Por qué el Fuero de Brañosera, documento de 1.200 años sobre las repoblaciones en la Reconquista, fue un hito del municipalismo

El escrito que se conserva en el Monasterio de Santo Domingo de Silos

Alberto Gómez

5 de junio de 2025 14:32 h

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El pasado martes el rey Felipe VI y la reina Letizia visitaban la localidad palentina de Brañosera para presidir los actos conmemorativos del 1.200 aniversario del Fuero de Brañosera, documento que definió el periodo de la Reconquista y marcó el devenir del municipalismo español.

La también conocida como “Carta Puebla” de Brañosera fue un documento que reconoció, por primera vez en nuestra historia, cierta autonomía en el gobierno de un pueblo en particular, un ejercicio de confianza que contribuía al avance de la Reconquista en la Península Ibérica. En un contexto en el que había que recuperar territorio bajo dominio musulmán, era fundamental garantizar la repoblación, especialmente en las zonas fronterizas. La población cristiana buscó refugio en territorios como los Picos de Europa o la Cordillera Cantábrica, en cuya vertiente sur, en la actual provincia de Palencia, está enclavado la pequeña localidad de Brañosera.

Las estructuras políticas del antiguo reino visigodo habían quedado desfasadas hacia el año 824, cuando se publicó la Carta Puebla. Un vacío de poder que ponía en riesgo la reestructuración del reino y la reconquista. Así fue como se fue configurando un nuevo derecho que daba respuesta a las nuevas necesidades: las cartas pueblas o “cartas de población”.

Documentos que reconocían ventajas políticas, jurídicas y económicas para determinados asentamientos, otorgados por el monarca o sus delegados, que concedían derechos de uso sobre territorios y bienes ocupados, denominados “presuras”. Y en algunos casos se concedían de manera colectiva a través de esas “cartas de población”, que fueron surgiendo a principios del siglo IX en zonas fronterizas.

Privilegios para los repobladores

Los privilegios que contenían esas cartas podían ser de tipo penal: quienes se asentaban en esa zona, quedaban exonerados de penas anteriores. Pero también tributaria, patrimonial o, incluso, privilegios sobre el resto de las normas del reino.

La carta de Brañosera fue concedida a un grupo de colonos durante el reinado de Alfonso II en el año 824, por parte del conde Munio Núñez, junto con su esposa Argilo. En esos momentos, se estaban produciendo intensas campañas musulmanas contra Álava y Los Castillos (futuro reino de Castilla), por lo que la zona era muy insegura.

En otoño de 824, el conde Munio Núñez y Argilo, tras recuperar un estratégico espacio de la Montaña, acordaron su ocupación por parte de cinco familias, en la villa de Brania Ossaria (Brañosera), cerca de una antigua ciudad desierta y una vía romana. Esos primeros pobladores, gracias a la Carta Puebla, pudieron aprovechar de manera exclusiva las tierras de dominio público y beneficiarse de privilegios como la exención de ciertas responsabilidades militares y tributos, o el derecho a percibir tributos y montazgos (un impuesto sobre el tránsito de ganado foráneo) a otras comunidades.

Pero además, disfrutaban de la mitad de los bienes valiosos o tesoros hallados en su término, entregando la otra mitad a la autoridad condal. Unos privilegios que eran vistos como un “fuero”. Todo ello está considerado hoy día como el origen del municipalismo en España.

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