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ENTREVISTA
Especialista en neurofisiología clínica y medicina del sueño

Javier Albares, médico: “Ninguna adicción había afectado a todas las generaciones como la que tenemos a las pantallas”

El doctor Javier Albares.

Daniel Sánchez Caballero

30 de mayo de 2025 22:37 h

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El doctor Javier Albares (Albacete, 1974) está alarmado. A este médico especialista en neurofisiología clínica y medicina del sueño le preocupa tanto el efecto que el uso descontrolado de pantallas tiene en los niños y adolescentes como el desconocimiento generalizado que existe al respecto. “La evidencia científica dice que hasta los seis años no debería haber pantallas”, dispara, y empieza a enumerar consecuencias del abuso de la tecnología: en la salud física, mental, en el desarrollo del lenguaje, de la comunicación, de la empatía, el rendimiento académico, en la capacidad de aprendizaje...

Albares empezó a indagar sobre esta cuestión para abordar el tema en casa con sus hijos. Pero cuando tomó consciencia de la dimensión que tiene, cuenta, decidió que necesitaba compartir su conocimiento. El fruto de esa investigación y su experiencia en el centro médico Teknon, donde dirige la unidad de sueño, se ha plasmado en Generación Zombi (Península), un libro donde además de plantear el problema y sus consecuencias ofrece soluciones prácticas para que las familias puedan abordar ese imposible que es quitarle horas de uso de pantallas a un adolescente (los móviles, pero no solo; también mete el televisor en esta categoría).

El especialista establece en su texto un paralelismo con lo que pasó con drogas como el tabaco u otras más fuertes hace décadas, cuando se minimizaba su impacto y se normalizaban situaciones hoy impensables. Además, advierte, aunque los niños sufren especialmente los efectos del uso inadecuado de pantallas también los adultos pueden verse afectados. Preguntado si no le parece que el mensaje puede ser conservador y tecnófobo, rechaza ambas cuestiones. “Yo no doy opiniones, digo lo que dicen los estudios científicos sobre los efectos sobre el desarrollo emocional y físico en su más amplio espectro. Quien me diga lo contrario está dando una opinión, no tiene evidencia que lo respalde”, asegura, categórico.

¿Qué mensaje quiere mandar con este libro?

El mensaje es amplio. Empiezo a escribir el libro porque tengo dos hijos adolescentes y me preocupa el uso de las pantallas. Y empiezo a leer sobre el tema y veo las repercusiones importantísimas que muestra la evidencia científica y pienso que tengo que transmitirlo globalmente desde el punto de vista de la ciencia. Alertar sobre cómo repercute en la salud física y mental y el sueño de nuestros hijos adolescentes el uso de pantallas. Pero no es solo alertar, porque creo que mucha gente es más o menos consciente del problema, sino explicar que existen alternativas que se pueden poner en marcha. A pesar de que la situación es complicada, estas consecuencias en jóvenes, y también en los adultos, las podemos revertir.

La OMS dice que hasta los seis años no debería haber pantallas. Tiene consecuencias en la salud física, mental, en el desarrollo del lenguaje, de la comunicación, de la empatía, el rendimiento académico, la capacidad de aprendizaje. Se relacionan con ansiedad, depresión, baja autoestima y un mayor número de autolesiones

¿Cuáles son estos efectos, según usted?

Según yo no, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto es lo que dice la evidencia, no las opiniones del doctor Albares. Y dice que hasta los seis años no debería haber pantallas. Las consecuencias se dan en salud física, mental, en el desarrollo del lenguaje, de la comunicación, de la empatía, el rendimiento académico, la capacidad de aprendizaje. Se relacionan con ansiedad, depresión, baja autoestima, un mayor número de autolesiones. Está tremendamente relacionado con el fracaso escolar. A mayor inversión en digitalización en las escuelas, menor rendimiento.

El tiempo que un niño está en una pantalla está dejando de hacer otras cosas. Está dejando de tener contactos reales con personas, de realizar actividad física, actividades creativas como el baile, la música, dibujar. Está disminuyendo el tiempo real en familia. Porque el problema no es solo de adolescentes, los adultos también lo tenemos. Los niños están creciendo con padres ausentes. Presentes físicamente, pero con un dispositivo en la mano. Y eso lo notan. Las repercusiones son enormes. Y en mi campo las pantallas son el gran ladrón del sueño de los niños y adolescentes.

Ahora mismo vamos con eso, pero entiendo que es consciente de que esto se puede interpretar como un mensaje conservador y tecnófobo.

Yo no entro en discusiones sobre opiniones. Yo no doy opiniones, digo lo que dicen los estudios científicos sobre los efectos sobre el desarrollo emocional y físico en su más amplio espectro. Quien me diga lo contrario está dando una opinión. Y yo puedo hablar con esa persona sobre su opinión en el bar, pero no es lo mismo. ¿En qué basa sus opiniones? ¿En un conocimiento o en lo que cree él sin haber leído? Quien diga que esto es tecnofobia no está informado. Le diría a esa persona que se informe y eche una mano en ayudar a niños y adolescentes cuyo desarrollo está en peligro.

