La UER sigue jugando con fuego con Israel, asumiendo el riesgo de quemarse y destruir Eurovisión

En los últimos dos años, desde que Israel inició su ataque a Palestina y mientras prosigue la masacre en Gaza, cada vez que se habla de que Eurovisión se pliega a los deseos de Israel se cita el patrocinio de Moroccanoil. Pero atendiendo a los hechos, la actitud de la UER no es sólo por el patrocinio.
La Unión Europea de Radiodifusión se ha negado a facilitar la cifra del contrato con Moroccanoil, que es el principal patrocinador del festival de Eurovisión. La empresa es una firma de cosméticos, a la que asociaciones civiles pacifistas acusan de manufacturar sus productos en territorios palestinos ocupados por Israel, y que tiene una fuerte vinculación con el gobierno del estado hebreo.
Pero ciertamente debe ser uno de los patrocinios más importantes y caros del mundo, porque no sólo parece estar consiguiendo la sobreprotección de la UER a Israel, sino también que la Unión Europea de Radiodifusión permita a la delegación del país controlar por completo el festival. Todo ello mientras, como ya hizo el año pasado, el ejército israelí aprovechó la final de este sábado para seguir masacrando a Gaza, provocando más de un centenar de muertos civiles, como informó elDiario.es. Mientras Europa cantaba y bailaba, Israel seguía matando.
Israel politiza Eurovisión como arma propagandística
La forma que Israel ha encontrado para politizar Eurovisión y convertirlo en un instrumento de propaganda es aprovechar el cambio en el sistema de televoto de la UER, que ya el año pasado benefició a Israel al movilizar apoyos sionistas en todo el mundo (tanto de la diáspora de sus ciudadanos como del sostén de la derecha y ultraderecha en distintos países), y que ahora ha perfeccionado y potenciado llegando este año a ganar el televoto y lograr los 12 puntos de trece países. Una estrategia que permitió a Israel quedarse cerca de ganar el festival, siendo segunda, pese a haber sido decimocuarta opción para los jurados profesionales. Por si hay dudas, el Gobierno israelí confirmó que había invertido mucho dinero para fomentar el voto a su país en 2024.
Las bases y normas de Eurovisión permiten que un país use sus armas para beneficiarse del televoto. En el caso de Israel, siempre es mejor ese tipo de armas estratégicas para ganar un festival, que las reales con las que ya ha matado a más de 50.000 palestinos, incluyendo a más de 15.000 niños y niñas, según las cifras de Naciones Unidas. El problema es que la UER está rearticulando todo el festival para que Israel campe a sus anchas. Este domingo, un día después de la final, RTVE ha pedido a la UER que abra otro debate sobre el televoto de Eurovisión, remitiéndose a los hechos para considerar que está “afectado por los conflictos bélicos”.
Desde antes de la semana del festival, la UER ha acallado las críticas a Israel bunkerizando el festival. Para evitar preguntas que no gustan a la organización, como la que el año pasado realizó un periodista polaco al que en esta edición y tras 21 años cubriendo el festival se le ha denegado la acreditación, la UER decidió eliminar las ruedas de prensa post-semifinales. Así no habría momentos de tensión como el que se vivió en 2024 con Eden Golan.
La máxima responsable y organizadora del festival también parece haber dictado una 'ley del silencio', de la que advertimos en verTele tras intentar hablar con varios de sus representantes, que ha hecho que ninguno de los artistas se manifieste en ningún momento sobre la participación de Israel. Habrá que comprobar qué pasa a partir de ahora, una vez ha pasado Eurovisión. En definitiva, desde antes de la semana en Basilea podía preverse, como finalmente se ha comprobado, que la presencia de Israel volvía a manchar el festival, con la inestimable aceptación y colaboración de la UER.
