Espacio de opinión de Canarias Ahora
Iconoclastia
Acciona, que algo queda

La verdad más grande y casi absoluta que ha proferido José Luis Ábalos en los últimos meses es que es un gilipollas y un imbécil. Él mismo se ha definido perfectamente. No seré yo el que le contradiga. Cree que ha hecho el chorra y es víctima de Koldo García y Santos Cerdán, cuya amistad navarra viene de atrás. No sé si esto último es verdad, pero lo parece porque hay que ser muy gilipollas y muy imbécil para que siete meses después de tu imputación dejes todavía discos duros en tu propia casa, que ha podido recuperar ahora la UCO de la Guardia Civil.
La escena berlanguiana de encontrarse en el piso a una nueva amiga sacada de un catálogo de chicas escort añade un tinte melodramático a su disparatada situación personal. Solo es comparable a las fotos de Luis Roldán en paños menores y abrazado a un muñeco de playa junto a su amante, o al Tito Berni majorero en calzoncillos junto a chicas de alterne. Y ya no digo nada sobre el intento fallido de sacar de su casa un disco duro a través de su amiga, que lo escondió dentro de su pantalón para tratar de engañar a los guardias civiles con la excusa de ir a sacar el perro. Muy chapucero todo.
Ábalos debe ser muy tonto para no haber puesto a resguardo esas comprometidas pruebas que van contra él mismo. Mira que ha tenido más de siete meses para desprenderse de esos discos duros o al menos para ponerlos a buen recaudo. No se puede ser más tonto. No aprendió del PP cuando destruyó a martillazos sus discos duros en la sospechosa sede de Génova, esa que huele a dinero negro por los cuatro costados, como el ático de Ayuso.
Borja Sémper, portavoz nacional del PP, ha dicho contundentemente que la corrupción es una metástasis política, por lo que no se entiende muy bien por qué el PP sigue vivo tantos años después de sus grandes casos más escandalosos, desde la Gürtel a la Kitchen, pasando por la policía patriótica que destruía pruebas que podían perjudicar al partido conservador, mientras que las inventaba contra la entonces oposición de izquierdas. Y eso, remontándonos solo a los últimos años.
Tellado emula casposamente a Pablo Casado y compite con él en el número de insultos proclamados en menos de un minuto, como si fuese un concursante cutre de 1, 2, 3, responda otra vez.
El Partido Socialista tiene un gran problema, aunque el Gobierno sigue teniendo a favor la situación económica y laboral elogiada por las instituciones mundiales, desde el Fondo Monetario Internacional a la Unión Europea, con mayoría conservadora. La gente en general (y sobre todo la gente de derechas) suele votar pensando más en su situación económica y laboral que en los principios éticos. Eso es algo que también tiene a favor el resistente y resiliente Pedro Sánchez, que hasta ahora ha aprobado con nota todas las emboscadas a las que ha sido sometido, tanto por los suyos como por los rivales.
En la comparecencia de los miércoles del Gobierno en el Congreso de los Diputados, Pedro Sánchez fue incluso más duro con sus teóricos aliados, como Esquerra Republicana de Catalunya, que con el PP y Vox, aunque a estos también les dijo de todo menos bonito. Se está poniendo el foco en los políticos corruptos, y está bien porque es justo y necesario, pero nos olvidamos de los empresarios corruptores. Sumar lo ha recordado en varias ocasiones, pero el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, se ha cabreado con Yolanda Díaz y en un acto público ha señalado sólo a los políticos corruptos y exonerado a los empresarios corruptores. No se podía esperar otra cosa del jefe de la gran patronal. Acciona, que algo queda.
Es tan obvio y evidente que si no hay empresarios corruptores difícilmente habría políticos corruptos. Son los empresarios los que los sobornan y no los políticos los que llevan un catálogo a cada gran empresa como un viajante comercial para venderse al mejor postor.
Es muy fácil valorar y criticar a toro pasado, pero cada vez que veo la foto de los tres mosqueperros resulta fácil colegir que son unos auténticos patanes y cachanchanes, aunque en este caso además habría que añadir presuntos corruptos. Los tres (Ábalos, Cerdán y Koldo) son dignos merecedores de protagonizar una película de Torrente, el brazo tonto de la ley. Santiago Segura tiene en este Trío Los Panchos un filón perfecto para representar una nueva aventura del policía casposo y carpetovetónico que tanto éxito le ha dado en el cine.
