Ensalada griega, una opción saludable, refrescante y rápida de preparar para los días de calor

Durante los meses de calor, es común buscar comidas que no solo sean ligeras y fáciles de digerir, sino también rápidas de preparar. Las altas temperaturas suelen reducir el apetito por platos calientes o muy elaborados, y por eso las ensaladas ganan protagonismo en la mesa. Además, cuando se trata de mantener una alimentación equilibrada sin pasar demasiado tiempo en la cocina, las recetas sencillas y frescas se convierten en la mejor opción.
La ensalada griega es una preparación clásica que cumple con todas estas características. Combina ingredientes frescos como tomate, pepino, cebolla morada, aceitunas y queso feta, aderezados con aceite de oliva y orégano. Esta mezcla no solo aporta sabor y textura, sino también beneficios nutricionales asociados a la dieta mediterránea, considerada una de las más saludables del mundo.
Gracias a su sencillez, esta ensalada puede prepararse en pocos minutos, lo que la hace ideal para quienes buscan una opción nutritiva sin complicaciones. Además, su sabor refrescante y su bajo contenido calórico la convierten en una excelente alternativa para los días calurosos, ya sea como plato principal o como acompañamiento.
Origen e historia de la ensalada griega

La ensalada griega, conocida en Grecia como “horiatiki salata”, que significa “ensalada campesina” o “del pueblo”, es uno de los platos más representativos de la gastronomía del país y una presencia constante en sus restaurantes. Su origen está vinculado a las zonas rurales, donde los campesinos elaboraban comidas sencillas con lo que ofrecía la tierra: vegetales frescos, aceitunas y queso. Sin embargo, la receta original no incluía todos los ingredientes que conocemos hoy, ya que algunos de ellos, como el tomate, no formaban parte del repertorio agrícola local durante siglos.
El tomate llegó a Europa desde América en el siglo XVI, traído por los conquistadores españoles. Durante mucho tiempo no se consumía, porque se pensaba que era tóxico. Inicialmente, se utilizaba con fines ornamentales, y no fue hasta finales del siglo XVIII cuando empezó a incluirse en la alimentación europea de forma generalizada. En Grecia, su cultivo comenzó en la isla de Syros y se expandió luego a otras regiones como Santorini. Recién empezado el siglo XIX el tomate empezó a formar parte de la ensalada campesina, y su integración definitiva se consolidó con el aumento de producción a partir de 1915, tras la instalación de una fábrica de conservas en Nauplion.
Desde entonces, el tomate se convirtió en un ingrediente esencial de la “horiatiki”, marcando el paso de una preparación exclusivamente local y de temporada a una receta estandarizada. Su proyección internacional llegó en el siglo XX, impulsada por el turismo y el interés global por la dieta mediterránea. Aunque su composición puede variar ligeramente, su identidad como plato fresco, simple y saludable permanece inalterable.
Los ingredientes principales y su valor nutricional

La ensalada griega está compuesta por ingredientes frescos que no solo aportan sabor, sino también beneficios nutricionales importantes. Entre ellos, destacan el tomate y el pepino, dos vegetales que forman la base de esta preparación y que tienen un alto contenido de agua, lo que los convierte en opciones ideales para hidratarse durante los días calurosos.
El tomate es un alimento muy ligero, con apenas 18 kcal por cada 100 g, y compuesto en un 94% por agua. Según la Fundación Española de la Nutrición (FEN), es una fuente destacada de vitamina C, vitamina A y licopeno, un antioxidante natural que se ha asociado a la protección celular. También aporta pequeñas cantidades de minerales como potasio, útil para el sistema nervioso y muscular.
Por su parte, el pepino contiene alrededor de 13 kcal por cada 100 g y está formado en más del 96% por agua. Su consumo favorece la hidratación y la sensación de frescor. Aporta fibra, que contribuye a una digestión saludable, y en menor medida, vitamina C, folatos y potasio, según la FEN.
Estos dos vegetales, combinados con otros ingredientes como la cebolla morada, aceitunas, queso feta y aceite de oliva virgen extra, completan una ensalada rica en antioxidantes, vitaminas, fibra y grasas saludables.
Cómo preparar la ensalada en menos de 10 minutos

Preparar una ensalada griega es muy rápido y sencillo. Solo necesitas ingredientes frescos y unos pocos minutos. Para ello, sigue estos pasos:
- Lava y corta los vegetales. Comienza lavando bien dos tomates medianos y un pepino. Corta los tomates en trozos grandes, pela el pepino y córtalo en rodajas gruesas o medias lunas. Luego, pela media cebolla morada y córtala en tiras finas. Si quieres suavizar su sabor, déjala en remojo en agua fría unos minutos mientras sigues con el resto.
- Prepara los demás ingredientes. Añade un puñado de aceitunas negras tipo kalamata. Si tienen hueso, asegúrate de avisar al servir. Después, incorpora 100 gramos de queso feta. Puedes cortarlo en cubos grandes o dejarlo en un solo bloque encima de los vegetales, como se hace tradicionalmente en Grecia.
- Aliña la ensalada. Rocía todo con dos o tres cucharadas de aceite de oliva virgen extra. Después, agrega una pizca de sal y espolvorea orégano seco al gusto. Si te gusta un toque más ácido, añade unas gotas de vinagre de vino tinto o un chorrito de limón.
- Sirve o mezcla según prefieras. Puedes mezclar todos los ingredientes en un bol grande para integrar los sabores o dejar la ensalada montada en capas, colocando el queso y las aceitunas por encima.
Una forma de ahorrar tiempo es tener los vegetales ya lavados y guardados en la nevera en un recipiente hermético. También puedes usar queso feta ya troceado y aceitunas sin hueso para facilitar la preparación. Recuerda añadir el aliño justo antes de servir, así conservarás la textura crujiente de los vegetales. Con estos pequeños trucos, tendrás una ensalada griega lista en menos de 10 minutos, perfecta para los días de calor.
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