“Sigue el dinero”... ¿Y si la razón de que ninguna cadena pida a la UER expulsar a Israel de Eurovisión no es la política?

Al analizar la polémica participación de Israel en Eurovisión, que este año ha vuelto a politizar el festival ganando el televoto para convertirlo en su gran estrategia de propaganda, siempre se mira a ese factor importante: la política. Pero parece olvidarse otro que es fundamental: el dinero.
La mítica película de 1976 Todos los hombres del presidente dejó como coletilla habitual la frase “sigue el dinero” (“follow the money” en su versión original), que supuestamente la “garganta profunda” habría pronunciado a Carl Bernstein y Bob Woodward para ayudarles a destapar el escándalo Watergate, refiriéndose a que rastreasen las transferencias de dinero entre partidos. ¿Qué pasa si “seguimos el dinero” de Eurovisión?
Este martes, verTele desveló en exclusiva documentos internos que muestran cómo la UER ha eludido sus propias medidas para evitar otra crisis con Israel en Eurovisión. Concretamente publicamos la carta de 'aviso de advertencia' que la UER remitió a la cadena de Israel KAN el mismo día de la final por su actitud en Eurovisión 2024, el informe fruto de la investigación independiente que se realizó tras el festival, y el documento con el que la UER trasladó esas 'recomendaciones' a su 'hoja de ruta'... para no seguirla en esta edición de 2025.
Este miércoles, y mientras la polémica crece con más países sumándose a pedir explicaciones a la UER por el televoto, y a solicitar un debate sobre la participación de Israel; queríamos intentar responder a esa gran pregunta. Pero pese a que en su nueva 'hoja de ruta' la UER aboga por la transparencia, resulta imposible por el oscurantismo y el secretismo de sus cuentas.
El patrocinio principal de Moroccanoil
Se sabe perfectamente que Eurovisión es la base económica de la UER, y que aporta enormes beneficios tanto al organismo como a todas las televisiones que lo integran. Pero la UER se niega incluso a desvelar cuánto dinero aporta Moroccanoil como patrocinador principal de Eurovisión. La empresa de cosméticos israelí, a la que asociaciones civiles pacifistas acusan de manufacturar sus productos en territorios palestinos ocupados por el estado hebreo y que guarda una fuerte vinculación con su gobierno, lleva desde 2020 siendo la patrocinadora principal del evento. Pero no se sabe por qué, ni sobre todo por cuánto.

En las últimas horas, con muchos focos apuntando a ese patrocinio como causante de la sobreprotección de la UER a Israel, fuentes del organismo consultadas por Europa Press han defendido que se trata de una “empresa global con sede en Nueva York”, considerando que “ha sido un valioso patrocinador del Festival de la Canción de Eurovisión desde 2020”, y celebrando que sigan juntos: “Nos complace que nuestra colaboración haya continuado en 2025”. Además, directamente han querido zanjar: “Ningún patrocinador tiene influencia ni impacto directo en el contenido editorial del Festival de la Canción de Eurovisión, ni en la participación de ninguna emisora miembro de la UER”.
En la 'hoja de ruta' que la propia UER trazó, tras recibir el informe de la investigación independiente por el escándalo que fue Eurovisión 2024, el organismo sitúa la “Sostenibilidad financiera” como una de sus principales áreas claves de desarrollo. En el punto 9 de ese documento interno que hemos desvelado, la UER no oculta su ambición económica con el festival al avanzar que “expertos revisarán cómo reducir costos y cómo aumentar los ingresos”. Es decir, es una Unión de cadenas públicas, subvencionadas por y dependientes de sus respectivos gobiernos, pero Eurovisión también es un gran evento que se exprime en lo económico. Por lo que juega con las mismas reglas del mercado.
Ese punto sobre la importancia financiera entronca con el segundo de su 'hoja de ruta', en el que la UER determina que “las decisiones sobre la organización y ejecución del festival de Eurovisión se basan en reglas, protocolos y contratos”, especificando el “contratos” y elevándolo a la máxima importancia sobre las decisiones de la Unión. La propia UER determina que sus decisiones se basan en sus contratos. Pero al mismo tiempo, sus fuentes también dicen que ningún contrato de patrocinio tiene “impacto directo” en el contenido editorial, ni en la participación de cadenas. Puede resultar difícil de comprender y compaginar, pero es lo que dice su 'hoja de ruta', y sus fuentes oficiales.
La UER presume del éxito (también económico) de Eurovisión
¿Qué se sabe entonces del dinero de Eurovisión? La UER presume, y con razón, del éxito de su festival. En un informe publicado en junio del año pasado, para analizar precisamente el impacto de Eurovisión 2024, la Unión Europea de Radiodifusión aportó datos que permiten ser conscientes de la dimensión del evento y de su relevancia económica, que le sitúa sólo por debajo de los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol, y superando a los Premios Oscar y los MTV VMAwards. Es, por tanto, el principal evento anual.
No hay que pensar sólo en patrocinios, como el principal de Moroccanoil, sino también en que Eurovisión ha creado ya su propia industria que se traduce en cientos de puestos de trabajo, y reporta a sus radiotelevisiones audiencias millonarias que permiten disparar los ingresos por publicidad (no todas las cadenas prescindieron de los anuncios como RTVE). También son importantes los ingresos musicales por reproducciones en Spotify, Youtube, o las radios y televisiones; así como acuerdos para videojuegos, producciones audiovisuales y hasta proyectos de desarrollar otros festivales. La propia UER calcula un valor publicitario del festival de 805 millones de euros.
En esos ingresos millonarios, por supuesto, una partida importante es gracias al televoto, que es de pago. Sí, ese televoto sobre el que el estado de Israel reconoció en 2024 “invertir mucho dinero” para fomentar el apoyo a su representante, y que en este 2025 ha potenciado desde sus embajadas y estamentos gubernamentales para acabar ganándolo. Justo en esa edición de Eurovisión 2024, la UER celebró que recibió votos desde 156 países, y siendo la que inauguró el nuevo sistema permitiendo 20 votos por persona, Israel fue segunda. Es decir, la movilización del estado de Israel para votar a su representante genera grandes beneficios a la UER.