El exsecretario de Organización y exdiputado Santo Cerdán podría ser el doble del Koala, aquel aldeano rudo y rústico que cantaba “opá, yo viazé un corrá…”. Son personajes de la España cañí y profunda, gente que parece mentira que haya llegado a ocupar la Secretaría de Organización de un gran partido como el PSOE. No hablamos de una pequeña comunidad de vecinos ni de un club de quinta división.
No sé si el presidente Sánchez saldrá penalmente implicado en esta corrupción partidista. Por ahora no hay ninguna prueba de ello. Sin embargo, hay una cosa imperdonable del secretario general del Partido Socialista: haber nombrado tan erróneamente a sus dos últimos secretarios de Organización. Eso no tiene perdón de dios.¿Es creíble que estos dos patanes hayan podido engañar durante tanto tiempo a un hombre tan audaz, como Pedro Sánchez? Es cierto que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, pero este trío tiene una buena pedrada.
Como dijo Esperanza Aguirre cuando cogieron a los suyos en varios casos de corrupción a la madrileña: “He hecho más de 500 nombramientos de altos cargos en mi vida política, pero solo dos me han salido ranas”. Con el tiempo se descubrió que eran muchas más ranas las que vivían en la charca putrefacta y pestilente del PP de Esperanza Aguirre, excondesa consorte por la gracia de dios y la suya propia.
El PP no pidió la dimisión a Aguirre, la misma Reina de los Batracios que la pide ahora para Pedro Sánchez. La corrupción es asquerosa y repugnante. Venga de donde venga y la haga quien la haga. Los debates parlamentarios vacíos sobre el ‘y tú más’ son sencillamente infructuosos e inmorales.
Al final Pedro Sánchez va a tener que hacer lo mismo que hacía Manuel Luque, el director de la empresa Camps, fabricante del detergente Colón, en los famosos anuncios de la televisión española de los años 80 del siglo pasado: “Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo”. Los dos principales partidos que se han repartido el poder durante el último medio siglo en España no están en condiciones de dar lecciones a nadie porque ambos huelen a podrida corrupción. A ver si pagan justos por pecadores, pero tampoco podemos asegurar que solo haya salido la punta del iceberg.
Es verdad que hay partidos pequeños en donde aún no se conoce ningún caso escandaloso pero posiblemente sea por eso, por ser chicos, ya que la corrupción suele afectar a un porcentaje proporcional de cada formación, ya sea de derechas o de izquierdas, porque desgraciadamente esta lacra pestilente es inherente al ser humano, Como se ha ido demostrando en toda la historia política.
Dice Feijóo que no va a aceptar la propuesta de Sánchez de presentar una moción de censura, porque sería dar un balón de oxígeno al presidente del Gobierno. El PSOE sí logró llegar al poder con una moción de censura contra Rajoy en plena corrupción del PP tras sentencias ejemplarizantes y contundentes.
Aquella moción de Pedro Sánchez logró incluso el apoyo de partidos de esa misma derecha nacionalista que tanto huye de los populares y de su socio ultra. Si a Feijóo le faltan cuatro votos (o cuatro hervores), como él dice, para presentar la moción de censura, resulta ya muy significativo, casi aterrador para el PP, que ni siquiera la derecha periférica de Catalunya y Euskadi cabreada con Pedro Sánchez esté dispuesta a dar su apoyo a una moción contra Sánchez, con lo que está cayendo. Además, Feijóo también necesitaría los escaños de Vox para poder gobernar con mayoría suficiente. Difícil cuadratura del círculo.
Pedro Sánchez ha sido hasta ahora un Ave Fénix que siempre ha renacido de sus cenizas. En las próximas semanas sabremos qué clase de animal político sigue siendo, si un perro Sánchez con pedigrí que sabe más por perro que por diablo, o un Ave Fénix, un pájaro embutido en el traje de Supermán que sigue empeñado en que España vaya bien, aunque solo sea económicamente. Nada más y nada menos.
Lo que más le gusta a la derecha es tener el bolsillo lleno y la cartera repleta. Pero eso solo pasará si Sánchez puede seguir disparando la economía española como un cohete. Contentar desde el Gobierno a los más menesterosos y a los bancos a la vez solo puede lograrlo un fuera de serie, un portento o un extraterrestre.
El futuro de Pedro Sánchez depende solo de él mismo, si es culpable o inocente en este último caso de corrupción de sus excolaboradores más estrechos. Si solo es culpable de haber elegido mal a su mano derecha se resentirá pero no estará acabado políticamente. Sin embargo, si está pringado sí que será el fin de su carrera pública. De eso no lo salva ni su resiliencia de ave Fénix ni su audacia canina.
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