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Retomó hoy en esta columna que publica cada dos semanas este periódico que están leyendo, con el argumento que expuse en mi último artículo: el sector agrario tiene futuro. Es también el motivo principal del libro 'El Resurgir del Agro', que presenté en la librería Popular de Albacete el pasado 6 de marzo.
Estoy enormemente agradecido a todos los que quisieron acompañarme en ese momento. Una representación muy relevante del sector agrario y agroalimentario, del mundo académico, y de la sociedad civil de la provincia de Albacete estuvo presente. Recibí mucho cariño de un sector al que defiendo, siempre, y al que miro con optimismo, como ya sabían, y pudieron comprobar todos los asistentes.
Debatimos allí sobre los retos que recojo y analizo en el libro, centrándonos en el apoyo al modelo de agricultura familiar, la nueva PAC y el acceso al agua.
Tres cuestiones fundamentales para alcanzar un futuro optimista y sostenible para el sector agroalimentario. De manera particular, en Albacete, dedicamos tiempo al agua, su utilización en el sector agrario, su escasez -en el sudeste de nuestra región de manera cada vez más preocupante- y la necesidad de apostar por modelos innovadores, como puede ser la creación de bancos públicos de agua para su distribución entre jóvenes y profesionales, propuesta de muchos años de reflexión, y que convertimos, en colaboración entre la Confederación Hidrográfica del Júcar y la Consejería de Agricultura de Castilla-La Mancha, en iniciativa y en acción política “piloto” en la cuenca del Júcar para este período de planificación hidrológica.
Pero una de las cuestiones que quise poner encima de la mesa de forma especial, y que atrajo la atención de los asistentes fue la de las políticas comerciales y el anuncio de los nuevos aranceles a los productos europeos, por parte del presidente de Estados Unidos.
Es pronto todavía para saber a qué productos se les impondrán y en qué porcentaje serán estos “impuestos” a la exportación de la Unión Europea al mercado estadounidense. Algunas pistas nos dan los que la primera administración Trump impuso al aceite, al vino y a las aceitunas de mesa, este último todavía en vigor.
Más allá de los mecanismos para sortearlos, en el caso, por ejemplo, de que, para el aceite o el vino, pudieran imponerse solo a los productos envasados, lo que abriría las puertas a la exportación a granel; algo es algo… Conviene subrayar algunas cifras.
Con datos de las exportaciones españolas del mes de diciembre de 2024 -último disponible- España exportó productos agroalimentarios a todo el mundo por un valor total de 6.067 millones de euros, de los que solo un 4,7% (288 millones de euros) se destinó a Estados Unidos.
Algunos datos, argumentos, algunas reflexiones, en un día que, para mí, fue muy especial.
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