100 años, ¿y los viticultores?
Invitados a los actos del centenario de la DOC Rioja, en la Permanente de la UAGR debatimos sobre la conveniencia de acudir o no, dada la grave crisis de rentabilidad que están sufriendo los viticultores. Nos pareció lógico acudir por educación al acto de celebración de los 100 primeros años de nuestra Denominación.
Y digo “nuestra”, porque aunque no lo pareciera, la mitad del Rioja somos los viticultores que trabajamos las viñas y criamos las excelentes uvas que tanta fama mundial nos han dado, antes incluso de que hace 100 años se creara el Consejo Regulador. Pero nada de esto parecía importar debajo de los trajes, los vestidos y las corbatas, en los discursos solo se hablaba de los vinos y las bodegas, sin referencia alguna a los viticultores que lo hacen posible.
Y yo me pregunto, ¿no tenemos los viticultores, teóricamente, la mitad del peso en el Pleno del Consejo y en la Junta Directiva de la Interprofesional? Pues no lo parecía.
Ni que decir tiene que a los invitados al acto nos reservaban un papel meramente testimonial, poco más que poder estrechar la mano a Felipe VI. Pero en ese momento, recordando la conversación que acababa de mantener en la mesa en la que colocaron, no pude menos que decirle: “majestad, se ha hablado mucho de bodegas y de vino, pero nada de uvas y de quienes están detrás de las uvas, los hombres y las mujeres del campo”, a lo que me contestó con un breve “curioso”, y se aprestó a estrechar la siguiente mano.
Pero no quería dejar pasar la oportunidad de reivindicar el trabajo de los hombres y de las mujeres del campo, de los agricultores y agricultores (viticultores y viticultoras, en este caso). Porque sin su trabajo durante estos 100 años, y más atrás, Rioja no sería ni una mínima parte de lo que hoy es.
Así que, desde la Unión, seguiremos otros 100 años más, y lo que haga falta, defendiendo y dignificando el papel de los viticultores de la DOC Rioja. Porque entre todos tenemos que cambiar el Rioja para que la fuerza de los viticultores sea, al menos y en la realidad, la mitad de la Denominación de Origen que tanto queremos y a la que tanto damos.
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