China dibujó el cielo hace 2.300 años y ahora su mapa desafía los orígenes de la astronomía

La astronomía también tiene sus borradores. Algunos mapas del cielo no fueron diseñados para durar milenios, pero acabaron haciéndolo. Entre cálculos desfasados, errores de copia y observaciones acumuladas durante generaciones, hay registros que, en lugar de envejecer, se transforman con el tiempo. No es que nacieran incompletos, es que siguieron escribiéndose durante siglos, como si los astrónomos antiguos se hubieran pasado el testigo unos a otros en una carrera de fondo. Así es como el Manual estelar del maestro Shi ha terminado reabriendo un debate que parecía zanjado.
China podría haber registrado las estrellas mucho antes que el mundo occidental
El primer golpe de efecto vino del uso de un algoritmo de visión artificial: el Generalized Hough Transform. Aplicado sobre imágenes digitalizadas del manuscrito, permitió comparar con precisión las posiciones estelares descritas en el texto con coordenadas astronómicas modernas, teniendo en cuenta las distorsiones provocadas por la precesión de la Tierra y por los márgenes de error de los antiguos instrumentos. La sorpresa fue inmediata. La datación obtenida adelantaba el origen del catálogo hasta el año 355 a. C., unos 250 años antes de lo que se creía hasta ahora.
Este hallazgo coloca a China como el lugar donde se elaboró el catálogo estelar más antiguo del mundo. El trabajo fue llevado a cabo por investigadores del Observatorio Astronómico Nacional de China, que están pendientes de la validación de su estudio por la revista Research in Astronomy and Astrophysics. La nueva cronología otorgaría al manuscrito más de dos siglos de ventaja sobre el catálogo de Hiparco, que durante mucho tiempo fue considerado el primero en la historia.
La clave del manuscrito está en su estructura cambiante y su larga vida útil
La estructura del documento confirma esa superposición de épocas. El texto original habría sido redactado en el siglo IV a. C., mientras que algunas actualizaciones fueron incorporadas hacia el año 125 d. C., posiblemente bajo la supervisión de Zhang Heng. Este astrónomo de la dinastía Han es conocido por haber sido Gran Astrólogo en dos ocasiones, y por haber perfeccionado la esfera armilar, un instrumento astronómico que ayudaba a representar el cielo mediante aros móviles.

El manual, por tanto, no es un documento monolítico, sino una recopilación de observaciones a lo largo de al menos cinco siglos. Según detallan los autores del estudio, las aparentes incoherencias en las posiciones de algunas estrellas no serían errores, sino el resultado de estas revisiones parciales acumuladas. Así se justifica que algunas constelaciones parezcan estar desfasadas respecto al resto: proceden de diferentes momentos de actualización.
No todos los expertos están de acuerdo con esta interpretación. Daniel Morgan, historiador especializado en astronomía china antigua, propone una explicación alternativa. Según explica, el desfase en los datos podría deberse a un simple margen de error en el instrumento original con el que se elaboró el catálogo. A partir de ese cálculo, el origen del texto se situaría alrededor del año 103 a. C., lo que encajaría mejor con la adopción del sistema de coordenadas esféricas por parte de los astrónomos chinos tras la invención de la esfera armilar.
Entre las voces que avalan el estudio figura David Pankenier, profesor emérito de la Universidad de Lehigh y experto en historia astronómica china, que afirma que “esto es bastante concluyente”. Según recuerda, las conclusiones encajan con investigaciones anteriores como las de Joseph Needham, el bioquímico británico que dedicó gran parte de su carrera al estudio de la ciencia antigua en China.
La astronomía china vuelve a reclamar el lugar que le corresponde
Más allá de la datación exacta, el Manual estelar del maestro Shi ha vuelto a poner en primer plano la relevancia de la tradición científica china. Durante años, sus aportaciones fueron minusvaloradas por parte de investigadores europeos, que las consideraban técnicamente inferiores. Sin embargo, muchos de estos documentos han demostrado una precisión sorprendente.
El manuscrito contiene más de 120 constelaciones organizadas en un formato sistemático, algo que no se encuentra en los textos babilónicos, que aunque sí son más antiguos, se limitan a descripciones escritas sin mapas gráficos.
La pugna por establecer cuál fue el primer gran catálogo del cielo sigue abierta. Pero lo que sí está claro es que el manuscrito chino se ha ganado un sitio preferente en esa historia, no solo por su antigüedad, sino también por su ambición.
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