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Lavapiés protesta en San Isidro contra la propiedad que quiere vaciar de inquilinos tres edificios: “No está todo perdido”

Pancartas de protesta en el bloque  de Lavapiés afectado por elproceso de expulsión.

Guillermo Hormigo

Madrid —

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Un nuevo proceso de expulsión vecinal en Madrid ha puesto en pie el barrio de Lavapiés. El número 88 de la calle Mesón de Paredes vivirá este jueves 15 de mayo, festivo local por el día de San Isidro, una jornada tan reivindicativa como festiva para alertar sobre la amenaza de desalojo que afecta a todo el bloque.

No en vano, algunos pisos ya se han ido vaciado, desde que los primeros burofaxes comenzaran a llegar el pasado año a los residentes que cumplían contrato. “Hay ya cuatro de las 28 viviendas desalojadas y varios inquilinos más tendrían que irse en verano”, lamenta en declaraciones a Somos Lavapiés Benja, uno de los residentes afectados. “Pero la mayoría de personas que quedamos no vamos a reconocer el fin del contrato. Queremos una negociación y mientras tanto seguiremos pagando nuestros alquileres como hasta ahora”, añade.

El edificio es propiedad de la familia Campos Cebrián, como General Lacy 22 (en Arganzuela) y Modesto Lafuente 8 (Chamberí). En los tres casos, la comunidad de bienes que crearon dos hermanas y ahora administran sus descendientes ha seguido un modus operandi muy similar: una rotura de las comunicaciones con los inquilinos, una gestión traspasada a una inmobiliaria (en aquellos casos Savills, en este Furud) y una dejación de funciones a la hora de acometer arreglos básicos en las zonas comunes o las viviendas.

Benja indica que hay otro parámetro común que les trasladaron desde Geneal Lacy: las casas vaciadas no son luego reformadas y habitadas por nuevos arrendatarios, sino que se colocan puertas blindadas y permanecen clausuradas. “Lo más probable es que se queden así hasta que se expulse a todo el edificio y pasen a poner pisos turísticos”, alerta.

“La propiedad no ejerce ninguna reparación, ni responden los mails por incidencias. También han cambiado los contratos del suministro eléctrico, aunque están a nuestro nombre, para sabotearnos y asustarnos”, afirma con indignación. “Tenemos humedades que son una vergüenza y nadie viene a arreglarlas. Ni siquiera nos contestan a ninguna petición”, denuncia en este sentido Margarita. Lleva 40 años en Mesón de Paredes y ahora ve como podría dejar su hogar casi de la noche a la mañana. “Aquí hay muchos vecinos vulnerables, familias con hijos pequeños y personas mayores”, recalca.

Benja vive en el bloque desde 2013, pero explica que hay gente que lleva medio siglo. La mayoría de unidades familiares tienen uno o dos años, como máximo, antes de que venzan sus alquileres. La única excepción es una persona que cuenta con un contrato de renta antigua y otra con un acuerdo especial por vulnerabilidad, cuyo arrendamiento no se renueva cada cinco años.

Unión y celebración como formas de protesta

“Estamos unidos y tenemos asambleas constantes”, avisa Benja. De ahí surgió la movilización celebratoria de este jueves a las 12.00, que incluye conciertos del músico Estrella Fugaz, así como los grupos La Reina de los Lagartos y Parquesvr. Habrá además “limonada y bailables contra el rentismo y los pisos turísticos”. El lema es claro: “De Mesón de Paredes nadie se mueve”.

“Es una calle muy golosa para pisos turísticos o alojamientos temporales. Pero aquí vive gente muy vulnerable: un matrimonio con tres hijos o una señora de 80 años. Además, el mercado inmobiliario está preso de la especulación y la turistificación. Si nos fuéramos, encontrar un piso habitable para alguien de clase trabajadora supone mudarse lejos. Y aun así, es que no tenemos por qué hacerlo, este es nuestro hogar”, sentencia Benja.

Para ejemplificar su lucha, siguiendo la línea de otro bloque amenazado por la especulación en Lavapiés como el de la calle Tribulete, los vecinos quieren darlo todo por San Isidro. Benja lo resume en los siguientes términos: “Es un acto reivindicativo pero festivo. Queremos celebrar y reclamar lo que nos pertenece: nuestra casa, nuestro barrio y nuestro modelo. Reivindicar la alegría y que no está todo perdido”.

Los casos de General Lacy y Modesto Lafuente

En los otros dos bloques en lucha de la familia Campos Cebrián en Madrid, los desalojos se han extendido como una enfermedad contagiosa y degenarativa que arrampla con todo a su paso. El número 8 de Modesto Lafuente ha visto cómo ya se han vaciado la mitad de sus viviendas. Pese a los continuos sabotajes y el silencio de la propiedad, vecinas como Carmen se resisten a dejar su casa cuando venza el contrato: “Mi idea es pelear. Mi marido está muy delicado de salud. Pasamos muchos días entre visitas médicas, hospitales e intervenciones quirúrgicas. No puedo someterle a una mudanza en la situación en la que está. Tampoco irme a un sitio que no le garantice una asistencia sanitaria próxima. Y estamos viendo que eso es imposible tal y como está el mercado inmobiliario”, exponía en conversación con este periódico.

En el portal 22 de General Lacy, la falta de inversión y atención de la propiedad ha alcanzado cotas insospechadas. Son ya nueve meses conviviendo con humedades, roturas de tuberías y calderas averiadas a la espera de que la administración de la finca se haga cargo de las reparaciones. Sospechan, como en los casos de Chamberí y Lavapiés, que se trata de un caso de acoso inmobiliario para que abandonen sus viviendas antes incluso de que llegue la fecha de vencimiento de sus alquileres.

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