Justicia para 'Girls': por qué recuperar la serie que retrató los sueños rotos de más de una generación

Fue en 2023 cuando se hizo patente que la serie Girls, creada por Lena Dunham en 2012, estaba de nuevo en el centro de la conversación. Primero, se notó en las redes sociales y después en los artículos en los medios generalistas acerca del rewatch (en castellano sería “volver a ver”, pero el término en inglés impera online) con titulares como “¿Por qué todo el mundo está volviendo a ver Girls?”. Este renovado interés por las tribulaciones de ese grupo de amigas disfuncionales continúa a día de hoy y muestra que el programa ha roto las barreras de la edad. Los vídeos de reacciones pueblan TikTok, territorio Z, mientras que los millennials comparten las escenas que les marcaron en Instagram: parece que Hanna Horvath ha conseguido ser una voz pero no solo de una generación, sino de dos, como poco.
Pero 13 años después de su estreno en HBO, Girls no se asimila de la misma manera. En todo este tiempo, algunas cosas han cambiado mucho y otras no tanto. Las críticas que recibió desde el primer momento, como la falta de diversidad del elenco, son aún más sangrantes. Otras, como que solo representaba la realidad de unas niñas pijas en Nueva York, solo demuestran estrechez de miras. Por supuesto que Hannah, Shoshanna, Jessa y Marnie eran unas privilegiadas, pero los problemas a los que se enfrentan apelaban a muchos de sus etarios del mundo occidental: la precariedad laboral, la gentrificación y las consecuencias habitacionales, la fragilidad de la salud mental, la desigualdad de poder en las relaciones sentimentales, el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y los límites del consentimiento, entre otros.
De hecho, el principio del episodio piloto encapsula en unos minutos lo que supuso tener veinte años en los 2010 para muchos estudiantes vocacionales. Los padres de Hannah (alter ego de Dunham) le comunican en una cena que no van a seguir con su soporte económico –en una escena bastante parecida a la que protagoniza Winona Ryder en Reality Bites, cuando su personaje le pide un préstamo a sus progenitores, que se lo deniegan. La generación X tampoco andaba muy bien de pasta–, por lo que ella no puede seguir en el puesto de becaria no remunerada en el que lleva un año. Su licenciatura en filología no le sirve para nada en el mundo real y su aspiración de convertirse en escritora no se sostiene sin el dinero familiar.
Helena Álvarez tenía la misma edad que las protagonistas cuando se estrenó la serie. Ahora la está viendo de nuevo y la experiencia la está llevando a enfrentarse a traumas pasados como millennial que intentó abrirse camino en la industria creativa hace una década. “Hace poco, Polyester Magazine sacó un podcast sobre aquella época y yo dejé un comentario en el post que hicieron en Instagram que tuvo como 200 likes porque decía que cómo se nota que esta gente que está romantizándola no ha tenido que escribir artículos a cambio de nada o de exposición en Vice”, explica a elDiario.es.
La vi cuando se estrenó y la seguía religiosamente. Me hipnotizaba y hacía que me hiciera muchas preguntas sobre la amistad ya que el grupo de Hannah era totalmente disfuncional: no entendía por qué insistían en ser amigas cuando claramente no se soportaban
Para ella, la esencia de Girls es el retrato de los sueños rotos de su generación. “Creíamos que podíamos ganar y no. Hace poco hablaba con unos amigos un poco mayores que yo y recordaban a una colega que había hecho un curso de coolhunting, una chavala con un background muy obrero. Nos creíamos que podíamos hacer esas cosas, ¿a dónde íbamos?”, sostiene. De momento, va por la segunda temporada de la serie, cuando Hannah “está chiflando porque está haciendo un libro pero está supersola y no sabe cómo”, algo parecido a lo que sintió ella en su momento: “Me salían oportunidades pero la cagaba porque no podía cumplir mis propias expectativas. Nos vendieron que iba todo para arriba y no”.

Bárbara Arena es una defensora acérrima de Girls. Como Helena, la vio a tiempo real y le encantó desde el principio. La ha revisitado dos veces desde entonces y asegura que todas le ha gustado aunque de formas distintas, en parte porque la manera de acceder a los contenidos ha cambiado: “Creo recordar que la primera vez teníamos que esperar a que salieran los capítulos semanalmente, lo que permitía ese tipo de disfrute exento de empacho”, rememora. Es consciente de que hay referencias que se han quedado anacrónicas porque estaban muy ligadas a su momento, pero los temas principales son los mismos. “Es una serie muy imperfecta pero perfecta en su imperfección; no le cambiaría ni una coma pese a los agujeros y las grietas”, declara.