También quiero alertar a los padres de que pueden hacer cosas de forma diferente para ayudar a sus hijos. Es más fácil decirle a los padres que sigan como están, pero sería una mentira. Las mentiras triunfan porque se pueden moldear hasta que acaben gustando, pero la verdad no, es la que es. Lo que dice el libro puede no gustar porque es una verdad incómoda, como decía Al Gore. ¿Cómo llamaríamos a eso? ¿Fobia al desarrollo?

Volvamos sobre los efectos de las pantallas en los jóvenes. Usted es especialista del sueño. ¿Cómo afectan en esta área?

Decía que son el gran ladrón de sueño de niños y adolescentes. Y el sueño es un pilar básico para el desarrollo físico y mental en todos los aspectos. Los niños que usan más pantallas duermen menos, tienen un sueño más superficial, más fraccionado, con más despertares, tienen mayor tendencia a las pesadillas y el sueño inquieto. Cuando no hay límites de hora de acostarse la presencia de síntomas de depresión aumenta un 20%-25%.

La mayoría de la población no es consciente de las consecuencias que tienen las pantallas en el neurodesarrollo de niños y adolescentes. Lo dice la evidencia y en el otro lado de la balanza no la hay

Sabiendo todo esto me da pánico que se pueda entender que esto es una iluminación de un señor. Los datos dicen que los adolescentes están ocho horas al día en una pantalla, que los niños menores de tres años, que no deberían usarlas, lo hacen. Los adolescentes necesitan dormir nueve horas y estén durmiendo seis o siete, con lo que ello implica en su rendimiento. ¿Esto es tecnofobia? Hay muchos fumadores que dicen que no les molestes y les dejes fumar. Vale, pero no hagas fumar a tu hijo.

¿Estamos infravalorando la magnitud del problema?

Sin duda. La mayoría de la población no es consciente de las consecuencias que tienen las pantallas en el neurodesarrollo de niños y adolescentes. Lo dice la evidencia y en el otro lado de la balanza no la hay. Hay populismos. 'Yo creo que los videojuegos no afectan tanto al neurodesarrollo, las pantallas han hecho que sean nativos digitales y tengan más competencias'. No, no hay estudios científicos que respalden eso más allá de la propaganda de la industria para que creamos que es así.

Establece en el libro un paralelismo entre las pantallas y las drogas. Cómo hace décadas no se pensaba que fumar fuera malo o incluso se publicitaban ciertas drogas que se vendían en farmacias y hoy nos parece un disparate. ¿Cree que va a suceder lo mismo con las pantallas?

Deseo que pase. Lo que es indudable es que se ha vendido que la tecnología, la digitalización de las aulas, es una oportunidad para un mayor aprendizaje, cuando se ha demostrado que es lo contrario: frena la salud emocional, física, el aprendizaje... Hay algo que no cuadra. ¿Cuántos países han empezado a desdigitalizar las aulas por todo lo que muestra la evidencia? En nuestro país la edad media de acceso a los teléfonos inteligentes es antes de los 12 años. Es una barbaridad que tenemos normalizadísima. Ves bebés que deberían tener cero uso de pantallas, pero se usan para calmar las rabietas, etc. Es gravísimo. El número de horas de uso de los dispositivos en cualquier franja de edad es escalofriante. La situación es realmente grave y por eso alzamos la voz de alarma, para que seamos conscientes. No son lo mismo los efectos de las pantallas en el neurodesarrollo de un niño que en un adulto.

No creo que haya habido nunca un problema de adicción que afecte a todas las generaciones como este. Para poder ayudar a nuestros hijos tenemos que dar ejemplo. Y cuando han crecido viéndonos con el móvil en la mano y les decimos que no lo cojan ellos, ¿qué autoridad tenemos?

Otra idea que lanza en el libro es que es un problema intergeneracional, lo que también es algo nuevo.

No creo que haya habido nunca un problema de adicción que afecte a todas las generaciones como este. Para poder ayudar a nuestros hijos desde la autoridad y la responsabilidad, que son dos pilares de la educación, tenemos que dar ejemplo. Y cuando han crecido viéndonos con el móvil en la mano y les decimos que no cojan ellos el teléfono, ¿qué autoridad tenemos?

No digo que sea sencillo, es complicadísimo y no pretendo que nadie se autoinmole en culpa. Es lo contrario, el mensaje es que no bajemos los brazos. Lo que hacemos tiene repercusiones y podemos cambiarlo. No hacerlo sería un tremendo error y perder una oportunidad de oro de ponernos del lado de esas asociaciones que abogan por no tener smarthpone hasta los 16 años.

Pero llevar esto a la práctica es difícilísimo. ¿Cómo convences a un adolescente de 15 años de que sea el único de su clase sin móvil inteligente?

