Este blog pretende transmitir reflexiones sobre música, literatura, arte, pensamiento y cultura en general, sin eludir la dimensión política. Trata de analizar la realidad, especialmente cuando, como ocurre con frecuencia, supera la ficción.
Resurrección

Probablemente muy pocos saben que la célebre Segunda sinfonía, Resurrección, de Gustav Mahler, fue estrenada en Valencia por la entonces llamada Orquesta Municipal. Ocurrió el 21 de febrero de 1951 en el Teatro Principal de la ciudad, bajo la dirección de Heinz Unger, con la Coral Polifónica Valentina y el Orfeón de Godella. Fuensanta Sola y Emilia Muñoz cantaron los papeles solistas. Una fecha tardía, si tenemos en cuenta que la obra fue compuesta entre 1888 y 1894, y estrenada el año siguiente en Berlín bajo la dirección del propio Mahler. La Orquesta de Valencia la ha interpretado en 13 ocasiones. La última en octubre de 2018, en el primer concierto de la fugaz titularidad de Ramón Tebar. Ahora ha sido programada por el Palau de la Música el próximo 3 de febrero, en un concierto a beneficio de los afectados por la DANA que reunirá a las orquestas de Valencia y de la Comunitat Valenciana, con el Cor de la Generalitat y las cantantes Sandra Samaoui y Eva Kroon. Dirigirá el venezolano Gustavo Dudamel y su paisano Pacho Flores tocará la trompeta en un arreglo del himno de Serrano que se interpretará al final.
Hay que considerar que la obra de Mahler, tan popular hoy en día, tardó en imponerse en las preferencias del público. Sus largas sinfonías, la mayor parte con duraciones superiores a una hora y con grandes masas orquestales, no fueron, por lo general, bien acogidas en su tiempo. Además, hay una característica de su obra que tardó en ser comprendida: la conjunción entre lo trágico y lo cómico. Parece tener su raíz en un recuerdo infantil que el compositor relató a Sigmund Freud. Al presenciar una de las frecuentes discusiones entre sus padres, salió corriendo a la calle, donde un organillo tocaba la canción popular vienesa O du lieber Augustin.
“Mi tiempo llegará”, decía Mahler, ante la incomprensión que despertaban sus obras. Sus palabras fueron proféticas. A partir de 1960, con la celebración del centenario de su nacimiento, la moda Mahler empezó a apoderarse de las salas de conciertos. Los ciclos de las sinfonías completas que grabaron Bernstein, Haitink y Kubelík, y en España el que le dedicó en Madrid la Orquesta Nacional, fueron decisivos. El nombre de Mahler ya se había instalado en el repertorio a principios de los ochenta, cuando el primer vicepresidente del Gobierno de Felipe González, Alfonso Guerra, declaró su interés por el compositor. Muy poco antes el detective Pepe Carvalho ponía un disco de Mahler en Los mares del sur, de Vázquez Montalbán (1979).
Si hoy en día Mahler está instalado en el centro del repertorio, su Segunda sinfonía, con la presencia del coro, las dos cantantes solistas, su muy fúnebre inicio y su resplandeciente final, se ha convertido en el menú musical idóneo de las grandes ocasiones. En seria disputa con la monumental Novena de Beethoven, que no deja de ser la preferida. La Orquestra de la Comunitat Valenciana ha interpretado la Resurrección al menos en dos ocasiones: bajo la dirección de Zubin Mehta en 2007 y con James Gaffigan en el podio en 2023. Este maestro norteamericano concluye su titularidad en el Palau de les Arts al final de esta temporada y será sustituido por el veterano director inglés Mark Elder, quien ha desempeñado largos periodos al frente de la English National Opera y la Orquesta Hallé de Manchester.
La interpretación de la Resurrección de Mahler ya confiere carácter singular al acontecimiento; también la presencia del muy célebre Dudamel, músico estrella del Sistema venezolano de coros y orquestas juveniles creado por José Antonio Abreu. Pero el hecho más raro, por lo infrecuente, es la colaboración de las orquestas de ambos palaus, dependientes de distintas instituciones, en un mismo concierto. Solo tiene un precedente: el concierto que se celebró en octubre de 2006 en el Palau de les Arts, con motivo del Nou d’Octubre bajo la dirección de Zubin Mehta. Es verdad que el teatro de ópera y el auditorio de Valencia han vivido bastante aislados entre sí. Puede que el concierto del 3 de febrero sea, como el final de Casablanca, el comienzo de una bella amistad.
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