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La sombra y la producción anchietana

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Discurso de clausura III Jornadas Anchietanas.

Agradezco, en primer término, la oportunidad que se nos concede desde la Cátedra Cultural ‘Padre Anchieta’, de la Universidad de La Laguna, para clausurar estas III Jornadas Anchietanas, convocadas con el título “José de Anchieta: lenguas y bulos”. Mi reconocimiento a las autoridades académicas; al director de la revista ‘Anchiétea’, ilustre compañero Eliseo Izquierdo Pérez; y a las áreas competentes del Ayuntamiento lagunero a cuya confianza deseo corresponder con este texto titulado “La senda y la producción anchietana”.

Unas breves consideraciones antes de desglosar el contenido de la publicación que aparece cuando se cumplen setenta años de la creación de la cátedra, la primera y más antigua de las establecidas en las universidades canarias, por tanto, la decana de las implantadas en la Universidad lagunera, que cumple así con su propósito de conmemorar la fecha con iniciativas que acercan cada día más la figura del santo escritor a la sociedad, empezando por la canaria, como bien precisa el editorial.

La cátedra, creada por Orden del entonces denominado Ministerio de Educación Nacional en febrero de 1955, tiene como objetivos primordiales estimular y difundir trabajos científicos, históricos y literarios sobre las relaciones de nuestro archipiélago con el mundo hispanoamericano, como también con el cercano continente africano, y sobre la personalidad y la obra plural del gran humanista que la da nombre. Esta publicación que hoy presentamos, ‘Anchiétea’, es el órgano de expresión y difusión.

Aún persiste en la memoria de muchos canarios el acto de elevación a los altares de José de Anchieta. Recordemos que su canonización por el papa Francisco, por un procedimiento poco común dentro de la Iglesia católica, es altamente significativa. La personalidad del eminente religioso adquirió plena dimensión universal, lo que ha contribuido a extender e intensificar su valoración y la de su obra literaria y doctrinal.

Poeta, lingüista, historiador, dramaturgo y epistológrafo, que todo eso fue José de Anchieta cuya memoria honramos al glosar esta publicación.

Cuatro trabajos y una crónica anchietana, más una página dedicada a las reseñas biográficas de quienes son los autores de dichos trabajos engloban su contenido, precedido de una preciosa foto a color de María Pisaca, detalle de un barco de la romería de Tegueste del año pasado.

‘La Casa Anchieta. Historia de una rehabilitación’, de Alejandro Beautell, es el título del primer capítulo -si nos permiten- de esta publicación que condensa la rehabilitación arquitectónica de la casa así reconocida, el lugar donde nos encontramos. Es la que ocupa el número 10 de la plaza del Adelantado en San Cristóbal de La Laguna, habitada por José de Anchieta desde su más tierna infancia hasta su primera juventud, momento en el que abandonó la isla, llamado a convertirse en un hombre para la historia. La vieja casa Anchieta había tenido muchas vidas, claro, antes de que, en el verano de 2016, según relata Beautell, “la visitara acompañado de mi padre y colega, con el encargo de restaurarla”. Fue habitada por escribanos, santos y poetas. Después fue otras muchas cosas y desde el año 2007 el inmueble había permanecido abandonado, sin uso, condenado a la muerte lenta de los edificios vacíos.

Alejandro Beautell señala, al referirse a la rehabilitación, que la intervención pluridisciplinar es una estrategia responsable que debe darse no solo en la redacción del proyecto sino durante todo el proceso de recuperación del edificio. Y lanza un certero vaticinio: sin esa perspectiva global y coordinada que considera el edificio, a la vez, tanto un documento histórico (su valor histórico-arquitectónico) como una construcción que ha de cumplir una función determinada y como un objeto físico que es su integridad constructiva, no es posible garantizar la supervivencia de nuestro patrimonio cultural en el futuro.

Alejandro Beautell García es arquitecto por la Escuela Superior de Las Palmas de Gran Canaria desde 2005. Completó su formación académica en la facultad de Arquitectura, Construcción y Planeamiento de la Universidad de Eindhoven, en Países Bajos. Realiza su actividad profesional en el estudio que comparte con su padre, el veterano arquitecto, Fernando Beautell Stroud, y la compatibiliza con la docencia y la investigación como profesor de proyectos arquitectónicos en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Europea de Canarias. Entre sus obras relevantes figura el Plan Director del Real Santuario del Santísimo Cristo de La Laguna.