¿Para qué tienen el smarthpone? Tú como padre intentas hacer las cosas bien, pero [eso acaba implicando] tu hijo es el bicho raro que no tiene teléfono. Pues mira le doy el móvil igual que los demás y no tengo tantas complicaciones. Tiene que haber un movimiento social en el que todos nos demos cuenta de que el mensaje que nos han vendido no es cierto. Podemos hacer algo. Primero identifiquemos el problema que tenemos en casa. Lo tenemos los adultos, que no estamos dando buen ejemplo. Nuestros hijos son adictos, tienen un uso excesivo, aunque no lo parezca está dando lugar a una sintomatología que llamamos el síndrome de la pantalla electrónica, que es una desregulación emocional e hiperexcitación del sistema nervioso central.

Aterricémoslo un poco. ¿Qué pueden hacer las familias de manera práctica?

Vamos a ver las repercusiones más problemáticas: el área social, el rendimiento, emocional. Y pongamos objetivos y un plan de disminución de las pantallas hasta un punto en el que no tengan estas consecuencias. Pero no podemos prohibir las pantallas y no dar alternativas. Hay que decir: 'No te estoy castigando sin pantallas, quiero hacerte entender las consecuencias que tienen y protegerte. No te quiero quitar el móvil, quiero hacer planes familiares, salir a hacer deporte, fomentar la creatividad'. Esto, que puede parecer raro, es como hemos vivido siempre.

Pediría a los padres que miren las horas recomendadas de uso de pantallas y las que hacen sus hijos, para tener un referente. Que sumen todas: las horas de televisión, en el colegio, las horas de ocio

Ahora nuestros hijos se mueven menos, duermen menos, socializan menos... Vamos a ver cómo estamos en cada casa. En muchos casos el plan que propongo en el libro debería ser suficiente, en otros habrá que hacer un ayuno electrónico absoluto de un mes. En otros los padres verán, o ya lo sabían porque no hace falta leer un libro para eso, que su hijo tiene un problema de adicción y tendrán que ir a un especialista. Muchas familias ni saben que existen y normalizan la situación, o piensan que no pueden hacer nada. Intento dar un mensaje esperanzador para esas familias que tienen problemas en casa para que sepan que se pueden hacer cosas. Y, perdón que insista, pero es un mensaje muy lejano a la tecnofobia.

¿Cómo pueden unos padres saber si su hijo es adicto a los móviles o 'solo' tiene un uso problemático?

No hay un blanco o negro. Puede haber un uso normal, según las horas recomendadas. Lo primero que pediría es que se miren las horas recomendadas y las que hacen para tener un referente. Que sumen todas: las horas de televisión, en el colegio, las horas de ocio. Y como sabemos que las cifras están sobredimensionadas, aunque parezca que el comportamiento del niño es normal, hay unas repercusiones sobre la salud porque están dejando de hacer otras cosas.

Cuando un adolescente está ocho horas en frente de una pantalla, aunque parezca que funciona de maravilla y saca buenas notas, no está deprimido, socializa de cierta manera y hace algo de deporte, mucho tiempo no le puede quedar  [para otras actividades].

Los niños con un uso problemático, con síndrome de pantalla electrónica, tienen menos paciencia, se irritan, llevan mal los límites al uso de pantalla, se enfadarán si se les ponen límites. Son niños más tristones, apáticos. Tienen que dormir las horas recomendadas para su edad, que en la adolescencia son nueve.

Usted es partidario de que se legisle el uso del móvil.

Creo que es necesario, igual que los protegemos de consumir alcohol hasta los 18 para protegerlos de los daños.

¿Ha notado a nivel profesional un aumento de los casos de adolescentes con problemas de sueño?

Hay más casos, pero todavía existe mucho desconocimiento. Para la prevalencia que tienen estos trastornos lo que llega a las consultas es mínimo. Se plantea un debate, como decíamos, en términos equivalentes. Pero está comprobado que el uso prematuro de las pantallas frena el neurodesarrollo, mientras que el acceso más tardío a la tecnología no impide que se desarrollen plenamente las cualidades tecnológicas. Entonces, ¿por qué acelerar? ¿Por qué es necesario que tengan redes sociales, TikTok o Instagram, a los 11 o 12 años, cuando sabemos que tienen repercusiones importantísimas para su salud? ¿Qué se van a perder que sea necesario para ellos? Absolutamente nada. ¿Que van a ganar? Salud y bienestar, rendimiento académico, tiempo en familia.

Usted afirma que cuando se habla de las horas de uso (negativas por defecto) se refiere a cualquier uso, no solo a lo que diría que generalmente se observa como problemático (redes, etc.).

El problema es global. Pero hasta que los colegios tomen la decisión de la desdigitalización, a nivel de padres podemos tomar decisiones sobre el ocio. A partir de la introducción de las pantallas el nivel del cociente intelectual se frena e incluso ha disminuido. Un estudiante de 11 años actual tiene la capacidad matemática dos años menor que hace 20 años. Son cosas significativas.

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