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Las trompetas del Apocalipsis y el silencio de Ferraz

Lo peor de pregonar a diario el apcalipsis es que cuando escuchamos algunas de sus trompetas terminamos creyendo que es un regetón. El Partido Popular lleva dos legislaturas señalando a Pedro Sánchez como el jinete pálido y hemos terminado por cogerle cariño al presidente, incluso a quienes no somos necesariamente de su club de fans.
No sólo le han llamado “tirano”, “caudillista”, “chavista”, “psicópata”, “caradura” –en plan suave--, “estafador”, “felón”, “llorona”, “hijo de puta/me gusta la fruta”, “meme de república bananera” –debo confesar que es mi favorito--, “matón”, “estalinista” y otros muchos, aunque aún no han llegado a sospechar que es transexual, como cuando le llamaban “begoño” a su esposa, en la misma línea en que Donald Trump se empeñaba en sostener que Barack Obama o Kamala Harris no tenían ocho apellidos estadounidenses.
Con semejante munición dialéctica, que ahora digan que el partido de la Gurtel, el compañero de veraneo de un narco y el ministro de la Kitchen digan que el PSOE y su secretario general constituyen una mafia, nada tiene de extraño. Ya le llamaron con anterioridad capo del crimen organizado. Con ese nivel metafórico, casi echo de menos a aquel Alfonso Guerra que se mofó de Soledad Becerril, llamándola “Carlos II vestido de Mariquita Pérez”. Ya estamos, visto lo visto, para escasas florituras literarias y a lo más que llegamos es a los tradicionales pareados de verbenas populares: “Que te vote, Txapote”, la versión lírica de “socio de ETA” con que también han tildado al actual inquilino de La Moncloa, que para la derechona es un “okupa” que ha burlado las alarmas de Securitas Direct del partido más votado.
Acostumbrados a esta dinámica cortesana, escuchamos tanto lo de que viene el lobo que miramos hacia otro lado cuando sentimos el aliento de sus fauces en la nuca. Y lo hemos escuchado con frecuencia. Por ejemplo: más allá de la célebre Oficina del Español de Toni Cantó, suena chungo el lío de la contratación de David Sánchez, hermano del presidente, con el nicho de empleo que le buscó la Diputación de Badajoz. Sin embargo, en un impagable giro de guión, la cosa adquiere dimensiones de ópera bufa cuando terminan por adjudicarle una relación sentimental con el ex presidente de dicha Corporación, Miguel Ángel Gallardo. Luis Berlanga y Rafael Azcona pueden seguir descansando en paz, porque aquí nos apañamos perfectamente sin ellos para escribir el guión de una constante astracanada.
Aunque a primera vista, parezca una versión empoderada del Pequeño Nicolás, al secretario de Organización le convendría llamar a capítulo a su militante, porque su electorado no le brinda tanta manga ancha como el de los conservadores prestan a sus partidos estrella –PP y Vox--, trufados históricamente de esta suerte de logreros
Lo de Begoña Gómez puede ser un caso de law fare, o por lo menos tiene pinta, hasta que no se demuestre lo contrario. Del Tío Bernie al caso Koldo-Ábalos, el PSOE ha aplicado el protocolo anti-suicidio, frente a los escándalos que fueron minando en su día al felipismo. Así que cabe preguntarse por qué Ferraz no ha aplicado la misma doctrina con Leire Díez, esa “fontanera” sin título como tal de FP ni nómina en el partido aunque haya pasado por varias instituciones controladas por los socialistas.
Quizá, podrían pensar los buenistas, porque tal vez hubiera que dedicarle un monumento: ha sido la única representante pública capaz de poner de acuerdo al PSOE y al PP, en los últimos años, para arrebatarle la alcaldía de Vega de Pas en Cantabria, a Víctor Manuel Gómez, en 2011, el año en que M. Rajoy ascendió a los cielos de la presidencia española.
Hubiera sido la pareja artística perfecta del comisario Villarejo: él graba y ella se deja grabar, un win-win en toda regla, en plan Maria Dolores de Cospedal. Visto lo visto, en sus redes y en sus videos, la articulista y militante socialista, cuando conspira contra la UCO, recuerda a un remix de la trilogía de “El Padrino”, con “Uno de los nuestros” y “Erase una vez en América”, aquel maravilloso espaghetti-gangster de Sergio Leone. Y, aunque a primera vista, parezca una versión empoderada del Pequeño Nicolás, al secretario de Organización le convendría llamar a capítulo a su militante, porque su electorado no le brinda tanta manga ancha como el de los conservadores prestan a sus partidos estrella –PP y Vox--, trufados históricamente de esta suerte de logreros. Y, vistas las encuestas, no están los tiempos como para jugarse un buen puñado de votos jugando al Anacleto, agente secreto. Y, más allá de los votos, si la izquierda representa todo lo contrario que los predicadores del Armagedón, el PSOE corre el riesgo de que su silencio sea más estridente que el de las trompetas del Apocalipsis y el aullido de los lobos.
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