¡Marchando otra de constitucionalismo del PP!

Santiago Pérez

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Si no se tratara de asuntos muy serios, sería mejor tomárselo a broma. Me refiero, of course, a las tropelías contra el orden constitucional que están llevando a cabo el amigo de Marcial Dorado (que no es presidente del Gobierno porque no quiso, ni sabía que su amigo de yate y viajes era un reputado narcotraficante), toda su caterva de presidentes autonómicos rehenizados por la ultraderecha y los poderes económicos que los titerean, y su acorazada mediática en pleno.

Ya no se contentan con llevar al Senado a un nivel de degradación infinito. Sí, a esa misma Cámara cuya reforma y potenciación han boicoteado a lo largo de los años, como he podido vivir muy directamente.

Ni siquiera se limitan a eso, sino que también afectan a un órgano de cooperación imprescindible entre el Estado y las Comunidades Autónomas: la Conferencia de Presidentes Autonómicos y el del Gobierno de España, que no pudo prever ni reguló la Constitución simplemente porque sus autores no eran adivinos ni podían imaginar que nuestro sistema político evolucionaría tan rápidamente hasta ser lo que es: un sistema de organización territorial del poder que, llamémoslo como lo llamemos, es perfectamente asimilable a los federalismos contemporáneos de referencia.

Convirtieron la conferencia celebrada ayer en Barcelona en un órgano en el que los presidentes de gobiernos autonómicos del PP/VOX hicieron de francotiradores contra el Gobierno de España, exigiéndole a Pedro Sánchez que dé por finiquitada la legislatura y convoque elecciones anticipadas. Fue una mascarada de exigencia de responsabilidad política, que es competencia exclusiva del Congreso de los Diputados, como es propia de los Parlamentos autonómicos exigirla a sus respectivos presidentes. Esa responsabilidad política que Feijóo no se atreve a exigir a través del procedimiento sabiamente previsto constitucionalmente, la moción de censura constructiva. Simplemente, una mamarrachada.

¿Se imaginan la reacción del PP y de toda la cohorte de mercenarios mediáticos si al Gobierno de España se le ocurriera una irrupción de ese calibre en el autogobierno de cualquier Comunidad?

Una mamarrachada profundamente contraria a esa Constitución, que tanto han manoseado y en la que tan poco creen, cuya observación y cumplimiento requieren de la lealtad constitucional, a la letra y al espíritu de la Norma Fundamental, de todas las instituciones que configuran una forma de Estado territorialmente compleja. Y que es, con perspectiva histórica, la más adaptada a la propia realidad de España: diversa y plural, y la más idónea para la convivencia y la solidaridad entre las comunidades territoriales que la componen.

La otra evidencia sombría que hemos conocido ayer, en vivo y en directo, es que Feijóo y los suyos, una troupe declinante, ya han optado por un gobierno en coalición con los neofranquistas como única vía para llegar al poder, como en buena parte de las autonomías que presiden.

El enfrentamiento con PNV y hasta con el cada vez más derechizado Junts de Puigdemont, a cuenta de algo tan sensible para los nacionalismos periféricos como la utilización de las lenguas cooficiales, supone una ruptura de puentes que deja al PP, con plena conciencia de ello, cada vez más en manos de Vox.

No le deseo a los jóvenes el retorno de España al autoritarismo conservador, despiadado y mediocre, que ha marcado buena parte de nuestra historia. Ese que les permitirá la libertad de tomar cañas, pero les censurará libertades públicas y derechos políticos, recortará derechos laborales arduamente conquistados y motosierrará el derecho a la salud y los derechos y prestaciones sociales.

Y les aconsejará, por las buenas o por las malas, como lo hacía el “Generalísimo”, que no se metan en política.

Que será mejor que dejen la política y sus instituciones en manos de los patrocinadores empresariales del PP y Cía., como una mera agencia más de negocios. Con el dinero de los contribuyentes, claro.

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