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Cómo acercar la Memoria Histórica a los jóvenes: clases contra la “revolución del odio” o visitar fosas comunes franquistas

Jóvenes de Iznalloz celebran el día de la memoria en Andalucía.

Juan Miguel Baquero

13 de junio de 2025 20:12 h

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Unos alumnos entonan el Cara al sol, himno de un partido fascista español. Viajan en autobús, de excursión, y los profesores actúan y desvían la ruta a un 'Parque de la Memoria' donde hay 68 víctimas del franquismo asesinadas. Tras la explicación, a pie de fosa común, los estudiantes acaban cantando el Bella Ciao, himno antifascista que viralizó para los jóvenes la popular serie La casa de papel. ¿Para qué sirve la Memoria Histórica? He ahí un ejemplo.

¿Por qué un grupo de chicos grita “viva Franco” en el patio de un instituto? ¿Qué lleva a un adolescente a defender una dictadura? El avance de la extrema derecha entre los jóvenes destapa una ola reaccionaria en las aulas que, como en la calle, está vinculada a las redes sociales. Y al triunfo de personajes disruptivos como Donald Trump y el auge de los discursos de odio.

“Lo poco que conseguimos en el aula se pierde en cuanto abren el móvil”, resume un profesor de educación secundaria, en conversación con elDiario.es Andalucía. Una realidad global que en España añade las 'fake news' del franquismo sociológico que todavía perduran: de ‘Franco hizo pantanos’ a la teoría equidistante de ‘los dos bandos’ y ‘todos mataron igual’.

El antídoto para combatir al relato ultra que cala en las escuelas es la educación –y la pedagogía en Derechos Humanos–, según los expertos en la materia. Pero la Memoria Histórica es una asignatura pendiente y los libros de texto minimizan aspectos como la represión franquista. Aun así, hay ejemplos que abren el camino a seguir para acercar la Memoria Democrática a la gente joven.

Del ‘Cara al sol’ al ‘Bella ciao’

“En el autobús unos pocos alumnos cantan el Cara al sol y sus profesores se enteran que en el pueblo hay un 'Parque de la Memoria' y deciden llevarlos para explicarles qué pasó en este rincón de la sierra gaditana”, cuenta a este periódico Eli González, de la Asociación de Familiares Asesinados Contra el Olvido (AFACO). El memorial está en una aldea, Benamahoma (Cádiz), construido en el mismo lugar donde había 68 víctimas del franquismo en 19 fosas comunes que hoy yacen en los nichos que rodean los expectantes jóvenes.

Con una clase de historia viva, los estudiantes descubren que en su tierra no hubo guerra civil, solo represión y masacre como en gran parte de Andalucía, y que las personas muertas a tiros eran civiles, no militares. Y comprenden que bajo sus pies está el rastro de los crímenes del cabo Vadillo y la crónica genocida de los Leones de Rota, una partida de falangistas que asesinó… a los sones del Cara al sol, el mismo himno fascista que cantaron en el autobús.

“Les enseñé una fotografía –de los esqueletos de dos víctimas– y les dije: ‘Uno de ellos tenía vuestra edad’, sobre 16 años, era mi tío y el otro su padre, mi abuelo”, explica. “¿Os veis con una pistola apuntando a vuestra cabeza y que os peguen un tiro junto a vuestro padre? Sin haber hecho nada. Eso es lo que ocurrió aquí”, les dijo, señalando una imagen que aparece en el libro Cádiz, tierra con memoria y el documental Alcancías.

“Los alumnos fueron encantadores, atendieron de una forma impresionante, empatizaron con las víctimas, cuando terminé siguieron preguntando y compartiendo historias que habían escuchado… La experiencia no pudo ser más enriquecedora”, subraya Eli González. “Por eso les pregunté si conocían el Bella Ciao y me dijeron que sí, por La casa de papel, y entonces les invité a que la cantáramos”, señala.

Ruta, y música, de la memoria

Un grupo de 40 jóvenes recorre los lugares de memoria del exilio republicano en Navarra, Cataluña y el sureste de Francia. Los adolescentes –de 16 y 17 años– provienen de todo el territorio español y emprenden un viaje formativo que invoca (de nuevo) la música “para acercar la oreja a la tierra y reconocer el sonido de la memoria”, dicen los organizadores de una expedición que no es casual y responde al proyecto pedagógico Ruta al exilio.

