: desaparecidos, rapto de bebés de parturientas detenidas, los vuelos de la muerte, en los que personas drogadas eran arrojadas al mar desde miles de metros de altura, y las torturas en la tristemente célebre Escuela Superior de Mecánica de la Armada.

El mito de Evita

En la primera presidencia de Perón tuvo un papel decisivo su segunda esposa, Eva Duarte, más conocida como Evita Perón, que fundó el Partido Peronista Femenino y fue la abanderada de las políticas social y referencia de los llamados “descamisados”. Murió a los 33 años en 1952, víctima de un cáncer, y se convirtió en leyenda. Perón mandó embalsamar el cadáver para exponerlo en la sede sindical de la CGT. Cuando en 1955 triunfó el golpe militar que lo derrocó, autodenominado Revolución Libertadora, los golpistas querían evitar que el cadáver siguiera siendo objeto de culto del peronismo y lo robaron. Acabaron por esconderlo en una furgoneta que iban aparcando en diversos lugares de Buenos Aires para que no lo localizaran. Luego buscaron otros emplazamientos. Estuvo escondida tras la pantalla del Cine Rialto y más tarde en la casa del mayor Eduardo Arandía, quien una noche mató a su mujer de tres disparos. En el juicio aseguró que la había tomado por el fantasma de Evita. En 1957 el cadáver fue trasladado en secreto por mar a Italia y enterrado con nombre falso en Milán. El dictador Lanusse organizó la exhumación y el traslado del cadáver a la residencia de Perón, que estaba exiliado en Madrid. En 1974, con la presidencia de María Estela, el cadáver fue trasladado a Buenos Aires, donde hoy está enterrado en el Cementerio de la Recoleta.

La historia reciente de Argentina está llena de hechos sorprendentes vinculados a la fuerte división entre peronistas y antiperonistas. Uno de ellos fue el ataque aéreo con bombas, en 1955, contra las plazas de Mayo y Colón y la Casa Rosada ordenado por el general Pedro Eugenio Aramburu contra Perón, en el que murieron más de 300 personas y hubo 1.200 heridos. Aramburu fue secuestrado, torturado y asesinado por los Montoneros, terroristas vinculados al peronismo, el 1 de junio de 1970.

La historia argentina se ha debatido desde los años cuarenta del siglo XX entre el inconcreto peronismo y un antiperonismo “radical”, dice Paniagua, “que ha pretendido erradicar al movimiento justicialista”. Nunca ha podido conseguirlo, quizás porque el peronismo supera la ideología. Lo dijo el novelista Osvaldo Soriano: “Nunca hice política, siempre fui peronista”.

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