La Unión ha preferido que se hable menos de Eurovisión con tal de evitar problemas, siempre pensando en que Israel no se sienta señalada y al mismo tiempo disculpando todas sus infracciones. El exceso de celo por preservar la imagen del país hebreo se demostró con una lamentable escena ocurrida durante la final, cuando la seguridad del festival placó, retuvo e incluso agredió a un protestante pro-Palestina. Claro que no debían hacerle pasillo, pero el nivel de violencia distó muchísimo de lo que pasó, por ejemplo, cuando un espontáneo saltó en el año 2010 mientras Daniel Diges actuaba para España. En esa ocasión se solucionó sin mayor problema, y sin usar métodos violentos. En esta, como se captó en vídeo, no fue así:
No es el único vídeo que pone en evidencia cómo la UER mira por los intereses de Israel. Basta con echar un ojo a las redes sociales para encontrarse con otros de asistentes a la final y a la semifinal del festival en la que actuó Yuval Raphael, para darse cuenta que lo que llegó a los espectadores por la televisión fue distinto a lo que se vivía en el estadio de St. Jakobshalle en directo.
Por supuesto esa detención del espontáneo no se vio en pantalla, algo habitual y normal televisivamente. Lo que no es tan comprensible es que, si entre el público hubo silbidos y abucheos mientras actuaba Israel, y se mostraron banderas de Palestina (porque este año la UER sí permitía al público mostrar otras banderas, al contrario que a los artistas a los que obligó a ir sólo con la de su país), la retransmisión que llegó por televisión fuese sin verse una sola bandera, y además silenciando el sonido ambiente y aparentemente incluyendo aplausos y vítores enlatados. Al comparar los vídeos desde dentro con los de la realización del festival, parece evidente que la UER habría falseado la actuación de Israel, mostrando el apoyo del público cuando en realidad estaban manifestándose en contra de su participación.
Diferencia de trato para la KAN
La obsesión de la UER ha sido fingir normalidad con la participación de Israel, parapetándose en la igualdad de representatividad y trato que todas las delegaciones y países deben tener en un festival que la propia Unión sigue calificando como “apolítico”, pese a ver cómo se está politizando por parte de Israel delante de sus propias narices. El 'mando en plaza' que se otorga al país hebreo también se demuestra en el diferente trato que la UER da a los países, como se ha demostrado con la (no) gestión de esta crisis desde el año pasado, cuando ya avisamos de que su inoperancia podía estallarle en la cara.
Esa inoperancia es tan evidente como que la UER ha hecho oídos sordos a las peticiones de cuatro países para abrir un debate interno sobre la participación de Israel, esperando simplemente a que el festival se celebrase y así cambiar de tercio escurriendo el bulto. La primera corporación pública en solicitarlo fue precisamente RTVE, a principios de abril. En un mes, y pese a que por el camino se sumaron también Eslovenia, Islandia e Irlanda, la UER no ha priorizado ese asunto, respondiendo únicamente a Irlanda que lo hará “a su debido tiempo”. Con la mente siempre puesta, repetimos, en que se celebrase y pasara el festival, como ya ha conseguido.
Sin embargo, la UER tardó horas en responder a la queja de la israelí KAN contra RTVE. La cadena pública española presentó a Israel en la segunda semifinal del jueves informando de las cifras de muertos en Gaza y haciendo un llamamiento por la paz, la KAN protestó el viernes, y el sábado -horas antes de la final- la UER mandó una carta a RTVE firmada por el presidente del Grupo de Referencia de Eurovisión, el suizo Bakel Walden, y el supervisor ejecutivo del festival, Martin Osterdahl; en la que amenazaba a la corporación española con multas si sus narradores volvían a hacerlo. El movimiento de RTVE fue emitir un mensaje justo antes de iniciarse la retransmisión del festival, evitando así las reglas de emisión de la UER. La KAN señaló en sus redes que “pese a la advertencia” RTVE había emitido un mensaje, y en represalia sus jurados profesionales dejaron última a España.
La KAN tampoco fue advertida después de que en la segunda semifinal del jueves su narrador “bromease” tras la actuación de Armenia. Contextualizando que la Ciudad Vieja de Jerusalén está formada por cuatro barrios, y que el menor de ellos es el llamado 'Barrio armenio' en el que la presencia de este pueblo se remonta a más de 1.500 años, el comentarista dijo: “No puedo creer que les hayamos dado a estos tipos un barrio entero en Jerusalén”, añadiendo luego por el título del tema: “Survivor, así es como nos sentimos después de ver esta canción”. La UER no tomó ninguna medida, ni tan siquiera advirtió a la KAN por infringir de nuevo las normas, y el mismo narrador israelí solucionó luego las críticas asegurando que había sido “una broma”.