La convocatoria 2025, con el título ‘Una tierra por cantar’, ya está completa –la inscripción es gratuita– y será del 15 al 29 de julio. El viaje “explorará cómo la música, la poesía y los testimonios orales quedan inscritos en el imaginario colectivo y definen lo que somos”. Ahí suenan canciones que se oían en la República, en la guerra y las trincheras, los poemas de las Sinsombrero… relatos silenciados por la represión franquista “que se volvieron gritos por la memoria”.

Los diversos talleres educativos tienen un objetivo troncal: “que la juventud conozca el exilio republicano como un proceso de diáspora complejo enmarcado en una guerra que, pese a dirimirse en suelo español, tiene un alcance internacional”, resume la coordinadora pedagógica, Anna Pastor. Y todo bajo el “potente poder evocador” de los espacios de memoria que recorren.

Contra la “revolución del odio”

La “rebeldía” imberbe abraza entonces una deriva antidemocrática difícil de voltear. En ese giro del discurso de extrema derecha trabajan de forma activa algunos centros educativos, caso del Instituto de Enseñanza Secundaria Montes Orientales de Iznalloz (Granada), con un proyecto sobre Memoria Democrática y contra la “revolución de odio”, sintetiza el profesor José María García-Consuegra.

“Arrancar con esta idea fue como tirarse al monte, empezamos con pequeñas píldoras como el aniversario de La Desbandá –el mayor crimen de guerra del franquismo– y ya llevamos cuatro años y vienen expertos a dar charlas, tenemos varios murales en el centro, un club de lectura, vemos documentales… actividades de una o dos semanas sobre memoria en clase para que sepan qué es y qué pasó”, enumera el docente. Porque el problema ultra, advierte, es real y creciente.

“Hay alumnos que se declaran defensores abiertos de la ideología franquista, que manifiestan la rebeldía adolescente con el ‘viva Franco’, los pantanos y el tópico discurso de siempre”, advierte. “En clase hago que se expresen, no les corto, está bien que tengan voz porque así le ponemos el espejo y ven la realidad, que lo que les cuentan en TikTok no es verdad”, continúa. “No los vas a cambiar de pronto pero al menos sembramos esas dudas, que les llegue el mensaje de los Derechos Humanos”, amplía.

Y el trabajo en las aulas sirve también “para dar voz y voto a los que suelen estar callados, los que no se creen el discurso franquista y por vergüenza o falta de información no se manifiestan pero, en la medida que tienen conocimientos, sí ven que es una injusticia y rebaten con argumentos”, apunta el profesor. “Suelen ser alumnas”, matiza. Porque la ola reaccionaria vive un sesgo de género: “chicos más franquistas, chicas más antifascistas”.

Error del sistema (educativo)

“En el temario de Historia no da tiempo a tocar en profundidad el siglo XX, no llega a darse bien, sobre todo la represión franquista”, lamenta. La idea del instituto fomenta la investigación del alumnado y el trabajo de la historia oral. “Preguntan en casa y ahí sus abuelos empiezan a hablar, saben si alguno sufrió represión, y los estudiantes alucinan porque comprueban que no son cosas de película sino que pasó en sus propias familias”, dice el educador.

El error del sistema educativo condiciona la dimensión de la memoria histórica democrática en los libros de texto escolares, una gran olvidada como ratifica Enrique Javier Díez, profesor en la facultad de Educación de la Universidad de León y autor del libro La asignatura pendiente. Las editoriales que elaboran los manuales de Historia ofrecen una lectura equívoca que sigue “contando la historia de los vencedores” con la “equiparación entre golpistas y demócratas” o el uso de expresiones como “alzamiento” o “guerra fratricida”, sostiene.

“Los estudiantes saben más del nazismo que del franquismo”, condensa el experto. Tergiversación histórica, equidistancia y ausencia de referencias a las mujeres republicanas resaltan como fallos sistémicos, según su pormenorizado estudio. Un diagnóstico sobre el que coinciden otras investigaciones académicas como La dictadura del silencio. Las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo en los libros de Secundaria y Bachillerato, de la investigadora de la Universidad de Zaragoza Isabel Escobedo Muguerza: los libros de texto “dedican más espacio a las etapas de la Guerra Civil que a la represión”.

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