Rosa María Calaf: “El periodista es el intermediario de guardia entre la salud social y las personas”

Rosa María Calaf (Barcelona, 1945), ha sido reportera desde 1970 para la televisión pública española en Estados Unidos, Moscú, Buenos Aires, Roma, Viena o en la corresponsalía de Asia-Pacífico. Su voz y su cara son familiares porque durante más de treinta años ha entrado en todos los hogares del país para llevar a los españoles, como una intermediaria, noticias de otros lugares. Tiene la rapidez y precisión al responder de quien lleva toda una vida haciendo preguntas. Quizá de su abuelo paterno heredó esa pasión por los viajes, lo que la llevaría a estudiar a Francia y Estados Unidos, pero fue también profeta en su tierra adquiriendo en 1982 la responsabilidad de fundar la televisión autonómica TV3 junto al periodista Alfons Quintá.
Hoy que desde la visión de Occidente parece que se acerque el fin de una era, ella, que ha visto muchas eras extinguirse, sigue siendo optimista respecto al oficio del periodista y el papel que debe jugar en la sociedad. Prueba de ello es que este sábado se sentará junto a los periodistas Ignacio Escolar, Carlos Sosa y Olga Rodríguez en el Festival de las Ideas y la Cultura para debatir ¿Para qué sirve el periodismo? en el Auditorio Alfredo Kraus.
Quizás sean los tiempos más difíciles para explicarle a un auditorio para qué sirve el periodismo. ¿Para qué sirve?
Pues sin periodismo difícilmente va a poder cada uno defender sus derechos y sus libertades porque el objetivo del periodismo es contar aquello que no se quiere que se cuente.
Es muy importante que quede clara una cosa, que siempre ha habido buen y mal periodismo
Es decir, mostrar lo que no se quiere que se vea, para ser más exactos, y contar lo que se quiere que se calle. Entonces, si realmente no tenemos un periodismo riguroso, independiente, por supuesto, honesto, que nos dé las claves de lo que está sucediendo, como ciudadanos nos quedamos absolutamente indefensos a la hora de ser capaces de exigir que se respeten nuestros derechos. Y somos muy fácilmente manipulables, somos muy vulnerables. Entonces, el periodismo es esencial para la calidad democrática. Y la calidad democrática, como te digo, es esencial para la defensa de los derechos universales.
Y usted que ha viajado tanto, que viene y también va con frecuencia, ¿de qué salud cree que goza actualmente el periodismo en España?
Bueno, pues creo que no está especialmente bien. Es muy importante que quede clara una cosa, que siempre ha habido buen y mal periodismo. Y que siempre ha habido voluntad desde determinados ámbitos y poderes para interferir en el periodismo. Porque siempre hay intereses que no están de acuerdo con que se aireen determinadas cuestiones que no les convienen. Eso siempre ha sido así. Pero ahora realmente estamos en un momento, no solo en España, sino como tendencia general en el que realmente hay una campaña para desprestigiar el buen periodismo.
Se está construyendo una sociedad en base no a opinión pública fundamentada, sino a emoción pública bien construida en favor de determinados intereses
Y para, por lo tanto, desacreditarlo para que pierda fuerza. A esto cada país reacciona según su idiosincrasia. Y en España tenemos un fallo histórico, que viene desde muchos años atrás, del sectarismo. Somos un país muy sectario. Y un país de blancos y negros. De radicalidades. Muy poco propicios al consenso y al intercambio de opiniones con argumentos. Muy pasionales.
Si cada uno de nosotros no exigimos un periodismo que sirva a la sociedad, no que se sirva de la sociedad, pues está claro que el periodismo no va a poder cumplir su función
Y entonces, en un momento en que en todas partes la tendencia es trabajar las emociones y no la reflexión, en España lamentablemente tenemos unas características históricas que hacen que en nuestra sociedad sea mucho más fácil que funcionen esos parámetros. Y que se esté construyendo una sociedad en base no a opinión pública fundamentada, sino a emoción pública bien construida en favor de determinados intereses. Y ese es el gran riesgo. Por eso, no es que lo diga yo, sino que ha habido varios informes. Uno hace ya 6 o 7 años del Instituto Reuters con la Universidad de Oxford, que hizo en toda Europa un informe sobre la calidad periodística. Y lamentablemente en cuanto al sesgo, realmente los peores parados fuimos nosotros.
Eso dentro de España, Rosa. Pero fuera, ¿a qué está llamado el oficio del periodista, tal como lo entendió Kapuściński, en un mundo con un genocidio en Gaza y conflictos bélicos en marcha, cruzándose misiles delante de nuestras narices en tiempo real?
A cumplir su función, que es la de siempre; dar las claves de lo que sucede y relatar los hechos con rigor, independencia y honestidad. Y facilitar la interpretación de por qué está sucediendo esto.
Que sepan que este es un oficio que es mucho más que un trabajo, que es una responsabilidad social, que nunca ha sido fácil, porque siempre hemos ido contra la corriente, pero que es absolutamente necesario
Es decir, habilitando la posibilidad de que la ciudadanía se haga preguntas. ¿Por qué sucede? ¿Quién está detrás de que suceda? ¿A quién le beneficia lo que sucede? ¿Y qué responsabilidades hay detrás de lo que sucede también de cada uno de nosotros? Porque si cada uno de nosotros no exigimos un periodismo que sirva a la sociedad, no que se sirva de la sociedad, pues está claro que el periodismo no va a poder cumplir su función. Tenemos que como ciudadanos ser conscientes de que tenemos que tener un papel muy activo a la hora de defender el derecho a la buena información y la posibilidad de que los profesionales de la información podamos ejercer esa buena información. Y no la vamos a poder ejercer nunca si se permite, el que se nos impida, como se está impidiendo, el acceso al lugar donde suceden las cosas. Y el acceso a los protagonistas de las historias, sean tanto los que las sufren como los que las causan. Entonces el periodismo su función es esa. Y si no se deja que se haga eso, pues la ciudadanía tendría que levantarse porque se están vulnerando sus derechos.
¿Qué le diría a los que este año se han matriculado en la Facultad de Periodismo o a los que lo hicieron hace mucho pero ya han perdido la esperanza?
Que sepan que este es un oficio que es mucho más que un trabajo, que es una responsabilidad social, que nunca ha sido fácil, porque siempre hemos ido contra la corriente, pero que es absolutamente necesario para que la sociedad sea capaz de defenderse y defender sus propios derechos, para que los intereses del bien común de las personas sean prioritarios por encima de todo y de cualquier otro interés. Y por tanto es mucho más que un trabajo, es un compromiso social y es claramente un servicio social y que hay que entenderlo como tal.
Entonces, ¿podría un periodista cambiar el mundo o no debería tener tanto poder?
Bueno, vamos a ver. Cambiar el mundo solo no va a poder, pero sí que es una pata. Claramente la buena información es una pata esencial con la buena educación para que la sociedad, ya digo, sepa aquello que tiene derecho a saber y que por tanto con eso que tiene derecho a saber se forme una opinión y tome decisiones. O sea que tiene un papel muy importante, ya digo, no de heroicidades, no de que seamos, en fin, el no va más, no, no, no. De que somos intermediarios que debemos facilitarle al ciudadano la comprensión de lo que sucede y somos, pues como el médico, es un intermediario de guardia, digamos, entre la salud física y la persona, pues el periodista es un intermediario de guardia entre la salud social y las personas.
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