La KAN ha convertido en costumbre saltarse las normas de la UER que deberían regir a sus miembros como cadenas públicas. Como recogimos en nuestro análisis, desde la Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina se ha recogido en este documento, al que ha tenido acceso verTele, más de un centenar de ejemplos de cómo la televisión pública israelí ha incumplido los estatutos de la UER apoyando al ejército, haciendo apología de la limpieza étnica en Gaza y blanqueando y normalizando el genocidio, entre otras muchas infracciones.
Persecución a RTVE
Después de los dos mensajes de RTVE, en la semifinal al presentar a Israel y en la final antes de iniciar la retransmisión, y de la queja oficial y pública de la KAN, la cadena pública española y sus periodistas se convirtieron en objetivos de la UER. Así lo acreditan los periodistas españoles que trabajaban en el estadio St. Jakobshalle de Basilea (Suiza), denunciándolo a través de sus redes e incluso publicando lo sucedido como hizo la compañera Andrea M. Rosa del Pino en su directo en el diario El Mundo.
verTele, presente también en la cobertura, pudo averiguar que la UER se agarró a una nueva norma implantada desde hace tres ediciones que prohíbe hacer directos en streaming desde la sala de prensa a los periodistas. En base a ella, detuvo el trabajo de RNE, la radio pública de RTVE, permitiendo a sus periodistas sólo intervenir a través de las ondas, pero no acompañar con su señal de vídeo. Tras actuar Melody, el equipo de La Familia de la tele -también de RTVE- empezó a hacer los típicos “canutazos” a periodistas presentes en la sala para saber la primera reacción de la prensa. A pesar de que las televisiones públicas que pagan, organizan y retransmiten el festival tienen permiso para hacer ese tipo de cobertura, la UER volvió a intervenir y cortó el trabajo de RTVE, generándose una discusión en la que llegó a haber amenaza de expulsión.
¿Qué es lo más extraño? Que es tradicional que durante las actuaciones de cada país, sus periodistas dejen de trabajar esos 3 minutos y bailen y canten para animar a su representante, y que nada más acabar los equipos de las cadenas públicas graben reacciones. En esta ocasión no fue distinto: todos los países y cadenas públicas lo hicieron, pero sólo se advirtió a RTVE y España, tras el mensaje pidiendo “Paz y Justicia para Palestina” que había emitido la corporación antes de la final.

El doble rasero que amenaza con destruir Eurovisión
El doble rasero de la UER con Israel ha acabado haciendo que su delegación controle qué preocupa y qué no al festival. No es sólo la importancia del patrocinador, que seguro será enorme, sino que la delegación que el año pasado llegó a acosar e intimidar a otras quedando sin castigo, esta edición ha marcado la comunicación, la realización de las galas y hasta las reacciones de la UER con otros países, con España y RTVE en su punto de mira.
Israel ha vuelto a movilizar el voto a su favor, convencida de que ganar Eurovisión y organizar el año siguiente el festival en su territorio sería la mejor maniobra propagandística posible. Y en este 2025, la UER ha visto muy de cerca que su permisividad puede facilitar la victoria de Israel. La Unión parece seguir jugando y asumiendo un riesgo que, para muchos, supondría el final de Eurovisión porque -en teoría- la mayoría de países se negarían a participar en el festival celebrándose en suelo israelí. Detrás, parece que la intención es ver si Netanyahu cumple su plan de privatizar la KAN, que al dejar de ser pública haría que tuviese que salir de la UER sin necesidad de ser expulsada.
La situación es tan alarmante, y la actitud de la UER es tan servil con Israel, que incluso ha provocado la pregunta de si habría sido mejor que ganase Israel, después del aviso del año pasado. Quizás que el país hebreo hubiese logrado su cometido, y que la UER viese cómo su impostada imparcialidad facilitaba la victoria a un estado que masacra a la población de otro, hubiese hecho al fin estallar toda la situación en plena cara de la Unión, destruyendo Eurovisión y reconstruyendo de cero un festival que sólo aboga por el “Unidos por la música” en su lema.