El primer sarcófago hallado en Israel con una escena mitológica representa a Hércules borracho tras perder un duelo de vino con Dionisio

Apoyado en una piel de león y con la copa aún en la mano, el cuerpo de Hércules yacía torcido, sin posibilidad de levantarse. El rostro, inclinado hacia un lado, sugería que la jornada había sido larga. A su alrededor, las figuras seguían bailando, sin que nada pareciera alterar el ánimo general. En esa escena detenida en mármol, el héroe había alcanzado su límite. La derrota llegaba en forma de vino y tenía un solo responsable: Dionisio.
El sarcófago apareció entre las dunas exteriores de Cesarea, muy cerca del litoral mediterráneo israelí, y no lo hizo entero. Fragmentado y medio oculto, fue recuperado por un equipo de arqueólogos de la Autoridad de Antigüedades de Israel, que completó su extracción en abril. El hallazgo formó parte de una intervención más amplia llevada a cabo junto a la Corporación de Desarrollo de Cesarea, con el objetivo de reevaluar la densidad arqueológica de la zona. Lo que parecía una estructura marginal resultó esconder uno de los objetos romanos más elaborados jamás recuperados en la región.
La escena tallada convierte un entierro romano en una fiesta eterna entre dioses
La conservación del sarcófago, tallado en mármol y datado entre los siglos II y III d. C., ha permitido reconstruir con exactitud una escena que no se había documentado antes en un enterramiento de este territorio: un concurso de bebida entre Hércules y Dionisio. Aunque los mosaicos de Zippori y Antioquía recogen motivos similares, es la primera vez que la representación aparece tallada en un sepulcro local.
Según explicó Nohar Shahar, arqueóloga de la IAA, el hallazgo aporta una nueva mirada sobre el tratamiento simbólico de la muerte en la cultura romana. En sus palabras, “este sarcófago ofrece una perspectiva poco común de la idea de muerte, no como un final, sino como el comienzo de un nuevo camino”.
El lateral mejor conservado muestra al semidiós desplomado, con el cuerpo ladeado y una copa en la mano. Shahar contextualizó la escena afirmando que “está en esa posición porque, en el concurso, Dionisio —el dios del vino, al que nadie puede superar— fue el vencedor”. A su alrededor, los relieves reproducen una comitiva de seguidores del dios: ménades, sátiros, animales salvajes y divinidades como Pan o Hermes. Toda la escena transmite movimiento y festividad, en una coreografía tallada con enorme cuidado.
El estado inicial del sarcófago obligó a una restauración compleja. La estructura se encontraba rota en varios fragmentos y parcialmente enterrada bajo restos de cerámica y materiales de desecho. El trabajo de reconstrucción corrió a cargo del equipo de conservación de la IAA, bajo la dirección arquitectónica de Ido Rosental. Una vez completado, el conjunto reveló no solo una ejecución técnica detallada, sino también una narrativa alegórica sobre el tránsito hacia el más allá.
El origen del mármol apunta a talleres de Asia Menor y refuerza la influencia pagana en la región
La localización del hallazgo también ha reactivado las investigaciones sobre el urbanismo romano en Cesarea. Según Shahar, el descubrimiento “sugiere que el espacio que daba acceso a la ciudad era mucho más amplio y rico en restos de lo que se creía”. Varios elementos hallados en la misma intervención, como losas con inscripciones o restos estructurales, indican una ocupación prolongada incluso en época bizantina.
Además del valor artístico y arqueológico del hallazgo, la pieza permite identificar con mayor claridad la influencia pagana en un área en la que convivían también comunidades judías y cristianas. La ausencia de producción local de mármol sugiere que el sarcófago fue importado, probablemente desde talleres de Asia Menor, donde se concentraban las canteras más activas del momento. Según declaró Shahar al Times of Israel, “la mayor parte del trabajo escultórico se hizo allí, y aquí se completaron los detalles finales”.
El sarcófago de Hércules derrotado no solo revela el virtuosismo técnico de los escultores, sino también una visión singular sobre la muerte, entendida como tránsito festivo más que como despedida solemne. En medio de un paisaje marcado por siglos de historia superpuesta, la escena cincelada en el mármol convierte a Cesarea en testigo de una mitología reinterpretada, donde incluso los héroes caen, no por la espada, sino por el vino de los dioses.
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