“No he hecho rewatch porque no me da la vida con todo lo que tengo que ver, pero lo haría con gusto”, sostiene la periodista experta en series Alejandra Palés que, pese al paso del tiempo, la tiene fresca en su memoria. Como Bárbara Arena, ya conocía el trabajo de Lena Duham antes de Girls gracias a su película Tiny Furniture (2010), con la que obtuvo un éxito notable en el festival de cine de Sundance y el favor de la HBO. “La vi cuando se estrenó y la seguía religiosamente”, comenta, “me hipnotizaba un poco y hacía que me hiciera muchas preguntas sobre la amistad ya que el grupo de Hannah era totalmente disfuncional: no entendía por qué insistían en ser amigas cuando claramente no se soportaban”.
Nuevas espectadoras
Esa incomprensión que sintió Palés en 2012 es la misma que experimentó la guionista y escritora Gema del Castillo cuando vió Girls por primera vez hace cinco años. Hasta entonces nunca había oído hablar de la obra de Dunham. “Había visto todas las series del mundo porque soy superseriéfila y había visto Sexo en Nueva York, pero esta no la conocía. Un amigo me la recomendó y al principio dije: ‘Dios, qué tontas son. Todas son insoportables, las odio’ y cuando la acabé fue como: ‘Dios, soy yo”, reconoce. Ahora es ella la que la prescribe a sus amigas: “Creo que se está redescubriendo ahora. En su momento, puede que en Estados Unidos sí, pero creo que en España no fue demasiado famosa. No fue la típica Big Serie HBO”.
Tiene 29 años y aunque por edad está casi a caballo entre la generación Y y la Z, se considera más de la segunda. Sin embargo, se siente cercana a Hannah y sus colegas, que bien podrían ser sus hermanas mayores. “Siento que mi generación ya creció con la derrota. Girls refleja esa cosa de revolcarnos en la miseria que nos gusta mucho a los Z, pero desde la comedia. Eso es un poco lo que más nos atrae de ella, el sentirnos como en un safeplace”, afirma. Su devoción por la serie ha influido en su trayectoria profesional: hace un año hizo un TikTok diciendo que se necesitaba ‘una Girls’ a la española que se hizo viral y ahora publica el libro Algún día nos reiremos de esto (Grijalbo). Es, precisamente, una novela sobre cuatro amigas precarias que comparten piso y ansiedades. “No voy a decir que me cambió la vida, pero me ha influido de muchas maneras”, señala.
Siento que mi generación ya creció con la derrota. Girls refleja esa cosa de revolcarnos en la miseria que nos gusta mucho a los Z, pero desde la comedia
Uno de los grandes motores de la recuperación de la ficción de Dunham es el podcast estadounidense Girls Rewatch, comandado por Amelia Ritthaler y Evan Lazarus, que empezó a emitirse en 2023, en la línea de otros previos como Buffy The Gilmore Slayer. En España (de momento) no se ha hecho ninguno centrado en la serie, aunque sí se ha hablado de ella en algunos programas de temática televisiva o conversacionales como Gent de Merda, que le dedicó su episodio número 151. Ofèlia Carbonell es una de las cuatro integrantes del equipo y cuenta a elDiario.es que vio Girls cuando se estrenó, en webs ilegales, con 18 años recién cumplidos. “La empecé porque me salían fragmentos o capturas en Tumblr. Y sí que me gustaba, sobre todo porque me daba una ventana a esa vida que yo esperaba tener a la que cumpliera veintipico años”. A ella le pasó un poco como a Gema: de primeras no soportó a las protagonistas pero cuando la recuperó, hace dos años, se sorprendió de cómo había cambiado su percepción. “En el segundo visionado me identifiqué muchísimo con Hannah, que era el personaje que había odiado en el primero. Cada capítulo pensaba ‘soy ella’. Y cada vez lo soy más”, asegura.
Reddit es otro de los espacios de Internet donde más se ha hablado de Girls y su rewatch. Marta es una de las usuarias que ha participado en la conversación: ella llegó a la serie en 2020 con 23 años, una edad similar a la de las protagonistas. “Me siento en general cercana a sus problemas, y a las vivencias que tienen, salvando las distancias entre la realidad y la ficción. Pero creo que, a rasgos generales, describe muy bien cómo ha sido para mí la entrada a la vida adulta después de estudiar”, asevera.