De la página 34 a la 38 de ese informe que recogemos más arriba, la UER emplea como aliciente de marketing el impacto económico que provoca en las ciudades organizadoras de Eurovisión. Hay datos como 3.881 personas que trabajan en la producción, a las que se suman 853 profesionales de las 37 delegaciones. Repasa los trabajos que se crearon en Liverpool 2023 gracias al festival, situando en 54,8 millones de libras lo que los visitantes se gastaron en la ciudad inglesa durante su asistencia a Eurovisión. Cifras siempre millonarias que permiten hacerse una idea, aunque sea sin números oficiales porque no se comparten, de la cantidad de dinero que mueve el festival de Eurovisión, y que reporta a las arcas de la UER y las televisiones que la forman.
Política sí, pero quizás más el dinero
Entonces, si la pregunta sobre la gran polémica de estas dos últimas ediciones es “¿por qué ninguna cadena pública ha pedido formalmente la expulsión de Israel?, teniendo en cuenta que la UER se parapeta en ello para mantener la participación del país hebreo y considera que su caso es ”drásticamente diferente“ al de Rusia, país al que sí expulsó... tras recibir las peticiones de varios de sus miembros; ¿por qué sólo se apunta a la política, y no al dinero?
Claro que en la respuesta definitiva influye la política. Claro que las relaciones directas de las televisiones públicas con los gobiernos de sus respectivos países marcan que muy pocas de ellas se atrevan simplemente a manifestarse sobre la participación de Israel en el festival. Claro que éstas no pueden ir en contra de sus gobiernos, y que hay estados en los que los lobbys sionistas maniobran para acusarlas rápidamente de antisemitismo. ¿Pero sólo es política?
Quizás el dinero sea en realidad la razón por la que ninguna cadena ha solicitado expulsar a Israel. El máximo movimiento, liderado de hecho por RTVE, es solicitar “abrir un debate” sobre su participación, y a él se han adherido otros cinco países. Haciendo autocrítica (por España y RTVE) antes que crítica (por el resto de países), ni tan siquiera que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, haya pedido públicamente la salida de Israel ha empujado a la cadena pública a trasladar esa misma petición a la UER.
Quizás influye el aparente conflicto de intereses que marca que RTVE -miembro destacado de la UER y del 'Big Five' de Eurovisión- esté liderando esa duda sobre la participación de Israel, a la vez que una de sus directivas, Ana María Bordas, es al mismo tiempo Directora de Originales de RTVE y haya sido recientemente elegida presidenta del Grupo de Referencia de la UER para Eurovisión. Esto también puede resultar difícil de comprender y compaginar, que la cadena que lidera las “dudas” sobre la participación de Israel vaya a tener al mismo tiempo a la máxima responsable de Eurovisión en la UER. Pero quizás así se explica por qué RTVE está liderando este movimiento, y quién sabe si incluso el posible futuro de la UER, si es que se alcanza la valentía necesaria.
Quizás es que ninguna cadena quiere, o puede, prescindir del dinero de Eurovisión. Una enorme partida económica con la que cuentan anualmente, que mantiene buena parte de la financiación de la UER, y que si desapareciera el festival dejarían de existir esos ingresos. Lo que la UER no parece estar teniendo en cuenta es que si Israel acaba ganando Eurovisión, y ya van dos años en los que casi lo logra, el festival puede destruirse y no habrá importado cuántos millones de euros haya aportado Moroccanoil, ni cuántos haya recaudado por el televoto organizado por el gobierno israelí. La Unión Europea de Radiodifusión sigue vendiendo Eurovisión como un festival “apolítico” y “de canciones”, y quizás lo único que les importa a todos es lo de siempre: el dinero.