Fremiot Hernández González, licenciado y doctor en la Universidad Complutense de Madrid, con premio extraordinario en ambos grados, docente en las universidades laborales de Cheste y Tenerife, es al autor del segundo trabajo aparecido en esta publicación, titulado ‘El acróstico y otros poemas dedicados a José de Anchieta en el Orpheus Brasilicus.

Se trata de una obra del siglo XVIII publicada en Lisboa, aunque redactada en Bahía (Brasil). Su contenido son una serie de escritos en latín, fruto principalmente de un concurso literario que tuvo lugar en el colegio de los jesuitas de aquella ciudad brasileña en el año 1736. Después de la introducción, en la que, entre otras cosas, se repasan los ejemplares existentes y su contenido, se editan, traducen al español y se comentan algunos de los poemas que en él figuran, destacando el acróstico en el que se relata el milagroso amansamiento de un toro bravo por el propio José de Anchieta.

El lexicógrafo y poeta portuense Juan de Iriarte y Cisneros, tío del poeta y dramaturgo Tomás, compuso ciento catorce epigramas, de los que dejó esta definición:

“A la abeja semejante,

para que cause placer,

el epigrama ha de ser

pequeño, dulce y punzante“.

En consonancia, el profesor Hernández González alude a un suceso, a un hecho maravilloso que tiene que ver con los poderes de lo escrito por la mano de Anchieta, pues hasta las olas del mar le obedecen. Se cuenta en el mismo que echan mano de un papel que había sido escrito por él para calmar una tempestad. La belleza descriptiva de la estrofa seleccionada impone:

“Por todas partes con ruido de olas el mar está encrespado

mientras una embarcación elevada se dirige al proceloso abismo.

Se le arroja un papel escrito por los dedos de Anchieta

y el oleaje deja de hacer ruido; una voz muda enmudece el mar.

Bajo la voluntad del héroe están los elementos; somete

al mar la letra escrita por la mano del jefe de los elementos“.

Todo da a entender que algunas facetas del personaje eran bien conocidas. En otro orden de cosas, se pone de relieve la labor humanística que la Compañía de Jesús estaba llevando a cabo en el siglo XVIII en Brasil, todavía entonces colonia portuguesa, continuando así el trabajo iniciado por José de Anchieta quien fue considerado el primer maestro de escuela de esta parte del Nuevo Mundo.

Fremiot Hernández González ha llevado a cabo investigaciones del latín antiguo, medieval y humanístico. Participó, igualmente, en el libro titulado ‘José de Anchieta. Vida y obra’, editado en La Laguna en 1988. Obra suya es la edición crítica y traducción al español de la ‘Carta de Anchieta sobre la naturaleza de Brasil’, publicada en 2017. Por último, fue miembro del proyecto de investigación titulado “Padre Anchieta”, elaborado por la Universidad de La Laguna y financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia.

Eliseo Izquierdo Pérez se pregunta si vinieron de América los “barcos” (entrecomillado) tinerfeños. (Con un referencia del santo Anchieta). Este es el título de su entrega, resumida en que desde hace trescientos veinticinco años se mantiene en Tenerife la tradición de llevar en las romerías y procesiones de mayor popularidad del nordeste de la isla unos curiosos artefactos artesanales en forma de navío, sobre carretas tiradas por bueyes. Comenzó en San Cristóbal de La Laguna en 1699 y se extendió únicamente por la comarca de Aguere y sus aledaños, sin que se sepa bien cómo y de qué manera surgió la costumbre. El autor plantea como posible antecedente directo de los “barcos” laguneros los “veleros” que, desde el primer tercio del siglo XVI, se construían en México para determinados espectáculos teatrales y para la celebración de algunas de las grandes victorias militares de la época en las que participaban la tropas españolas.

Izquierdo rescata una copla que circuló en el XVII en las fiestas laguneras de Los Remedios que gozaban, según el presbítero e historiador José Rodríguez Moure, de “una gran celebridad”. Dice así:

“De Candelaria, la Virgen;

de Güímar, señor San Pedro;

de Arafo, San Agustín;

de la ciudad, Los Remedios“.

