
El reto no es la IA, sino prepararse para utilizarla bien

Tras el desarrollo de internet, los dispositivos digitales, la compra-venta online, las redes sociales y el entrenamiento y aprendizaje de grandes conjuntos de datos, la irrupción y disponibilidad a gran escala de la inteligencia artificial (IA) ha sacudido nuestro día a día. Una herramienta sensible en muchos sentidos, sobre todo en relación con el mercado laboral, con expertos vaticinando despidos masivos a la vez que se generarán nuevos puestos de trabajo, algunos aún inexistentes.
El informe 'The Future of Jobs Report 2025', que el Foro Económico Global elabora cada año con motivo de su cita en Davos -Suiza-, indica que, en cinco años, en 2030, la automatización de procesos que facilitará la IA destruirá unos 92 millones de puestos de trabajo en todo el mundo. Serán, básicamente, ocupaciones administrativas, de gestión financiera, cajeros o de personal de atención telefónica. Al mismo tiempo, el estudio señala que la adopción de la IA en el ámbito laboral generará 170 millones de nuevos puestos de trabajo en profesiones que ya están comenzando a despuntar y otras que todavía no existen.
“La inteligencia artificial está cambiando el mercado, pero no debemos verla como una amenaza, sino como una oportunidad para liberar a los profesionales de tareas repetitivas y mecánicas”. Así se pronuncia Cristian Albeiro Carmona Hernández, consultor especializado en inteligencia artificial, aprendizaje automático -machine learning- y transformación digital con más de una década a sus espaldas acompañando a empresas en el proceso de digitalización.
Transformación con valores
El análisis del Foro Económico Mundial destaca la importancia de la IA como motor de transformación empresarial y de crecimiento económico. Para ello es esencial adaptarse a los cambios que conlleva la IA, cuestión que pasa por que las empresas capaciten a sus trabajadores y se adapten a los nuevos roles que requieren experiencia en IA.
Carmona Hernández comparte esta visión y considera que “la tecnología no puede ser una solución aislada; debe ir acompañada de una cultura organizacional que favorezca la innovación y el aprendizaje continuo”, apunta. Un argumento que resume con la fórmula de las dos 'T': tecnología + talento, “para que la gente no se sienta desplazada, sino protagonista”.
Los prejuicios, la desconfianza ante lo desconocido y el imaginario que la ciencia ficción ha instalado, en el que máquinas inteligentes se revuelven contra el humano, se pueden confrontar con conocimiento, organización y valores. Para el especialista en digitalización, la transformación con sentido se sustenta en tres ejes: formación continua, estrategia alineada y cultura de la innovación y ética.
El consultor recomienda planes de capacitación que combinen habilidades técnicas y pensamiento crítico, de modo que los equipos comprendan -y desafíen- las recomendaciones de la IA. “Invertir en tecnología es esencial, pero invertir en talento es imprescindible”, argumenta. A ello hay que sumarle una visión clara del modelo de negocio, porque sin él se “pueden generar más problemas que soluciones”. Aquí los datos toman un papel esencial para sustentar la toma de decisiones, así como implementar herramientas digitales para fijar métricas y rediseñar flujos de trabajo. Finalmente, esta remodelación se debe acometer con metodologías ágiles, comités éticos y políticas de protección de datos. “La transparencia y la ausencia de sesgos son tan importantes como el propio código”, advierte Carmona Hernández.
Tecnología y liderazgo humano
Por todo ello, la digitalización solo será sostenible si abraza principios éticos y asegura oportunidades de desarrollo para las personas, augura el experto. “La tecnología por sí sola no resuelve problemas; es la forma en que la usamos lo que marca la diferencia”. Su mensaje es claro: sincronizar cultura y tecnología ya no es opcional, es la condición para que la innovación tenga sentido y perdure.
Cristian Albeiro Carmona Hernández subraya, además, que el liderazgo es el multiplicador silencioso de la innovación. “Un algoritmo puede procesar millones de datos, pero solo un buen líder convierte esa información en decisiones que inspiren al equipo”, afirma. El auténtico reto es fomentar la colaboración continua entre departamentos con metodologías ágiles, procedimientos por objetivos que se centran en la flexibilidad y la adaptabilidad, como Scrum o design thinking. A su juicio, la capacidad directiva para “crear una cultura interna de apertura al cambio y entusiasmo hacia la tecnología” es la palanca que diferencia a las compañías que solo compran software de las que realmente lo aplican y transforman su modelo de negocio.
A medio plazo, el consultor anima a tejer redes de innovación abierta con universidades, start-ups y centros de investigación y desarrollo (I+D) para mantener viva la ventaja competitiva. “Sin ese intercambio de conocimiento, el talento se estanca y la tecnología pierde sentido”, alerta.
Por eso recomienda a las empresas reservar presupuestos para proyectos piloto compartidos y becas de investigación aplicada, convencido de que “la digitalización no es cuestión de tamaño, sino de mentalidad: quien apueste por aprender en comunidad será el que marque la pauta del mercado”.
0