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Miren Arzalluz reivindica la moda en los “templos sagrados del arte” en su primera ponencia como directora del Guggenheim

La directora del Museo Guggenheim de Bilbao en los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco

Maialen Ferreira

Bilbao —

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En un discurso en el que ha comenzado narrando la historia de Sonia Delaunay, pintora y diseñadora ucraniana nacionalizada francesa, pasando por los diseñadores de moda Gabrielle Chanel, Cristóbal Balenciaga o Giorgio Armani, la directora del museo Guggenheim de Bilbao, Miren Arzalluz ha realizado su primera ponencia en la inauguración oficial de los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Su exposición, titulada 'Arte sin fronteras. Superando límites, explorando lenguajes' se ha centrado en una reivindicación a la entrada de la moda en los “templos sagrados del arte”.

“En las prioridades académicas en los discursos curatoriales y en la práctica artística contemporánea destaca entre ellas la moda, el vestido, el arte textil, por la extraordinaria acogida que han recibido aquellas exposiciones o publicaciones que han tratado de estas cuestiones en la última década. Para los que llevamos años estudiándola es una satisfacción y también la confirmación de su relevancia en la sociedad contemporánea, pues en el vocabulario de la moda intervienen muchos de los mismos elementos que en el arte”, ha subrayado frente a académicos y cargos institucionales como el lehendakari, Imanol Pradales, el consejero de Ciencia, Universidades e Innovación, Juan Ignacio Pérez Iglesias o el rector de la EHU, Joxerramon Bengoetxea.

Arzalluz es doctora en Historia por la Universidad de Deusto, Máster en Historia del Arte por el Courtauld Institute of Art y Máster en Política Comparada por la London School of Economics, pero también es un referente internacional en moda y la mayor experta del mundo en la obra de Balenciaga. “Hay cuestiones de visiones, de artesanía, de materiales de corte o de color. Al igual que el arte, la moda puede analizarse desde un punto de vista antropológico, sociológico o incluso filosófico. Es una expresión del deseo individual y colectivo. Es un barómetro del cambio. Tiene que ver con la identidad y la sexualidad. Se relaciona e incluso estimula la tecnología, la ciencia y los negocios, por nombrar solo algunos de los segmentos. La moda está también obsesivamente relacionada con el cuerpo, lo que la convierte también en una experiencia íntima para cada uno de nosotros que hace que podamos conectar con el público, con el observador, de una forma más profunda”, ha indicado que desde marzo es la directora de la pinacoteca bilbaína.

Ya por el año 1996, la primera Bienal de Florencia fue titulada 'El tiempo y la moda' , aspiraba a examinar y relatar las intersecciones, afinidades, influencias recíprocas y la relación creativa entre el mundo de la moda y el universo más amplio de las artes visuales, el diseño industrial, la arquitectura, el cine, la fotografía, la música, el vestuario y las comunicaciones de nuestro tiempo. “Tal y como afirmaban los comisarios de la Bienal y cito: 'Creemos que la moda es una de las expresiones más arraigadas y significativas de la cultura de masas y al mismo tiempo, una de las manifestaciones más subestimadas en todas sus ramificaciones complejas e innovadoras de nuestra sensibilidad común'”, ha señalado Arzalluz.

A modo de ejemplo del estigma que ha acompañado durante décadas a la moda en el mundo del arte, Arzalluz ha citado una entrevista realizada a la artista norteamericana Jenny Holzer, que en aquella bienal protagonizó una interacción artística con el diseñador de moda austriaco Helmut Lang bajo el título de 'I smell you on my clothes'. La obra, en palabras de Arzalluz, se trató de “una instalación olfativa y visual que exploraba cómo el aroma que queda en la ropa o en las sábanas es capaz de evocar recuerdos y una presencia ausente. Lang creó una fragancia para el espacio, una mezcla de camisas limpias, ropa sucia y sudor, mientras que Holzer produjo dos obras LED que parpadeaban con frases de 'Deseo y Obsesión”.

