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El ultraconservador Karol Nawrocki logra una ajustada victoria en las presidenciales de Polonia

El presidente de EEUU, Donald Trump, y el candidato presidencial polaco Karol Nawrocki, en el Despacho Oval el pasado 1 de mayo

Icíar Gutiérrez

1 de junio de 2025 21:00 h

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Karol Nawrocki, historiador nacionalista y candidato respaldado por el partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS), será el nuevo presidente de Polonia, tras imponerse por una ligera ventaja en la segunda vuelta de los comicios presidenciales de Polonia celebrados este domingo, según el recuento. De acuerdo con los datos anunciados con el 100% de los votos escrutados por la Comisión Electoral Nacional polaca, Nawrocki (50,9%) ha derrotado por un estrecho margen a Rafal Trzaskowski (49,1%), el actual alcalde de Varsovia y aspirante apoyado por el primer ministro Donald Tusk. La participación ha sido del 71,63%.

En un primer momento, los primeros sondeos a pie de urna publicados tras el cierre de los colegios pronosticaban una ajustadísima victoria para Trzaskowski, que declaró su triunfo ante sus seguidores, pero los segundos sondeos publicados a las 23.00 horas mostraron un vuelco.

Tras las primeras encuestas, Nawrocki había asegurado que tenía confianza en la victoria pese a los primeros sondeos a pie de urna. “Esta noche ganaremos estas elecciones”, había afirmado Jarosław Kaczyński, líder del PiS. El ganador reemplazará al actual presidente Andrzej Duda, aliado del PiS, cuyo segundo mandato expira este verano – y que no podía volver a presentarse a la reelección–.

Trzaskowski, que declaró su triunfo en un primer momento cuando las estimaciones lo perfilaban como ganador, ha felicitado este lunes a su rival. “Gracias por creer en mí y votarme el domingo. Y lamento no haber logrado convencer a la mayoría de los ciudadanos de aceptar mi visión de Polonia. Lamento que no hayamos ganado juntos”, ha dicho en un mensaje en redes sociales el alcalde de Varsovia, que ya sufrió una derrota por un margen similar en 2020 frente a Duda. También ha advertido a Nawroki de que su victoria “es un compromiso, sobre todo en tiempos tan difíciles y especialmente con un resultado tan ajustado”.

La lucha por el Palacio Presidencial se abrió de par en par tras la ajustada victoria de Trzaskowski en la primera ronda del pasado 18 de mayo, marcada por los buenos resultados de la extrema derecha que colocaron en una posición favorable a Nawrocki de cara a este domingo. Las encuestas previas a este segundo turno dibujaban una contienda muy reñida, prácticamente un empate, que hacía imposible predecir el resultado.

La de este domingo ha sido una cita electoral crucial, en la que se han batido en duelo dos visiones marcadamente diferentes del futuro de Polonia. A un lado, Nawrocki, de retórica nacionalista, crítica con la UE y centrada en los valores tradicionales, que contaba con el espaldarazo de la Administración Trump y se ha presentado a las elecciones con la promesa de que Polonia “vuelva a ser un país normal”. Al otro lado, Trzaskowski, aspirante europeísta, de la Varsovia liberal y cosmopolita, con un programa de centroderecha bajo el brazo.

Las presidenciales también se han convertido en un referéndum informal sobre el primer ministro Tusk, que ha hecho campaña junto al candidato de Plataforma Cívica (PO) en un momento en el que las encuestas apuntan a que muchos polacos están decepcionados con su gestión. Un triunfo de Nawrocki puede terminar de echar por tierra el proyecto político del primer ministro polaco. 

En Polonia, el presidente tiene poderes limitados en comparación con otros sistemas –tiene cierta influencia en la política exterior y de defensa– pero tiene el derecho de veto sobre las iniciativas legislativas, aunque hayan sido aprobadas por el Parlamento, una prerrogativa que Duda ha utilizado con frecuencia. La coalición de Tusk no cuenta con una mayoría parlamentaria suficiente de tres quintos para anular el veto presidencial, lo que ha hecho que la cohabitación sea difícil. 

Tusk llegó al Gobierno en 2023 despertando grandes expectativas, comprometiéndose a deshacer el legado del PiS en temas como el derecho al aborto, severamente restringido en el país. Pero la capacidad del Ejecutivo para cumplir estas promesas ha quedado obstaculizada en parte por el poder de veto del presidente ultraconservador. 

Si se confirma la victoria de Nawrocki, el Gobierno puede esperar que la resistencia del Palacio Presidencial se mantenga en lo que queda de legislatura y los expertos creen que incluso podría allanar el camino para un adelanto de los comicios legislativos. Hay quienes sostienen, de hecho, que podría ser el presagio del regreso del PiS al poder y que, a medio plazo, puede provocar la desintegración de la coalición de Tusk.

Sucesión de escándalos

Nawrocki, de 42 años y procedente de la ciudad portuaria de Gdansk, se ha presentado como aspirante independiente con el respaldo del PiS. Sin experiencia política, fue boxeador –una habilidad de la que le gusta presumir– y tiene una trayectoria ligada al Instituto de la Memoria Nacional, que se ha hecho conocido bajo el dominio ultraconservador por promover versiones nacionalistas de la historia polaca. 

Su campaña ha estado marcada por las revelaciones periodísticas de una serie de escándalos relacionados con su pasado que parecen no haberle pasado factura en su carrera presidencial. Se han destapado sus supuestos vínculos con el mundo del hampa y círculos de ultras violentos de clubes de fútbol e incluso neonazis. De hecho, trascendió que en 2009 participó en una pelea de hooligans y Nawrocki, lejos de arrepentirse, sugirió que en su vida ha participado en “formas de combate noble y masculino”. Un portal de noticias polaco ha revelado recientemente que ayudó a conseguir prostitutas para clientes de un hotel de lujo donde trabajó como guardia de seguridad, algo que el candidato ultraconservador ha negado. 

En marzo, se supo que apareció en un programa de televisión con un seudónimo, disfrazado y difuminado para promocionar un libro que había escrito y autoelogiarse. La prensa reveló también que Nawrocki poseía un apartamento, que no había incluido en su declaración de bienes y que había pertenecido a un hombre anciano que ahora vive en una residencia estatal. 

De confirmarse estos resultados, Polonia está lejos de decir adiós a la era política del PiS, cuyos últimos gobiernos se convirtieron en un quebradero de cabeza para Bruselas por sus embestidas contra el Estado de Derecho. 

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