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La Hermandad del marido de Aguirre sale de números rojos después de impulsar la explotación turística y cerrar su colegio

Sede del comedor social de la Hermandad del Refugio, a la izquierda, y el edificio que opera como 'hostel' después de que la propia Hermandad lo entregara a una empresa hotelera, a la derecha.

Guillermo Hormigo

Madrid —
3 de julio de 2025 22:20 h

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La Hermandad del Refugio al fin ve la luz al final del túnel. Al menos, económicamente hablando. La entidad religiosa, que tiene como hermano mayor y máximo responsable a Fernando Ramírez de Haro (marido de Esperanza Aguirre y poseedor del título nobiliario de conde de Bornos), sale de números rojos después de tres años consecutivos con crecientes pérdidas. Lo hace después de un cambio de paradigma en muchas de sus labores: sus dirigentes han clausurado un colegio privado de precios asequibles, han cedido un inmueble que servía de residencia de mayores para que se convierta en un hostel y han potenciado las visitas turísticas en los edificios históricos que controlan.

La organización debe compartir por ley sus auditorías públicas, con las cuentas anuales hasta 2024 disponibles en este enlace. En este último ejercicio, obtienen un beneficio de 202.923 euros. Una cifra que corta pero no compensa la dinámica previa, ya que la cantidad supone apenas el 10% de las pérdidas acumuladas los tres años anteriores: 122.000 euros en 2021; 270.939 en 2022 y hasta 1,7 millones en 2023. La Hermandad justificó este último descalabro en sus finanzas por “las indemnizaciones a los profesores del Colegio Purísima Concepción, por un valor total de 1.276.703 euros”.

La entidad admitía en su anterior memoria que “los ingresos normales de explotación no han compensado el déficit de las actividades desarrolladas por nuestra Hermandad del Refugio”. La nueva auditoría da cuenta de la acuciante necesidad de compensar los balances previos, ya que las ganancias se destinarán a “resultados negativos de ejercicios anteriores”.

Estos ingresos han llegado en gran medida de dos actuaciones vinculadas con la explotación turística. Las cuentas anuales de 2024 contemplan que los “eventos tales como visitas culturales, conciertos o viajes” reportaron 351.322 euros a la Hermandad. La cifra incluye la apertura a visitas turísticas de sus bienes patrimoniales. La iglesia barroca de San Plácido, en el corazón de Malasaña, se unió hace unos meses a la joya de su corona: la iglesia de San Antonio de los Alemanes, en la conjunción de la calle de la Puebla con la corredera Baja de San Pablo

La otra apuesta de Ramírez de Haro, la reconversión del número 1 de la calle Pez en un alojamiento temporal con la cesión a una empresa hotelera, supone otra de las grandes inyecciones pecuniarias de la organización. El apartado “alquiler espacio y alquiler local” refleja unos ingresos de 125.748 euros. Así, unido a la partida anterior, la explotación del turismo dejó el pasado año 477.000 euros en la orden religiosa.

Así, los negocios emprendidos por el responsable de la Hermandad del Refugio han reducido su cariz social, pero han implantado dos nuevas fuentes de financiación que ya se encuentran entre las que más rédito aportan. Solo las aportaciones de empresas, particulares y de los propios socios de la Hermandad le reporta más dinero (407.852 euros) que el alquiler de la antigua residencia y las visitas a las dos iglesias habilitadas para el turismo.

La diversificación de negocios ha permitido dibujar de esta manera un panorama económico más halagüeño a la organización, aunque sea a costa de limitar sus contribuciones caritativas. Además, podrá ampliar su partida de aprovisionamientos. Esto es, adquisiciones que se adelantan a futuras necesidades, y que de no haberse ejecutado ampliarían todavía más el margen de beneficios. La cantidad alcanza los 440.319 euros e incluye compras de ropa, alimentos o bienes y servicios relacionadas con las visitas abiertas en la iglesia barroca de San Plácido o en la de San Antonio de los Alemanes.

