
Tras las huellas del primer peregrino: el Camino Primitivo en Asturias

Hay muchos caminos que llevan a Santiago, pero en la quinta etapa del Camino Primitivo, entre Pola de Allande y Berducedo, hay un momento que se queda grabado: el de coronar el Puerto del Palo, a 1.146 metros de altitud. No es solo el punto más alto de toda la ruta, sino también uno de los más espectaculares. El ascenso exige esfuerzo, pero al llegar arriba el paisaje hace que todo merezca la pena: a un lado, el valle del río Nisón, y al fondo, la sierra de Valledor, que ya asoma a Galicia. Mientras que por el camino habrás dejado lugares que siempre sorprenden, como el pueblo de Lago, las antiguas minas romanas de oro o la misteriosa cueva de Xuan Rata.
El Camino Primitivo fue el primero de todos los caminos a Santiago. Nació en Asturias y aunque hoy lo recorren caminantes de todo el mundo, ha conseguido mantener su esencia tranquila, rural y hospitalaria. Es ideal para quienes buscan una experiencia más auténtica, sin aglomeraciones, con más monte y menos asfalto.

Todo empezó con Alfonso II el Casto, rey de Asturias, que en el siglo IX emprendió el viaje desde Oviedo/Uviéu para ver los restos del apóstol Santiago, en cuyo honor ordenó edificar un primer templo. Su ruta se convirtió en el primer camino jacobeo, y por eso se le conoce como el Camino Primitivo.
Una ruta con historia, arte y leyendas
Hoy, ese camino sigue vivo y se extiende por más de 320 kilómetros hasta Santiago. De ellos, más de 45 discurren por Asturias si se opta por el trazado directo, o 141 si se elige la variante de los Hospitales, una alternativa más exigente pero también más salvaje y espectacular. En ambos casos, la ruta avanza entre bosques, montañas y pueblos que aún conservan sus ritmos y tradiciones.
Todo comienza en Oviedo/Uviéu. Allí, la primera parada es la Catedral de San Salvador, epicentro espiritual de esta ruta. Ya lo explica el dicho: “Quien va a Santiago y no al Salvador, visita al criado y olvida al Señor”. Pero Oviedo también guarda otras joyas del prerrománico, como San Julián de los Prados o, en la falda del Monte Naranco, los templos de Santa María y San Miguel de Lillo.

Después, el camino va dejando pequeñas sorpresas: la iglesia de Santa María de Bendones, el santuario de la Virgen del Fresno o la iglesia de Santa María La Real del Monasterio de Obona, vinculada al pasado monástico del suroccidente asturiano. En Cornellana, el Monasterio de San Salvador conserva en su fachada una escena curiosa: una osa amamantando a una niña. Según la leyenda, la infanta Cristina, hija del rey Bermudo II, se perdió en los bosques y fue salvada por el animal. En agradecimiento, fundó el monasterio e inmortalizó la historia en piedra.
A lo largo del recorrido también aparecen testimonios de épocas distintas: las termas romanas de Valduno, en Las Regueras, o el mercado tradicional de Grado/Grau, documentado desde el siglo XII. Más adelante, la cultura vaqueira deja su huella en la arquitectura de algunas aldeas. Y en Grandas de Salime merece la pena visitar el yacimiento arqueológico del Chao Samartín y el Museo Etnográfico, que ayuda a entender cómo era la vida en esta zona hasta no hace tanto.
Caminar, comer, parar
El Camino Primitivo podría completarse en unos nueve o diez días, aunque cada persona puede adaptar su marcha. Hay tramos para tomárselo con calma y también buenas infraestructuras para planificar la ruta: albergues públicos y privados, servicios para el transporte de equipaje, taxis e incluso opciones para practicar deportes de aventura. Es un camino cómodo de seguir, pero con toda la autenticidad que buscan quienes se alejan de las rutas más concurridas.
Y luego está la gastronomía, otro de los grandes motivos para hacer este viaje. El chosco de Tineo es casi un emblema de la zona, pero hay mucho más: el pote de Grandas de Salime, el repollo relleno, los quesos, los embutidos y también los vinos del suroccidente. Los dulces merecen capítulo aparte: el tocinillo de Grado o los “carajitos del profesor”, típicos de Salas, son un premio para cualquier etapa. En muchos pueblos aún existen los bares-tienda, esos espacios donde se mezcla el café de la mañana con las compras diarias, y donde siempre se puede comer algo casero y reconfortante. Porque aquí, parar a reponer fuerzas no es una pausa: es otro modo de vivir el camino.

Diez años como Patrimonio de la Humanidad
En 2025 se cumplen diez años desde que la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad Los Caminos de Santiago del Norte Peninsular, de los cuales dos recorren el Principado: el citado Camino Primitivo y el Camino de la Costa. Rutas que, a pesar del paso del tiempo, siguen sorprendiendo y conectado a quienes las recorren.
Hoy, llegar a Asturias es más fácil que nunca: hay conexiones aéreas con varias ciudades españolas y tren de alta velocidad hasta Oviedo y Gijón. Y aunque muchos lleguen al Camino Primitivo buscando historia y naturaleza, lo que se llevan suele ser otra cosa: la sensación de haber formado parte de algo que merece la pena conservar.
