Canarias es la comunidad más afectada por la aridez climática que se extiende por toda España

Desde el Principado de Asturias hasta la Comunitat Valenciana, la aridez se expande por España sin dejar a ninguna comunidad al margen de los efectos de la crisis climática. Según un estudio reciente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el 11,6% del territorio nacional es más árido que hace 60 años. Pero si ponemos la lupa en Canarias, ese porcentaje se eleva al 16,3%, convirtiendo al Archipiélago en la región más afectada del país.
La investigación ha sido elaborada por un equipo del Laboratorio de Climatología y Servicios Climáticos, una red que reúne a científicos del CSIC y la Universidad de Zaragoza. Los autores analizaron el índice de aridez definido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, en sus siglas en inglés), compuesto de dos variables.
Por un lado, las precipitaciones. Se utiliza el valor promedio de lluvias acumuladas a lo largo de un periodo. Y, por otro, la evapotranspiración potencial, es decir, la demanda de humedad que tiene la atmósfera, que incluye factores como la temperatura, la radiación, la humedad relativa o la velocidad del viento.
El índice representa finalmente el balance a largo plazo entre la disponibilidad de agua y la demanda de humedad en la atmósfera de la siguiente forma: si el valor es 0,75 o más, el clima es húmedo; entre 0,65 y 0,75, subhúmedo-húmedo; entre 0,5 y 0,65, subhúmedo-seco; entre 0,2 y 0,5, semiárido; entre 0,03 y 0,2, árido; y por debajo de 0,03, hiperárido.
Para este estudio, los investigadores emplearon datos de la Agencia Española de Meteorología (Aemet) entre 1961 y 2020 que cubren todo el territorio español. Se compararon dos periodos “normales” de treinta años: 1961-1990 y 1991-2020. Y con el índice encima de la mesa, se evaluaron las transiciones de cada región entre esos dos periodos, distinguiendo entre procesos hacia climas más áridos o húmedos.
Los resultados son esclarecedores. En la España peninsular, el índice de aridez pasó de 0,74 a 0,71, afectando al 11,6% del suelo. Pero en Canarias, la disminución fue más intensa, de 0,3 a 0,25, alcanzado el 16,3% del territorio. La mayoría de estos cambios en el Archipiélago se produjeron en las caras norte de las islas con más relieve, precisamente las zonas más húmedas de la Comunidad Autónoma.
“La aridez climática, que no es lo mismo que la sequía, es una variable muy interesante porque condiciona tanto la vegetación como los cultivos que puede tener un lugar”, explica Santiago Beguería, primer autor de la publicación e investigador de la Estación Experimental de Aula Dei, un centro de investigación agronómica dependiente del CSIC y ubicado en Zaragoza.
El experto detalla que un aumento de estas condiciones climáticas, motivadas por el calentamiento global causado por los seres humanos, implica cambios en la composición de los ecosistemas. Especies más adaptadas a la aridez pueden desplazar o incluso hacer desaparecer a otras, transformando el paisaje. Y eso no es una hipótesis. Está ocurriendo ya.
“Nosotros trabajamos con investigadores o profesionales del sector forestal que nos dicen que hay lugares en los que los pinos, por ejemplo, están muriendo. Aragón, donde yo vivo, es una zona de cultivos frutales. Y los agrónomos nos están diciendo que cada vez tienen que subir los frutales más arriba, hacia zonas de media montaña”, continúa Beguería.
El panorama final es un suelo que ha perdido su fertilidad por completo, incapaz de secuestrar carbono y quedándose sin parte importante de su biodiversidad, un proceso que se ha acelerado en las últimas décadas a causa de los gases de efecto invernadero, de acuerdo con el último informe de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD, en sus siglas en inglés).
Pero eso no es todo. La aridez también impacta en los recursos hídricos, limitando el agua que alimenta los acuíferos. “Hay que estudiarlo en el contexto de cada lugar y de cada sistema. Pero a rasgos generales, es evidente que un clima más árido es un clima en el que se generan menos recursos hídricos”, remacha el investigador del CSIC.
El porqué es una tendencia al alza tiene más que ver con el aumento de las temperaturas y la disminución de la humedad relativa que con las precipitaciones, cuya evolución no muestra patrones “evidentes ni persistentes” en el tiempo, según el estudio. Que sea así siembra cierta “incertidumbre” sobre el futuro de España, pues los termómetros continúan registrando récords de máximas año tras año (también en Canarias) y parece que solo con eso basta para aumentar el riesgo de degradación medioambiental.
La investigación muestra que Canarias, por su parte, presenta la mayor diversidad de valores de aridez climática dentro de una comunidad autónoma por eso de sus microclimas y realidades tan diversas de una isla a otra e incluso en una misma. Beguería advierte aun así que el Archipiélago cuenta con una menor densidad de observatorios o estaciones meteorológicas en comparación con la Península. Dice que quizá “no se nota” a nivel cuantitativo, pero en el plano cualitativo sí puede influir.
“En las Islas hay cambios climáticos en muy poco espacio. Si te vas a la meseta central, donde el clima no varía mucho de aquí a diez kilómetros, puedes tener una densidad de estaciones más baja. Pero en Canarias no, porque con esa misma densidad te estás perdiendo todo lo que pasa en medio”, lamenta el experto.

Según la publicación, el 8% de las tierras subhúmedas-secas del Archipiélago pasaron a secas y el 3% de las zonas semiáridas a áridas. Las transiciones hacia clases más húmedas fueron marginales (0,1%).
Los investigadores también estudian cuándo ocurren estos cambios. Los meses con mayores transformaciones hacia categorías más áridas en las Islas fueron diciembre (37%), noviembre (34,3%) y febrero (30,4%), seguidos por mayo (22,6%), septiembre (19,4%) y abril (18,6%). Con respecto a las condiciones más húmedas, fueron octubre (13%), marzo (12,8%) y agosto (9,5%).
“Este trabajo es observacional, es decir, cogiendo los datos de los últimos sesenta años, cómo ha evolucionado (el índice de aridez) y qué patrones muestra. Es un análisis impepinable. Nadie puede decir que nos lo hemos inventado”, asevera Beguería.
Otra cosa es el nuevo trabajo que está preparando el investigador del CSIC, que sí incluye modelos de simulación climática para estimar la evolución de la aridez en España. Apunta que él y su equipo están estudiando más de cuarenta escenarios de emisiones de gases contaminantes, en los que en algunos aumentan y en otros bajan o se mantienen. Pero que, en líneas generales, “todos los resultados” sugieren que el clima va a ser más árido en las próximas décadas. Con todo lo que eso conlleva.
“Puede que nuestro paisaje cambie bastante en el futuro”, cierra el experto.
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