La mujer gracias a la que Van Gogh pasó del anonimato a ser uno de los pintores más reconocidos de la historia

Hoy en día, aficionados y no aficionados al arte conocen alguna de las obras de Vincent Van Gogh, como La noche estrellada (1889), los Girasoles (1889) o Habitación en Arlés (1888), pero esta fama del pintor es algo que sucedió después de haber fallecido este en 1890, de manera póstuma, y que pasó gracias al ímpetu de su cuñada, Johanna Van Gogh-Bonger.

Vincent Van Gogh, de hecho, en vida tuvo alguna crítica positiva aislada y solo había vendido pocos de sus cuadros, a pesar del trabajo de marchante de arte que su hermano Theo hacía en París, pero la conversación y el apoyo entre ellos fue clave para que Johanna Van Gogh hiciera famoso a su cuñado en el que fue el proyecto de su vida.

Johanna Van Gogh-Bonger, la mujer que hizo conocer a la obra de Vincent Van Gogh

Johanna Van Gogh-Bonger nació en una familia de clase media, que se basaba en la contención y seguridad, y por ello, ella fue educada y se formó para ser profesora de inglés, pero también aprendió a tocar el piano, mostrando una sensibilidad por el arte y la cultura desde muy joven.

A través de sus diarios personales y la publicación de una biografía escrita por Hans Luijten, comisario del Museo Van Gogh de Ámsterdam se ha conocido su vida desde edad temprana, y así es como se sabe que pasó una etapa en Londres, donde como especialista en Percy B. Shelley, marido de Mary Shelley, autora de Frankenstein y poeta, trabajó impartiendo clases y también entró en contacto con el sufragismo y el movimiento obrero.

La conexión de Johanna con los Van Gogh

Fue en 1885 cuando su vida se cruzó con los Van Gogh, al conocer a Theo, que inmediatamente se enamoró de ella, pero Johanna lo rechazó a la primera y tardaría un año en aceptar su propuesta de matrimonio, por el que se mudó a París y donde viviría los años más felices de su vida entre los artistas bohemios de finales del siglo XIX, de los que admiraba su creatividad y vanguardia.

En la capital francesa Theo Van Gogh era marchante de arte y se ocupaba de buscar compradores y galerías para los cuadros de su hermano Vincent y para otros artistas, y es por ello por lo que la pareja vivía entre las obras del pintor, que en Arlés encontró su momento más prolífico. Todo esto se rompió cuando su cuñado murió en 1890, y más tarde lo haría unos meses después, en 1891, su marido debido a la sífilis.

El trabajo de Johanna Van Gogh para hacer famoso al pintor y su obra

Así fue como Johanna Van Gogh-Bonger se vio viuda con 28 años y un bebé, su hijo Vincent. Volvería a Países Bajos para regentar una casa de huéspedes para generar ingresos, en el que estarían colgados los cuadros de Van Gogh, que había heredado, así como la correspondencia entre los hermanos y el piso de París.

Fue en ese momento cuando Johanna leyó las cartas entre los hermanos Van Gogh y comprendió la complejidad del artista, así como de su obra, y se formó como autodidacta como marchante de arte para emprender el proyecto de su vida: dar a conocer la obra de Vincent Van Gogh, en la que encontró de nuevo indiferencia y rechazo, pero en la que poco a poco fue logrando atención.

La clave de Johanna Van Gogh-Bonger se encontraba en considerar las cartas como parte del proceso de la obra de su cuñado, y así es como logró la primera exposición del pintor exclusivamente en 1892, a la que seguirían algunas claves como la gran exposición de 1905 y donde captó gran atención de fortunas y museos importantes.

En 1914 publicó la correspondencia de Theo y Vincent Van Gogh de forma original, como parte de su estrategia metódica que poco a poco daba resultado, pero a su vez se encargó de mantener la voluntad del pintor de que su arte fuera popular y que acabara mayormente en museos, al no aceptar la venta en diferentes muestras, a pesar del valor que iban adquiriendo. Moriría en 1925 tras haber conseguido que su cuñado fuera el pintor reconocido que ha acabado siendo, algo que no sería posible sin su labor.