Un cambio de modelo tan lucrativo como poco social (y laboral)

El Refugio inició en 2016, después de cuatro siglos de recorrido asistiendo a los más necesitados, un drástico cambio de su modelo. Nació en 1615 con el objetivo de “ayudar a los necesitados de Madrid”, según recoge en su propia web. Pero hace nuevo años puso fin a su actividad como residencia de ancianos desamparados en el centro de la calle Pez, que por entonces contaba con 45 camas y 26 empleados. La justificación que ofrecieron entonces sus responsables para el desalojo era la de intentar paliar unas pérdidas económicas de 1,4 millones de euros, una situación que ocho años después no solo no se ha revertido sino que ha empeorado.

Por aquel entonces la Hermandad cerraba su residencia para mantener iniciativas como el colegio concertado de precios económicos donde acudían 300 alumnos, según aseguró la orden religiosa en una carta enviada a los residentes donde además detallaban sus cuentas. En la actualidad solo mantiene el comedor social en el edificio anexo a la iglesia de San Antonio de los Alemanes y el reparto de alimentos a los desfavorecidos.

Siete años después de ese primer paso atrás en la residencia de mayores necesitados, el Refugio clausuraba en 2023 el propio centro educativo con 372 años de historia pese a la presión de las familias, sus manifestaciones y a que a finales de 2022 Ramírez de Haro les envió una misiva prometiendo que alargaría la actividad del colegio hasta el verano de 2024. Con ello buscaba otorgar más tiempo de encontrar alternativas a los cientos de afectados, pero finalmente dio marcha atrás y el cierre fue fulminante en pocos meses. El cese de actividad produjo hace dos años más de 40 despidos. Los alumnos fueron recolocados en otros colegios de la zona, centros sin la misión caritativa que caracterizaba al de la Purísima Concepción.

La nueva deriva de la organización queda patente en el adelgazamiento de su plantilla, otra clave para que haya podido reducir gastos y obtener con ello beneficios. Las decenas de despidos en la residencia y el Purísima Concepción han dejado el personal dependiente de la orden bajo mínimos. Tareas como la cocina y reparto de alimentos en los comedores sociales son ejercidas por personas voluntarias. De acuerdo a las cuentas anuales del pasado ejercicio, la Hermandad del Refugio apenas contaba con 8 empleados a 31 de diciembre de 2024.

El primer ejercicio económico que refleja la ansiada operación hotelera

En paralelo, la entidad reveló sus verdaderas intenciones para el antiguo centro de acogida de la calle Pez: convertirse en un alojamiento turístico coincidiendo con la llegada de José Luis Martínez-Almeida a la alcaldía de la capital, ya que hasta la salida de Manuela Carmena de Cibeles no se produjo ningún movimiento conocido que permitiese el cambio de uso en el edificio.

Los responsables de la agrupación religiosa firmaron un contrato en 2020 con la empresa Asistencia y Ayuda Yadisema SL, a la que cedían las obras y su posterior explotación durante los próximos 20 años. Más tarde, continuaron con el proyecto a través de un plan especial pedido al equipo de Almeida por el que proponía levantar un hostel (una especie de albergue pero con tintes más modernos) donde facturar más de tres millones de euros anuales. El Consistorio lo aprobó en 2022 con los votos a favor del PP, Ciudadanos y Vox. PSOE y Más Madrid votaron en contra entre quejas por “la terciarización y la turistificación del centro de Madrid”. El conde de Bornos asistió en abril de 2024 a la boda del primer edil, enlace que abandonó declarando a la prensa haber “bebido mucho” mientras iba al volante acompañado de su esposa, Esperanza Aguirre.

La apertura del hostel se produjo finalmente el pasado agosto. El negocio opera bajo el nombre de Adventure Hostel Gran Vía, con camas desde 31 euros en habitaciones compartidas con hasta otras 13 personas, según indica en su página web. Su licencia de actividad, concedida por el Ayuntamiento de Madrid recientemente y a la que ha tenido acceso este periódico, permite un aforo de hasta 551 personas en una superficie de 2.600 metros cuadrados. Un enfoque muy distinto al de asistir a los 45 ancianos que habitaban la antigua residencia, pero que ha permitido que la organización que lidera pase a ser rentable, por mucho que su fin original fuera la aportación caritativa a la sociedad.

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