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CV Opinión cintillo

El cónclave de los panes y los peces

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Pietro Parolín era el gran favorito y ya se veía en el trono. Quizá le frenó algo que en nuestro país conocemos bien: Distinguir entre la nueva y la vieja política. En cambio Dolan, el cardenal y arzobispo de Nueva York lo entendió perfectamente.

Los diversos medios vaticanos retratan al Cardenal Parolin como un hábil negociador diplomático, especialmente en asuntos internacionales como las relaciones con China. Su enfoque pragmático lo lleva a buscar acuerdos mediante concesiones y peticiones, de forma clásica: un escenario donde cada movimiento implica sumar y restar. Parolin plantea una consecuencia y lo presenta a los interesados, sumando aliados no necesariamente por lealtad personal sino por el escenario práctico. Su visión de favorito quizá le hizo perder también, con el famoso abrazo con Giovanni Battista antes de entrar en la Sixtina. En el entorno del cónclave, se ve a Parolín participando en negociaciones directas, parece que intentó aplicar estas mismas habilidades negociadoras para conseguir apoyos específicos, pero sus maniobras diplomáticas y alianzas estratégicas no lograron generar el amplio consenso necesario, e incluso podrían haber perjudicado sus aspiraciones. Parece ser que la vieja política puede que sea el juego de sumar y restar. Ver cuantos apoyos tiene un cardenal y sumarlos a los míos, así voy sumando a los más populares en un mismo manto, se llame cardenal Tagle o Zuppi. Una suma de prebendas o también de sutiles amenazas para restar al resto de candidatos. En definitiva, contar con una tabla de sumas y restas.

La Biblia nos da una pista de que hay algo más allá de sumar y restar. Leemos a San Marcos 6:41: “Jesús tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo los bendijo. Luego partió los panes y se los dio a sus discípulos para que los repartieran entre la gente, y también repartió entre todos los dos peces. Todos comieron y quedaron satisfechos, y con lo que sobró del pan y los pescados llenaron doce cestas”. Multiplicar panes y peces. Este pasaje es el que aplicó a la perfección el Cardenal Dolan, el gran protagonista de esta historia. Ahora mismo, un hombre eufórico, como podemos ver en las intervenciones de televisión y que la prensa italiana califica del auténtico “Kingmaker”. La nueva política no es sumar y restar apoyos, es inspirarse en los panes y los peces. La nueva política es multiplicar y dividir, eso es lo que entendió Dolan. Dolan entusiasmó, sin amenazas ni prebendas, sin negociar.

Al llegar a Roma más de dos semanas antes del cónclave, el Cardenal Timothy Dolan se unió a las Congregaciones Generales diarias, aunque llegó a perderse los dos primeros días de estas importantes reuniones. Fue durante estas congregaciones, donde los cardenales se conocían “seriamente cada día” y discutían los desafíos de la Iglesia. Le sorprendió que algunos de sus “hermanos cardenales” de fuera de Estados Unidos se le acercaran para preguntarle directamente “¿Qué hay de Robert Prevost?”, y se extrañaban de que él, siendo un cardenal estadounidense, no lo conociera bien. En ese preciso momento, con esa pregunta tan inocente de algún cardenal anónimo al cardenal Dolan, en ese instante de principios de mayo, empezó sin saberse, la historia del nuevo papa Leon XIV.

Dolan lo veía antes más como un misionero efectivo en Perú que como un cardenal típico de Estados Unidos. Percibiendo que “obviamente la gente está hablando de él”, Dolan sintió que debía “descubrir” más sobre Prevost y conocerlo mejor. Tuvo la oportunidad de desayunar con Prevost “por casualidad” en la Domus Santa Marta en la mañana del segundo día de sus reuniones, una interacción en la que Prevost mencionó haber estado en la ciudad natal de Dolan, St. Louis, como sacerdote agustino. A partir de ese encuentro, Dolan pensó “Este tipo es de verdad. Me gusta”. Aquí empezó en serio su campaña. Gustarle a una personalidad tan arrolladora, convincente, carismática como Dolan es multiplicador. Generaba ilusión en los cardenales, esperanza, hacía que no se sintieran títeres de sus intereses particulares. Aunque Dolan no pudo revelar detalles del cónclave, se ha reportado que Prevost ganó fuerza durante las Congregaciones Generales a través de sus intervenciones y discusiones en grupos pequeños, atrayendo el apoyo de cardenales de diversas regiones de habla inglesa y de Ámérica del sur. Por lo tanto, según las propias palabras de Dolan, su posición parece haber sido fomentar la observación y el aprendizaje de los cardenales (“mejor que lo conozca, porque obviamente la gente está hablando de él”, les decía), formando una impresión personal positiva basada en la interacción directa, y notando cómo el perfil atípico y percibida neutralidad de Prevost le ayudó a ganar estima entre los cardenales de diversas procedencias. Al final, el aprendizaje es la nueva política que multiplica y además divide a la vieja política.

Tras la elección, Dolan aseguró vivir una “explosión de esperanza y promesa y unidad” en torno al nuevo Papa. Mientras tanto, otros cardenales como Omella se dedicaba a disfrutar de la Capilla Sixtina y a convencer a los cardenales de la santidad de Antoni Gaudí, cada uno, a lo suyo. La prensa italiana, interpretando su papel, lo describió a Dolan como el “auténtico kingmaker”. Mientras la vieja política que practicó Parolín, que según medios italianos, cree que le traicionaron los mismos cardenales italianos que le apoyaban, se dividieron rápidamente. La nueva política la podemos entender como generar ilusión, ganas, sentido, aprendizaje, autenticidad y valoración de las personas, no hacerlas sentir como mercancías. El viejo Parolín estará leyendo la Biblia seguramente a Job 1:21: “El Señor me lo dio todo, y el Señor me lo quitó; ¡bendito sea el nombre del Señor!”.

P.D: Me he animado a escribir este texto tirando del hilo de numerosas declaraciones que se pueden consultar en estos 3 días después de la elección de Leon XIV, sobretodo de los cardenales entrevistados al finalizar el conclave, por curiosidad de ver el aprendizaje político que hay detrás del reciente “Habemus Papam”. Agradezco a Manolo Mata su mirada que ayuda cuando se diferencia tanto la vieja de la nueva política, que no está en los partidos, ni en las personas, sino en las formas.

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