El periodista y escritor lagunero, Eliseo Izquierdo Pérez, licenciado en Filología Románica y en Ciencias de la Información, periodista, premio ‘Patricio Estévanez’ de la Asociación de Periodistas de Tenerife, autor de numerosas publicaciones, cronista oficial de este municipio, académico de honor de la Real Academia Canaria de Bellas Artes, ha contribuido, además, con dos trabajos, que le fueron solicitados por Roma, a la publicación del volumen Positio supercanonizatione aequipollenti (2014), de la Congregación de la Causa de los Santos, para la canonización del religioso y lingüista. Escribe sobre esta curiosa tradición, circunscrita a la isla de Tenerife, al área geográfica del nordeste para ser precisos, refiriéndose a los barcos -metafóricamente, son en sí mismos, una hermosa metáfora, según desgrana- que nunca han rebasado los “confines de su navegación auroral”, la de finales del siglo XVII ni han recalado o buscado refugio en latitudes insulares en las que sí encontraron otras tradiciones isleñas.

Estamos ante una tradición tricentenaria que sigue viva en los cuatro municipios del área metropolitana de Tenerife. Los vecinos cultivan las que deben ser estimadas como preciadas señas de la identidad del pueblo. Ahí brota la interrogante de Izquierdo: ¿vinieron de América los barcos? Él mismo responde:

“Es innegable la semejanza de los ”navíos“ americanos y tinerfeños, en latitudes tan distantes y distintas. Unos y otros son artefactos para ”navegar“ por mares imposibles, para moverse y avanzar en tierra, unos en medio de una naturaleza ubérrima, tropical y subtropical; otros entres trigales, huertas de papas y verduras, calles, caminos y veredas, o o entre el oleaje del gentío. Los aúna la exigencia de calidad constructiva… Comparten ser artilugios ideados para la utilería teatral. En todos se aprecia, con mayor o menor intensidad, la similitud de elementos constructivos y la profusión naif de formas ornamentales…”.

Y su conclusión:

“En esa línea, sinuosa pero sin fisuras violentas, cabe incluir como posible ocurrencia factible de algún isleño retornado, la de reproducir en su tierra, como novedad, la estampa de los barcos que había contemplado, como muchos otros indianos, con sorpresa y con entusiasmo, como ”navegaban“ tierra adentro en el otro lado del océano. La incógnita -condensa Eliseo Izquierdo- se mantiene en el aire de las incertidumbres y las posibilidades”.

El estudio y edición crítica, con aparato de fuentes, y versión rítmica al español del poema O Deus alme, de José de Anchieta, cuyos ochenta y cuatro versos ocupan las páginas 84 al 86 del manuscrito de Algorta y abre la edición de los “Poemas eucarísticos”, realizada por Armando Cardoso, original de Miguel Rodríguez-Pantoja, completa las cuatro entregas que conforman el contenido de esta publicación.

El autor es doctor en Filología Clásica por la Universidad de Sevilla y catedrático de Filología Latina de las universidades de La Laguna y Córdoba. Sus líneas de investigación son filología, lingüística y literatura latinas, traducción y tradición clásica. Iniciador y director del grupo de investigación sobre Anchieta del Departamento de Filología Clásica y Árabe de la Universidad de La Laguna y coordinador del libro ‘Anchieta. Vida y obra’, publicado en 1988. Autor de trabajos sobre la obra latina del apóstol de Brasil y de la introducción, edición crítica, traducción rítmica y notas del volumen ‘Poemas ocasionales de José de Anchieta’, aparecido hace ahora cuatro años.

“Dios criador, que todo con tu poder lo gobiernas,

y sin embargo estás siempre sometido a tus siervos,

no desdeñando asumir la vida sujeta a la muerte

y en el duro madero de la cruz dar la vida“.

Son los primeros versos de ‘O Deus alme“, (la expresión, literalmente ‘Dios nutricio’), un bellísimo canto a las bondades divinas que ensalza sin reserva, consciente de una vida venturosa, sin daños, una vida desbordante de bienes: ”Vida de Dios feliz, placidísima, vida apacible, dulce amor, de mi vida deliciosa existencia“.

Corona este poema eucarístico con una proclamación entusiasta del tránsito que sucede a las muchas heridas consignadas:

“Pero tales tristezas sufrir debo ahora: un alegre fin tendrán todas ellas: el paraíso divino.

Porque a los nubarrones les sigue un cielo sereno,

da lugar la noche tenebrosa al día claro.

Yo también, tras las duras penas del siglo presente,

de mi Señor plenamente gozaré para siempre“.

Pero la senda y la producción anchietana prosiguen. Estas terceras jornadas son una buena prueba de ello, de la riqueza creativa del personaje que sigue brindando sus aristas para que los estudiosos e investigadores nos acerquen su fe, su desempeño y su obra.

Esta nueva aparición de ‘Anchiétea’ estimula el quehacer y más producciones que, sin duda, enriquecerán los afanes de la cátedra promotora y de los órganos universitarios que los sustenta.

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