En la entrevista a Holzer citada por Arzalluz en su intervención, la artista confesaba que gracias a esa obra había tenido la oportunidad de conocer en profundidad la moda de la que decía saber poco y la que le inspiraba una gran curiosidad. “Con respecto a la relación entre el arte y la moda, Holzer respondía a preguntas incisivas de la periodista de la siguiente manera: '¿Crees que el arte se contamina al asociarse con la moda?' y ella contestaba: 'No creo que el arte sea más que la moda ni creo que la moda contamine el arte. Creo que hay similitudes, creo que de vez en cuando puede haber una polinización cruzada muy positiva. La gente de la moda mira el arte, la gente del arte mira la moda, parece natural. ¿Crees que es correcto que la moda entre en los lugares sagrados del arte? Nunca he encontrado ningún arte puro”, ha narrado Arzalluz.

La firme intención de explorar nuevos lenguajes en el ámbito museístico a través de la aproximación multidisciplinar continuó con la celebración de una gran retrospectiva dedicada al diseñador italiano Giorgio Armani, tanto en Nueva York como en el entonces recientemente inaugurado Museo Guggenheim Bilbao. Aquella muestra presentaba la evolución en la obra del maestro italiano y su contribución a la moda y a la cultura contemporánea a través de una cuidada y amplia selección de diseños que recorrían los últimos 25 años de la trayectoria del creador.

Aquella exposición tuvo un gran éxito de público tanto en Nueva York como en Bilbao, además de una importante repercusión en la prensa y los medios internacionales. Sin embargo, fue duramente criticada. “A pesar del entusiasmo de muchos, se alzaron voces extremadamente críticas con la existosa entrada de la moda en los lugares sagrados del arte. El conocido crítico de arte Hilton Kramer tuvo duras palabras en su columna del New York Observer. Kramer juzgaba la decisión de introducir consideraciones sobre la moda en la institución museística como un ejercicio de cinismo y cito: 'Decidida a romper las distinciones entre arte y comercio'. Y afirmaba que cito: 'Se está creando la impresión de que el museo está en venta', insinuando así que los museos se plegaban a los intereses comerciales y de comunicación de las grandes compañías de moda”, ha indicado.

Para detallar esta cuestión, Arzalluz ha citado otra entrevista. Una que le hiceron al que fuera director del The Costume Institute / The Metropolitan Museum of Art en Nueva York, Harold Koda. En dicha entrevista, con relación a la exposición de Armani, preguntaron a Koda sobre el papel del dinero, el glamour y la política en el mundo de la moda, y éste, de forma sarcástica respondió: “A diferencia del mundo del arte”. “Koda ponía así en evidencia la doble vara de medir de los defensores del arte puro, quienes, siendo extremadamente sensibles a los potenciales peligros museológicos o deontológicos de tratar con el mundo de la moda, no parecían preocuparse por los intereses de los diferentes actores del pujante y poderoso mercado del arte o por la presión que estos pudieran ejercer sobre los museos de arte”, ha explicado.

Según ha destacado Arzalluz, aquella no fue una “crítica aislada”. “La Solomon Foundation hubo de soportar las consecuencias de ser pionera en la búsqueda de nuevos diálogos, en la exploración de nuevos lenguajes tanto artísticos como museográficos, en la introducción de la moda en los templos sagrados del arte. No parece una casualidad el hecho de que el Guggenheim Museum SoHo cerrara sus puertas en diciembre de 2001, tan solo dos meses después del fin de la exposición de Giorgio Armani”, ha lamentado sobre el museo neoyorquino.

En este sentido, Arzalluz ha finalizado su ponencia alabando la evolución en la manera en la que los museos de todo el mundo “han integrado una forma abierta e inclusiva de entender, interpretar y difundir el arte” y ha destacado el papel pionero del Museo Guggenheim tanto en Nueva York como en Bilbao, en esta cuestión. “Estoy persuadida de que hay todavía un largo y apasionante camino que explorar, no solo para facilitar a nuestro público una experiencia más enriquecedora y fiel del arte y de su historia, así como de la práctica artística contemporánea, sino también para que los museos puedan erigirse en lugares de encuentro y de reflexión intelectual y creativa, que tiendan puentes y promuevan el diálogo y la colaboración y que conecten de forma más profunda e inclusiva con un público cada vez más diverso”, ha concluido.

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