Ahora la está viendo por segunda vez –no la ha terminado todavía, va por la quinta temporada– y con 28 años observa con más distancia las tramas de los primeros capítulos. “Las siento como niñas disfrazándose de adultas que aún no se saben gestionar emocionalmente y son egoístas. Supongo que las veo más como en una fase que ya he superado”, manifiesta. En esta ronda también ha cambiado su opinión sobre ellas, como comentaba Ofèlia. En el caso de Marta, en principio se reconoció en Hannah, pero ahora simpatiza más con Shoshanna aunque era la que peor le caía porque era “la pardilla del grupo”.
Es muchísimo más graciosa de lo que recordaba. Cuando la vi la primera vez me sentía representada pero no entendía lo humorístico de las situaciones
Su mirada al respecto de los personajes masculinos también se ha alterado. Si en un primer momento su “amor platónico” fue Adam, ahora la balanza se inclina a favor de Ray. Gema está en su mismo equipo: para ella, los mejores papeles son los de Shoshanna y Ray, aunque le parece que están poco explotados. “Cada diálogo de él parece que está escrito a día de hoy por el conocimiento de geopolítica que tiene. Me parece un tío brillante, del que te podrías enamorar”, analiza, a la vez que considera que: “Shoshanna en general me parece muy divertida pero se quedó solamente como un meme de Sexo en Nueva York. Ella explora las dificultades del mundo laboral, nunca se siente suficiente y en realidad es una tía que vale muchísimo”.
Helena indica un aspecto clave de la serie que su memoria había difuminado: el humor. “Es muchísimo más graciosa de lo que recordaba. Cuando la vi la primera vez me sentía representada pero no entendía lo humorístico de las situaciones”, apunta. Ella se sentía igual de desquiciada que las protagonistas, así que no le veía la gracia, pero con la distancia del tiempo ha entendido el chiste. “Ahora me parto [con ellas] y me parto de mí misma también”, asevera.
Historia de la televisión
Las seis temporadas de Girls le dieron a Lena Dunham casi tantos disgustos como alegrías. Pagó el precio de ser arriesgada y rodar escenas de sexo torpe y poco placentero, hacer que sus personajes fuesen insoportables y plantear cuestiones acerca del deseo femenino, el aborto o la lealtad. Si bien la ficción producida por Judd Apatow no está exenta de fallos o reproches, una década después hay pocas dudas acerca de la desproporción de las críticas que le hicieron a la creadora, muchas acerca de su físico. “El hecho de ser mujer joven con un cuerpo no normativo en el que puso un foco de atención muy grande hizo que se le hicieran unas campañas muy fuertes de odio, de pseudocancelación o, al menos, de cogerle manía delante del ojo público”, estima Ofèlia.
“Se trató muy injustamente a Dunham, que al final tenía 25 años”, expone Alejandra, “en algunos casos hubo gente que no acaba de entender lo que intentaba explicar con los personajes que creó, que te los tenías que tomar como retratos paródicos”. Para ella, el capítulo American Bitch (el tercero de la sexta temporada) es historia de la televisión. Gema del Castillo lo define de la misma manera y sostiene que la creadora fue una visionaria.

Todo el capítulo son debates sobre abusos, roles de poder, consentimiento y deseo
Es un episodio que pone en suspenso la trama general para contar el encuentro que Hannah tiene con un escritor y profesor universitario acusado de acoso sexual por sus alumnas. La protagonista va a su casa para entrevistarlo y termina echada en la cama a su lado, tocándole el pene sin haberlo escogido pero sin que haya habido una coacción explícita por parte de él. Una denuncia cruda y directa de cómo el abuso de poder puede disfrazar de consentimiento una agresión sexual en televisión, solo un poco antes de que estallase el MeToo. “Todo el capítulo son debates sobre abusos, roles de poder, consentimiento y deseo”, relata Ofèlia. El final del episodio en el que Hannah se va y un montón de mujeres se dirigen a la casa en marcha, le recordó a las manifestaciones de 2018.
Antes de su recuperación actual, Girls había caído en un cierto ostracismo, eclipsada por otras ficciones más actuales protagonizadas por mujeres jóvenes como La vida sexual de las universitarias o Euphoria. Bárbara sostiene que “hubo un momento bastante largo (duró años) que, por desgracia, debimos bajarnos a las trincheras a reivindicarla (nadie nos escuchaba)”. Ahora la serie vive un momento dulce, pero ella cree que volverá a llegar el momento de defenderla de sus detractores masivos. “Internet es pendular, así que volverán a devaluarla en breve y ahí estaré yo para pegarme con quien sea”, concluye.
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