Café para todos, menos a la hora de pagar impuestos

La filosofía de las ayudas públicas siempre fue corregir las desigualdades, pero esta premisa parece haberse quebrado porque los ricos también lloran, como enunciaba aquel culebrón mexicano para consolar a la audiencia de clase media baja, y revindican su “paguita”. Quieren tener los mismos derechos que el pobre, sin el deber de pasar hambre y las estrecheces para llegar a fin de mes, claro está.

Los políticos han descubierto que repartir café para todos es más rentable electoralmente. Hubo un tiempo que en España los niños venían con 3.000 euros debajo del brazo, fuese el hijo del panadero o del dueño de la fábrica de harina. Fue el primer paso. Ahora cada vez se dan más ayudas a quien no las necesita. Ahora son cien euros para todos los menores de 16 años que usan gafas, aunque sus padres se puedan permitir pagarlas sin ningún apuro. Los bonos descuento para cultura o comercio de los ayuntamientos se regalan a cualquiera justificando que –y es cierto– en realidad subvencionan con dinero público a las tiendas, no a los ciudadanos.

Hay casos más cuestionables. Desde hace años en Santander el autobús es gratis para todas las familias numerosas, independientemente de su renta. Pero si usted está en paro y tiene dos hijos, paga. Aunque le tiemblen los números a fin de mes.

Fruto de esta eufórica campaña del café para todos, el Gobierno de Cantabria emprende la creación de una Ley de Juventud y, ante la ausencia de contenido más relevante, se nos anuncia que PP y PRC han acordado que sirva para becar alumnos con buenas notas. Independientemente de sus ingresos, o de los ingresos de sus padres, en este caso, puesto que para eso ya están las becas del Ministerio.

Al margen de que unas ayudas al estudio no justifican hacer una Ley, y de que solo son teóricamente para universitarios –como si todos los jóvenes lo fuesen– llega la izquierda y reclama barra libre. Primer año gratis de universidad para todos, proclaman los socialistas.

Ha tenido que ser la rectora de la Universidad de Cantabria, Conchi López, la que imponga cordura, advirtiendo que lo importante es que todas las personas que quieran estudiar puedan hacerlo y “no haya gente que se quede fuera”. Así es, puestos a repartir dinero público tal vez convenga ayudar más solo a quienes lo necesitan.

Pero el café para todos no se sirve en cuestiones mayores. A la hora de rebajar impuestos, el Gobierno del PP en Cantabria se los ha reducido un 3% a los que ganan 60.000 euros y un 0,5% a los que ingresan 21.000. Hay una estratégica progresión fiscal que favorece a los que más ganan. Para colmo, Buruaga ha tenido que pagar una campaña de publicidad para explicarnos que este año pagamos menos impuestos en la declaración de la renta. Porque si no nos lo cuentan, no nos enteramos.

Mientras tanto, en otra galaxia, el PSOE de Santander reclama más café para todos: para que todos los concejales puedan oficiar bodas civiles en el Palacio de la Magdalena. Cada cual es libre de elegir sus batallas...